Una brecha en el escudo - Versión para impresión +- NinjaWorld (https://ninjaworld.es) +-- Foro: País de la Espiral (https://ninjaworld.es/foro-pais-de-la-espiral) +--- Foro: Planicie del Silencio (https://ninjaworld.es/foro-planicie-del-silencio) +--- Tema: Una brecha en el escudo (/tema-una-brecha-en-el-escudo) |
RE: Una brecha en el escudo - Sama-sama - 31/10/2022 Kurama tomó aire, como si pudiera respirar la explosión de chakra que emanaba de Hanabi. Se vio, de pronto, incapaz de mover las rodillas durante unos segundos. Lejos de amedrentarse, sin embargo, clavó sus afilados ojos rojos sobre los de Hanabi, alzando la barbilla con orgullo. Ya había soltado al chūnin, que corría hacia la villa. Kurama sonrió, y Hanabi pudo detectar en la sonrisa los mismos rasgos de crueldad que había intuido a través de las vendas de uno de sus subordinados más excéntricos: Bakudan. En lugar de levantarse, Kurama se dejó caer hacia atrás y se sentó en la hierba, cruzando las piernas. Suspiró. —Perfecto, Hanabi-dono. Intuía que estarías aquí. Hablemos de rey a rey. —Lentamente, Kurama se retiró la capucha, y por primera vez, Hanabi entendió por qué el dibujo que Aotsuki Ayame había transmitido a todos le generaba unas mariposas en el estómago, una suspicaz precaución. Porque había visto esa cara en los retratos de su despacho, en los pasillos del Edificio del Uzukage, cuando aún lo era. Lo habría reconocido al instante, si siguiera siendo Kage y tuviera que pasar a menudo por el suyo, el más grande, decorando la puerta de entrada. Porque aquél rostro pertenecía a Uzumaki Shiomaru, el primer Uzukage, y supuesto verdugo de los nueve bijuus, allá hacía más de doscientos años. »¿Sorprendido, Hanabi? —la sonrisa de Kurama se ensanchó todavía más—. Venga, siéntate, sólo he venido a negociar. Y será mejor que sujetes a tus cachorros. Creo que hay alguno ansioso de morderme el pescuezo. Y entonces nos quedaríamos sin esta agradable conversación. 2 AOs mantenidas RE: Una brecha en el escudo - Sarutobi Hanabi - 2/11/2022 El chūnin fue liberado de inmediato, y este no tardó ni dos segundos en salir corriendo hacia la seguridad del interior de la villa, pasando junto a Sarutobi Hanabi en él proceso. Él sabía bien que, a sus espaldas, la villa bullía de actividad en aquellos momentos. Desde el momento en el que los guardias de la puerta habían dado el aviso de la presencia del invasor, la Operación Brecha en el Escudo ideada por Uchiha Datsue había dado comienzo. Y él, como actual Presidente de la República y anterior Uzukage, estaba al corriente de todos los detalles. Ahora le tocaba cumplir con su papel: defender las murallas con su vida, ganando tiempo para que el mayor número de personas pudiera ponerse a salvo. Así que allí se mantuvo, inamovible como un gólem mientras los ojos de aquel maldito zorro se clavaban en él como dos brasas al rojo vivo. Si el estallido de chakra de Hanabi le había sorprendido, Kurama no lo demostró. Se mantenía igual de firme que él, con la barbilla alzada con el orgullo de un emperador. De hecho, sonreía. —Perfecto, Hanabi-dono. Intuía que estarías aquí —dijo, dejándose caer de espaldas para terminar sentado sobre la hierba—. Hablemos de rey a rey. Hanabi quiso responderle, pero las palabras murieron en su garganta cuando Kurama se retiró la capucha y dejó ver sus rasgos. En su día no había querido creer que fuera cierto cuando vio por primera vez el retrato que había dibujado Aotsuki Ayame, y una parte de él se había autoconvencido de que aquel error debía de ser fruto de la experiencia traumática que había pasado la kunoichi de Amegakure. No podía ser cierto, porque él había visto aquel rostro mil y una veces desde que había sido un estudiante de la Academia y durante sus días como Uzukage, e incluso seguía viéndolo día a día como Presidente: en los retratos, en los libros... incluso en el rostro tallado en aquella monumental estatua en el Valle del Fin. No había