Juro paseaba por Kusagakure. A esas horas de la mañana, no había casi nadie en la calle: el sol brillaba y los pájaros cantaban. Era un bonito espectáculo. Lo malo es que había tenido que tomarse una taza de café para aguantar. Odiaba madrugar, y desde luego, odiaba esta clase de cosas.

Estas últimas semanas, se había sentido como en un arrestro domiciliario. No podía salir de la villa. Era horrible. Exceptuando en caso de que tuviera una misión, claro está. Y aun así, no podía irse muy lejos. Ese era el caso de hoy. Tenía un encargo, y el objetivo era llegar hasta Tane-Shigai, la cual ni si quiera estaba a más de un día de camino. Practicamente no podría saborear la libertad.

Pero aún le quedaba ir a buscar a su acompañante, el cual ni si quiera estaba informado hasta ahora.

El marionetista suspiró. Incluso saliendo tan poco de la aldea, tenía miedo de la posibilidad de encontrarse con uno de esos generales. Su alumno no contaba precisamente como un acompañante de la aldea muy diestro.

« Pero Morikage-sama dijo que debía continuar con mi crecimiento como ninja » — Juro suspiró, y apretó los nudillos, dispuesto a avanzar.

Tras varios intentos fallidos, llegó a la que creía ser la casa de su alumno. Supuso que estaría en casa, o durmiendo.

Con dos sonoros toques, llamó a la puerta con sus nudillos.

— ¿Kazuma-kun? — preguntó, esperando una respuesta afirmativa.

La casa de Kazuma se encontraba en la periferia de la aldea, en una calle silenciosa y poco transitada. Era del tamaño de un apartamento modesto, y su construcción era sencilla: paredes de madera y tejas de pizarra. Aquel estilo le agradaba por lo familiar que le era con su pueblo, pues la arquitectura era una de las pocas cosas que le gustaban de Hanamura.

—Un momento, pues yazco en el jardín —exclamo, en voz alta y paciente.

Lo curioso era que su hogar estaba flanqueado por dos jardines, que en otro tiempo fuesen terrenos baldíos, pero que habían sido recuperados por él. Uno de ellos era un huerto, donde sembraba tubérculos, arbustos y hierbas; el otro era un criadero, en donde tenía conejos, gallinas y un cerdo de aspecto gracioso.

—Buenos días, Juro-Sensei —saludo, abriendo la puerta de la valla para salir a la calle—. ¿Qué le trae por aquí?

Estaba vestido solo con unos pantalones y un pequeño bolso de lado, pues no llevaba ni camisas ni zapatos. Por la cantidad de tierra que cargaba en su pecho y cabellos, cabía suponerse que había estado trabajando desde el amanecer. Sin duda, daba la impresión de aquel típico chico granjero que se levantaba a trabajar con el cantar de los gallos.

Juro observó con curiosidad la casa de su alumno. Estaba en la periferia, sí, pero su tamaño era modesto, y era bastante sencilla. Lo que chocaba era la presencia del doble jardín. Por lo que sabía, era un chico de granja, así que quizá se sintiese más cómodo en un lugar así.

Kaazuma apareció, vistiendo unos simples pantalones y un pequeño bolso. Estaba sin camiseta, cubierto de tierra y sin zapatos. Desde luego, daba muchas impresiones, pero no la de un ninja.

—Buenos días, Juro-Sensei. ¿Qué le trae por aquí?

Juro saludó con un gesto de mano.

— Vaya, siento interrumpir tu trabajo en las labores de casa — Juro chasqueó la lengua, pero luego se reafirmó —. Buenos días, Kazuma-kun. Será mejor que te vistas y te prepares.

» Hoy tenemos trabajo que hacer.

—Interesante —dijo—. Permítame quince minutos y estaré con usted.

En el acto, cerro la valla, guardo sus herramientas y adentro en la casa. Allí se desvistió, abrió la regadera a todo lo que daba y se dio un baño frio y veloz. Siendo tan ordenado y previsivo como le gustaba ser, tenía una mochila y un conjunto de ropa listos para salir de viaje en cualquier momento.

—Estoy listo para trabajar, Juro-sensei —aseguro, parándose firme frente a su sensei y luciendo una túnica de un gris oscuro, un bolso de costado y un cabello que aún estaba un poco húmedo.