querido creerlo, porque supondría un escándalo a nivel internacional. Pero ya era indiscutible. Y su cuerpo tembló al darse cuenta de ello. Estaba hablando cara a cara con el cuerpo de Uzumaki Shiomaru, el primer Uzukage de la historia de su aldea, poseído por el espíritu del Zorro de Nueve Colas. ¿Pero cómo era posible? ¡Se suponía que aquel hombre, junto al primer Arashikage y Morikage, habían aniquilado a los nueve bijū en el Valle del Fin hacía más de doscientos años! —¿Sorprendido, Hanabi? —le preguntó Kurama, dejándose de formalismos. Su sonrisa se ensanchó aún más al contemplar el gesto del Presidente. —No puedo negar lo evidente. Sí, me has sorprendido —replicó, sombrío. —Venga, siéntate, sólo he venido a negociar. Y será mejor que sujetes a tus cachorros. Creo que hay alguno ansioso de morderme el pescuezo. Y entonces nos quedaríamos sin esta agradable conversación. Hanabi ladeó la cabeza. Lo justo para que la muralla entrara en su campo de visión. Desde allí, uno de sus jōnin seguía con el arco tensado en dirección a Kurama. Tenía el rostro empapado de sudor por el miedo, y su manos temblaba con violencia. Pero allí seguía. —No harán nada si no les das motivo para hacerlo. Así que espero que no hagas ninguna tontería, Kurama —dijo, volviéndose de nuevo hacia él. Pero no se sentó. En su posición como guardián debía mantenerse firme entre el enemigo y la muralla. No iba a otorgarle ninguna abertura más a aquel zorro—. Antes vas a tener que explicarme cómo has conseguido el cuerpo de Shodaime-sama. Me tienes francamente intrigado. Una intriga que escondía muy por debajo la más absoluta indignación. RE: Una brecha en el escudo - Sama-sama - 2/11/2022 —¡JA, JA, JA, JA! —A Kurama, de alguna forma, pareció hacerle mucha gracia lo que había dicho Hanabi. Soltó una buena risotada, tan fuerte que tuvo que limpiarse las lágrimas. Visto que su interlocutor no iba a tener la cortesía de sentarse, él se levantó para permanecer de pie, también—. ¿Que cómo lo he "conseguido"? »Es el fruto de mi esfuerzo. Casi doscientos años de lucha de voluntades. Casi doscientos años de venganza. Y aquí culminan... en el principio de todo. —Kurama miró más allá de Hanabi, a la Villa Oculta del Remolino—. Estudié vuestra historia. No puedo esperar a ver tu cara cuando te diga esto, Hanabi. »Toda vuestra sociedad está construída sobre una mentira. Las buenas y bondadosas Tres Grandes. Los buenos y bondadosos Tres Kages. —Se señaló la cara—. El bueno y bondadoso Uzumaki Shiomaru, que en el último instante reservó parte de su chakra para lanzar una innovadora técnica de Fūinjutsu... para salvarse. Y para condenarme a vivir en su interior. Para obtener más poder. Para elevar a Uzushiogakure a lo más alto. Kurama abrió los brazos y rió. »¡Y mírame! ¡El cuerpo del Uzumaki más poderoso y longevo de todos los tiempos! ¡Ese sí que fue un oponente digno! Pero acabó SALVÁNDOME. Y CONDENANDOSE. El Zorro de Nueve Colas se echó el pelo hacia atrás. »Dime una cosa, Hanabi. ¿Cuál es la pieza más importante del tablero en el ajedrez occidental, ese que juegan por el País de la Tormenta? —hizo una pausa—. Piensa bien tu respuesta. RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Datsue - 2/11/2022 Uchiha Raito permanecía de pie sin moverse. Estaba tenso, tan tenso que creyó que sus propios músculos terminarían por partirle algún hueso. Siempre había sido alguien que se le daba bien mantener la calma, incluso en situaciones críticas. Pero nunca había vivido una situación así, donde la vida de tantas personas, ¡de una Villa entera!, dependiese de las decisiones y acciones que sucediesen delante de sus ojos. Sus ojos. Su Sharingan lo vio. Una sonrisa cruel dibujada en Kurama cuando vio al Chūnin adentrarse en la Villa. Luego, su cara. Aquella jodida cara era… —No… no puede ser —balbuceó, incrédulo. Pero no se trataba de ningún Henge, eso bien lo sabían sus ojos. ¡Era Shiomaru en persona! ¡El bastardo de Kurama lo estaba usando de recipiente! Pero, ¿cómo era posible? ¿Cómo narices había pasado? «No, ¡céntrate en lo importante! ¿En serio ha venido solo a hablar? La amenaza a Datsue no sonaba solo a eso». La sonrisa. El cuerpo del más grande de los fūinjutseros. De manera inconsciente, su mente fue conectando hilos. Por alguna razón, un recuerdo le vino a la mente. Una historia que Datsue le había narrado, no hacía tanto. Al parecer, Daruu le había contado a Datsue que, en la época donde se llevaban a matar, había planeado cubrir a Aiko de sellos explosivos por si al Uchiha se le ocurría pasarse por la Villa a rescatarla. La trampa perfecta. Una terrible idea le vino a la mente. —Eh, tú —dijo, llamando la atención del otro guarda, el que le había llamado por teléfono—. Ya me quedó yo vigilando, resguárdate en la seguridad de la Villa. El guarda se quedó mirándolo, como si tuviese que procesar aquellas palabras. No es que tuviese que procesarlas, es que había sido introducido en un Genjutsu en el momento en que le había mirado a los ojos. • • •
En la ilusión, todo era un mar negro. —¿Hubo contacto entre Kurama y el Chūnin? —¿Qué? ¿Cómo? ¿Qué está…? —¡Responde, hostia! ¡¿Tocó Kurama físicamente al guarda que estaba contigo?! —Ehm… Sí. Le agarró por el cuello. ¿Por qué...? —¡¿Hizo un sello antes de eso?! —No que yo viese. ¡Raito-dono, ¿qué está ocurriendo?! • • •
Pero antes de responderle, Raito rompió la ilusión. —Vamos, coño. Te he dado una orden. Largo de aquí. —Miró al Inuzuka—. Eh, lo mismo va por ti. Y, en cuanto Inuzuka Nabi le mirase a los ojos, el mundo a su alrededor se volvería enteramente negro. Tan solo estaban ellos dos. • • •
Dentro del Genjutsu, Raito fue al grano. —¡Estás en una ilusión, no preguntes! ¡Sal cagando hostias a por el Chūnin que salió hace diez segundos! ¡Me lo traes de vuelta! ¡Le dices que es una orden de Hanabi! ¡Creo que Kurama le ha sellado algo, así que me importa un bledo que te supere en rango! ¡ME LO TRAES AUNQUE TENGAS QUE HACERLO TIRANDO DE SUS PUTAS VÍSCERAS! »¡Ahora disimula frente a Kurama, mejor que no lo intuya! • • •
Raito, como si hubiese perdido la paciencia, tomó a Nabi por el hombro junto al otro Genin que se había personado allí, dándoles un empujón hacia las puertas. —Vamos, coño. Largo de aquí —y les propinó dos sonoras collejas, una a cada uno. Quizá no estaba en lo cierto. Después de todo, había visto sellar técnicas en otros a Datsue y siempre venía precedido de un sello de Palmada. Pero estaba hablando de Kurama en el cuerpo de Shiomaru. Si alguien era capaz de romper las reglas del fūinjutsu, era esa combinación. «Vamos, pasa de mí, Kurama. No me he olido nada. No soy un rey, solo un puto peón. Una oveja en un mundo de titanes. Mira qué estúpido soy». Y, como si quisiese demostrárselo, se llevó un cigarro a la boca y llenó sus pulmones de un humo que bien sabía le estaba matando lentamente. RE: Una brecha en el escudo - Senju Hayato - 2/11/2022 Bajo la seguridad de la villa, el gamberro de Culebra no se sentía demasiado aliviado. Pero. PERO. A espaldas de uno de los más grandes shinobis de la historia, o más bien de dos grandiosos shinobis. No, la verdad es que la cosa tampoco cambiaba demasiado. Ni con el mismísimo Uzukage allí en persona habría cambiado demasiado. Se trataba del puto Kyuubi, ante esa amenaza... solo unos pocos podían permitirse el privilegio de permanecer erguidos. En ese preciso instante, se podía sentir como una bolsa de basura. O más bien como dos bolsas de basuras, apilada una sobre la otra. O más bien como dos bolsas de basuras, apilada una sobre la otra, pero de esas que tienen un viscoso liquido pestoso chorreando por un agujero. ¿Qué mierdas podía hacer en una situación como ésta?. Había estado entrenando toda su vida para afrontar situaciones peligrosas, pero ésto se salía demasiado de la escala habitual. El chico no tenía nada que ofrecer allí, absolutamente nada. Por un instante, hasta olvidó que