Juro solo asintió cuando Kazuma le indicó que esperara quince minutos. Puede que no pudieran permitirse el lujo de permanecer demasiado tiempo, pero entendía que su alumno tuviera que prepararse.

«Debería haberle dicho que vamos a hacer un viaje » — pensó, pero para entonces, Kazuma se había marchado rapidamente.

Cuando abrió la puerta, vestía su túnica gris oscura, una bolsa en el costado, y se notaba su cabello más que mojado.

— Espera. Para el carro — Juro le enseñó la palma de la mano —. Antes de que te fueras, quería decirte algo. Nos vamos a Tane-Shigai. No es que sea un viaje muy largo, pero quizá quieras coger alguna clase de provisiones. Sino, en mi mochila cuento con agua y comida suficiente para varios días de viaje.

Tane-Shigai estaba cerca. No era ni si quiera un día entero. Si salían pronto, podrían incluso llegar ahí a la noche, y dormir. Por eso, Juro se sentía más que confiado. Aun así, todo dependía de la orientación de su alumno: si fuera por él, tardarían más de un día y en ir, y mucho más en ir y volver.

—Entiendo, entonces llevare algunas cosas —se limitó a decir.

Kazuma entro en la casa y dedico algunos minutos a rebuscar en la cocina unos cuantos frascos sellados. Los obtuvo de lo que llamaba, adecuadamente, despensa de invierno: allí almacenaba toda clase de comidas conservadas que había estado preparando durante el otoño. Aquello era lo tradicional en su pueblo, el preparar alimentos para los meses fríos y de poca cosecha.

—Ya me hice con algunas provisiones… y me sequé el cabello —declaró, cerrando la puerta tras de sí y luciendo un bolso que parecia más lleno que antes.

Juro esperó unos minutos más, dandole tiempo a su alumno a prepararle. No sabía como lo harían los otros jounin con sus alumnos (¿Estaría consintiendole mucho dejandole tanto tiempo para prepararse? ¿Debería castigarlo o algo así aunque le pareciese perfectamente lógico?) pero decidió seguir sus instintos y permitirle ese tiempo. Era un viaje corto, pero igualmente, algo de provisiones no vendría mal.

— No es un viaje largo, pero nunca viene de más. Vamos — asintió Juro.

Sensei y alumno se dirigieron a la puerta de la aldea, donde se encaminarían para abandonar la protección de la villa. Con suerte, sería durante muy poco tiempo.

Demasiado como para que nada malo pudiera sucederle.

— Bueno, Kazuma-kun, supongo que estarás ansioso por saber cuál es nuestro objetivo — murmuró Juro, con una sonrisa burlona —. No es exactamente una misión oficial dada por la aldea, pero tenemos un encargo que hacer.

» ¿Has estado en Tane-Shigai antes? Es dónde se encuentra el señor feudal del país. Es increible.

— Bueno, Kazuma-kun, supongo que estarás ansioso por saber cuál es nuestro objetivo — murmuró Juro, con una sonrisa burlona —. No es exactamente una misión oficial dada por la aldea, pero tenemos un encargo que hacer.

» ¿Has estado en Tane-Shigai antes? Es dónde se encuentra el señor feudal del país. Es increible.

—Sí, la curiosidad me ha estado royendo, pero no quise ser impaciente —admitió, sintiéndose aliviado por ya no tener que disimular—. Y si he estado allí una vez, pero solo como turista.

Un encargo sonaba como algo misterioso, y quería saber al respecto. Claro, apresurarse y preguntar solo mataría la interrogante que le mantenía emocionado. Además, estaba seguro de que su sensei le daría los detalles de su deber cuando fuese conveniente y cuando hiciese falta.

—Aunque… ¿Está bien que le acompañe? —pregunto, un tanto pensativo—. ¿Si es algo importante no podría terminar convirtiéndome en un yugo?

Juro sonrió, satisfecho, cuando escuchó como su alumno estaba emocionado de saber a dónde se dirigían y por qué. El chico, desde luego, disfrutaba manteniendo la incognita, y verle deseando saber más (por muy cruel que sonase) solo le daba ganas de mantener aún más el secreto.

Pero bueno, había que ser profesionales. Algo tendría que revelarle.