había más gente alrededor. Olvidó que estaba temblando como un puto flan, o una gelatina. Ni tan siquiera había prestado atención a que el chico del perro y un guardia habían recibido ordenes. Aunque tampoco es que eso importase tanto en ese preciso instante... En ese preciso instante, el chico tan solo podía sentir una profunda decepción de no estar a la altura. Pocos podían estar a ese nivel. RE: Una brecha en el escudo - Inuzuka Nabi - 3/11/2022 Al principio, pensó que el Uchiha que les había dejado Datsue era el pedazo de mierda más cobarde que había dentro de la villa. Joder, vale que había peligro, pero ya estaba bien de decir que se fuesen todos a evacuar. ¡Tenían que pelear! ¡Si solo era un kage bunshin! Una hostia y a saber donde estaría el original. Y entonces ya verían qué hacer. Pero entonces se fue al mundo de chuchelandia, donde su jefe circunstancial le soltó el sermón del siglo. Nabi escuchó atentamente, sin intervenir. No se intimidó por el tono ni las palabras del hombre, no hubo un titubeó ni un asentimiento. Le miró con una seriedad impropia de él. Cuando Raito acabó de hacer el paripé, Nabi ni se molestó en decir o hacer nada para engañar a nadie. Simplemente se giró y se marchó por donde había venido. Le hizo un par de señas a Stuffy y éste se guardó la lengua. No tardaron nada en encontrar el rastro del hombre que acababa de marcharse y en breves, estarían sobre él. No hubo un dialogo, ni una advertencia, si ese hombre tenía algo sellado en el cuerpo, cualquier tiempo que malgastase explicandose sería tiempo perdido. En cuanto lo alcanzase, se lanzaría a por él, buscando tirarlo al suelo y sostenerlo contra él. — Kurama te ha sellado algo, no digas una sola palabra. Necesitaba cerciorarse de que el hombre era consciente de la situación antes de decirle nada más. El pobre Chunin podría comprobar en su voz y en su actitud que no estaba para tonterías. Si tenía que partirle las piernas para que estuviese quieto, lo haría. Sí, el modo Animal sí estaba penetrandole hondo. RE: Una brecha en el escudo - Sarutobi Hanabi - 4/11/2022 Lo que despertó la pregunta de Hanabi fue una irritante y escandalosa carcajada por parte de Kurama. Tan graciosa la encontraba, que tuvo que limpiarse las lágrimas de los ojos. Por supuesto, el Uzukage no hizo ni un atisbo de minúscula sonrisa. —¡JA, JA, JA, JA! ¿Que cómo lo he "conseguido"? —repitió, reincorporándose él también para volver a ponerse a la misma altura que Hanabi—. Es el fruto de mi esfuerzo. Casi doscientos años de lucha de voluntades. Casi doscientos años de venganza. Y aquí culminan... en el principio de todo. —¿Lucha de voluntades? ¿Qué quieres decir? Pero Kurama miraba más allá de él, hacia su hogar, hacia la Villa Oculta del Remolino. —Estudié vuestra historia. No puedo esperar a ver tu cara cuando te diga esto, Hanabi. »Toda vuestra sociedad está construida sobre una mentira. Las buenas y bondadosas Tres Grandes. Los buenos y bondadosos Tres Kages —Kurama se señaló el rostro—. El bueno y bondadoso Uzumaki Shiomaru, que en el último instante reservó parte de su chakra para lanzar una innovadora técnica de Fūinjutsu... para salvarse. Y para condenarme a vivir en su interior. Para obtener más poder. Para elevar a Uzushiogakure a lo más alto. «No puede ser...» Pensaba un horrorizado Hanabi, con los ojos abiertos como platos y las manos temblorosas como si echaran en falta estar sosteniendo algo entre los dedos. Las palabras de Kurama, tan venenosas como la hiel, estaban dejando entrever con cruel lentitud una verdad que pocos estarían dispuestos a admitir. —¡Y mírame! —exclamó, abriendo los brazos en cruz para mostrar a Uzumaki Shiomaru en todo su esplendor—. ¡El cuerpo del Uzumaki más poderoso y longevo de todos los tiempos! ¡Ese sí que fue un oponente digno! Pero acabó SALVÁNDOME. Y CONDENÁNDOSE. El mundo alrededor de Hanabi pareció desmoronarse. Su porte, antes orgulloso, ahora se tambaleaba. Su memoria le hizo