—Aunque… ¿Está bien que le acompañe? ¿Si es algo importante no podría terminar convirtiéndome en un yugo?

— Oh, Kazuma-kun, no te preocupes. La estabilidad del pacto no depende de que lleguemos vivos o no ahí para entregar el paquete — bromeó el chico —. Es un encargo bastante sencillo, por eso mismo he decidido llevarte conmigo. Es una buena experiencia para que hagamos juntos. Viajaremos hasta ahí, y nos dirigiremos hacia... el lugar.

» Puede que sea un encargo fácil, pero no esperes que te lo vaya a poner fácil. Tendrás que cumplir mis órdenes, y hacer lo que diga. Cualquier experiencia sirve como entrenamiento — declaró Juro, cruzado de brazos.

Puede que sea un encargo fácil, pero no esperes que te lo vaya a poner fácil. Tendrás que cumplir mis órdenes, y hacer lo que diga. Cualquier experiencia sirve como entrenamiento — declaró Juro, cruzado de brazos.

—Entendido, Juro-sensei —afirmo con marcialidad.

El viaje continuaba, y la curiosidad de Kazuma florecía a intervalos regulares, como las plantas que pudiesen encontrarse por el camino.

—Ahora que lo pienso, Sensei ¿Este tipo de encargos son habituales para los ninjas?

Juro sonrió ante la afirmación de Kazuma. Desde luego, era encantador ver la afirmación de su alumno.

—Ahora que lo pienso, Sensei ¿Este tipo de encargos son habituales para los ninjas?

— Bueno, debo admitir que no es algo que a todo el mundo le encante, o que se suela promocionar mucho. La gente suele ver más a los ninja como gente de acción — bromeó Juro —. Pero sí. A veces, los encargos tienen que ser realizados, y es nuestro deber hacerlo. No solo en misiones de rango D, aunque tampoco te aseguro que vayas a encontrar una misión de rango mayor que el C con una premisa tan fácil.

» Como te he dicho, sin embargo, ésto no es una misión oficial. Estamos ayudando a la proveedora de una tienda que ha solicitado nuestra ayuda — le terminó por decir Juro, revelandole un poco más de información.

Juro se cruzó de brazos. Abandonaron la puerta de la aldea (sin ningun problema), y en ese momento, se vieron con la necesidad de continuar caminando. Juro conocía los primeros pasos del camino, sin embargo... si, si no querían problemas, tenía que tomar una decisión rápida.

— Muy bien, Kazuma-kun. Tu primer objetivo en ésta misión comienza ahora — dijo Juro, enseñando un dedo —. Debes guiarnos hasta Tane-Shigai.

—Bueno, yo creo que los trabajos simples son mejores, ¿no? —reflexiono—. Digo, hay menos vidas en riesgo y es como una especie de servicio a la comunidad.

Aquella, definitivamente, era la forma de pensar de un chico criado en el campo. Le gustaban las cosas sencillas y con pocos riesgos, tendencia que lo solía hacer aburrido antes los ideales de acción y heroísmo de sus compañeros de academia. Pero el mismo sabía que no era un héroe o un “hombre de acción”, ni le interesaba serlo.

—Muy bien, Kazuma-kun. Tu primer objetivo en ésta misión comienza ahora —dijo Juro, enseñando un dedo —. Debes guiarnos hasta Tane-Shigai.

—Entendido, Sensei —respondió—. Tenemos dos caminos posibles: el primero es el camino de los comerciantes, que fue el que yo utilice la vez que viaje, pero esta ruta pasa por algunos pueblos y es un poco más larga; el segundo camino seria tomar la dirección noroeste y atravesar el bosque, lo que debería ser mucho más rápido, aunque desconozco como será esa ruta.

»¿Cuál camino deberíamos tomar?

Juro asintió ante las palabras de Kazuma. Sí, sus palabras le sonaban, y sí, probablemente él conocía algo de esos caminos, pero igualmente, no sabría llegar hasta ellos sin acabar por perderse. Sí, eran caminos, y solo había que seguirlos, ¿no? Pues aun así, el poder de Juro era tal que sería capaz de perderse.

Afortunadamete, tenía un peon (es decir, un alumno) que haría el trabajo por él.

Juro se cruzó de brazos y soltó un largo suspiro, como si estuviera ligeramente decepcionado.

— Me alegra ver que al menos conoces la zona en la que vives — A diferencia de él —. Sin embargo, Kazuma-kun, veo que no estas muy motivado, puesto que no pareces dispuesto a hacer tu primera tarea: no te he pedido que me digas los caminos que hay. Te he pedido que nos guíes. Cuando seas un líder, o tengas que escoltar a civiles, no puedes perder el tiempo en preguntar a todos cuál es su opinión. Como ninja, tienes que saber que camino elegir.

» Para ello, deberías guiarte por las condiciones — le recomendó Juro —. Como por ejemplo, cuántos somos, o si hay heridos. Si estamos siendo perseguidos, o por el contrario, tenemos tiempo para hacer una ruta más larga. Si llevamos mercancía pasada, o no, lo que podría necesitar que hiciéramos varios descansos. También el tiempo que tenemos, y si es necesario que lleguemos antes de la noche.

Juro observó a su alumno, y luego, le instó.

— Venga, Kazuma-kun. Quiero que hagas un análisis según lo que te he dicho, y decidas que camino sería el mejor. Ese será el que tomemos.

« Así que ésto es el verdadero uso de la enseñanza. Es genial »

Las palabras del jounin cayeron como una palangana de agua helada sobre Kazuma y sus expectativas de principiante. El joven no pudo sino ruborizarse y agachar la mirada, puesto que le habían asignado su primera labor hacia unos segundos y ya estaba errando.

Le tomo solo unos instantes el darse cuenta de su error: le habían pedido una decisión y no solo había evitado tomarla, sino que también la había simplificado al grado de lo que se le pediría a un civil. Su sensei le estaba poniendo a prueba y las circunstancias exigían que pensara como lo haría un ninja de verdad.

—Mis disculpas, Juro-sensei —se limitó a decir, sin tratar de justificarse o defenderse.

—Venga, Kazuma-kun. Quiero que hagas un análisis según lo que te he dicho, y decidas que camino sería el mejor. Ese será el que tomemos.

El peliblanco respiro hondo para recuperar la compostura, pues aquel no era momento para desanimarse o mostrar debilidad, necesitaba conservar el aplomo y la determinación.

—Lo mejor será sacrificar un poco de tiempo y tomar la ruta de los comerciantes —comunico, levantándose y señalando la dirección que debían de seguir—: sé que estoy acompañado de alguien competente, pero aun así creo que es mejor evitar riesgos innecesarios en un camino desconocido.

Aunque sabía que ningún camino estaba libre de riesgos, considero innecesario señalar aquello si ya la decisión estaba tomada.

Kazuma se disculpó, pero Juro rechazó sus disculpas con otro gesto de mano: no quería que su alumno se disculpara, sino que hiciese lo que le había pedido.

—Lo mejor será sacrificar un poco de tiempo y tomar la ruta de los comerciantes. Sé que estoy acompañado de alguien competente, pero aun así creo que es mejor evitar riesgos innecesarios en un camino desconocido.

Lento pero sensato. Era la clase de decisión que él tomaría, y que esperaba.

— Me parece bien. Iniciemos la marcha. Encabezala, Kazuma-kun — Y así lo hicieron.

Comenzarían a tomar el camino, aunque Juro no prestaba mucha atención. Confiaba en que su alumno hiciese una tarea tan sencilla como llevarlos. No, en su mente, había otra cosa que tenía en mente. Una mucho más arriesgada: aunque no esperaba encontrar problemas, quizá...

— Kazuma-kun, en ocasiones, durante misiones sencillas pueden surgir improvistos. Hay bandidos, y gente mucho más peligrosa en el exterior de la aldea. Por eso, siempre quiero que te mantengas alerta. Aunque estes en un territorio cómo es tu país — dijo Juro —. Esa será tu segunda misión del día. Vigila el perímetro, y no te despistes. No siempre estaré yo para cubrir tus espaldas.

Juro se mordió la lengua. La preocupación aún seguía.

— Y b-bueno. No es que quiera asustarte ni nada, pero en el caso de que... encontrasemos a alguien. Ya sabes, un agresor fuera de tu liga, algo peor que unos simples bandidos. No quiero que te entrometas. Debes huir, regresar a la villa e informar de lo que ha sucedido cuanto antes. ¿Entendido?