viajar varios años atrás, a una reunión que tuvo con la difunta Amekoro Yui y su asistente Hōzuki Shanise. De cuando hablaron de que el cuerpo de su kunoichi, Aotsuki Ayame, había sido poseído por la voluntad del Gobi y que necesitaban la ayuda del Consejo de Sabios para volver a revertir el sello que uno de los Generales de Kurama había invertido. Aquella lucha de voluntades, afortunadamente, terminó bien para todos. Y, si no había sido informado de forma errónea, parecía que incluso la kunoichi y su bijū colaboraban de forma conjunta. Pero lo que Hanabi estaba presenciando en aquellos instantes era un resultado muy distinto. Un resultado catastrófico. «Tiene que estar mintiendo.» Ese maldito zorro tiene que estar intentando envenenarme con sus palabras...[/sub]Pero la verdad se mostraba ante sus ojos, y no se trataba de un mero espejismo. Aquel era el cuerpo de Uzumaki Shiomaru, y la única explicación posible para ello era que... Kurama estuviese diciendo la verdad. —Dime una cosa, Hanabi —La voz del Kyūbi le sacó de aquel agujero negro en el que se había sumergido, devolviéndole a la realidad. Con la frente perlada por el sudor, Hanabi le devolvió la mirada—. ¿Cuál es la pieza más importante del tablero en el ajedrez occidental, ese que juegan por el País de la Tormenta? Piensa bien tu respuesta —añadió, tras una breve pausa. «¿A qué demonios estás jugando?» Se preguntaba el Uzukage, frunciendo el ceño. El ajedrez occidental era un juego parecido al shōgi, pero que era más popular por el País de la Tormenta. Hanabi le había echado más de una partida a Amekoro Yui y podía presumir de haberle ganado en casi todos los encuentros. Yui era muy diferente de su inseparable mano derecha, Shanise. A aquella mujer no pudo ganarle ni una sola. —Todas —respondió, clavando en él sus iris anaranjados—. Desde el peón hasta el rey, todas son importantes. Era cierto que con la captura del rey terminaba la partida. Pero el rey no podía sobrevivir mucho tiempo sin la barrera que formaban los peones en primera línea, ni con el avance firme y sólido de las torres, ni con el ataque en diagonal de los alfiles, ni con las cabriolas imposibles de los caballos, ni tampoco sin su grácil e implacable reina. De hecho, los siempre subestimados peones eran incluso capaces de ascender en su estatus si lo hacían tan bien que conseguían colarse hasta el final de las líneas enemigas. —¿A qué viene esto, Kurama? ¿Déjate de juegos y vamos al grano de una vez. RE: Una brecha en el escudo - Sama-sama - 4/11/2022 Kurama negó con la cabeza. —Deberías ser más paciente, Hanabi —indicó Kurama, negando con el dedo—. Además, tu respuesta es demasiado... genérica. Bastante bienqueda. Te he preguntado qué pieza es más importante. Ya sé que todas lo son. La respuesta es... —Kurama suspiró. Si Hanabi sobrevivía a lo que estaba a punto de acontecer, probablemente recordaría el gesto de ese maldito zorro por el resto de su vida, porque... ...el dedo corazón de Kurama se alzó, y junto con el índice, formó un sello del Carnero. »...el peón. ¡¡BAAAAAUUUUM!!
El cielo se tiñó del carmesí sangriento de una Uzushiogakure destruída desde sus cimientos, a manos de quien un día fue su fundador. Como el alfa y el omega, el primer arco torii que levantó aquél hombre era la antítesis de la explosión provocada por la bijuudama que Kurama había sellado de forma subrepticia en aquél chūnin. No fue suficiente para destruir toda Uzushiogakure, pero sí un epicentro de dolor y cenizas para su recuerdo. La explosión midió más de medio kilómetro y destruyó todo a su paso. Pulverizó personas y derruyó edificios de todo tipo, incluído el propio Edificio del Uzukage. Se llevó por delante la vida de Inuzuka Nabi, que desgraciadamente estaba demasiado cerca. Otros habitantes de Uzushiogakure —se contaban por varios centenares— murieron, y no sólo por la explosión, sino por la onda expansiva de fuerza, astillas, metal y piedras. Miles de heridos. Sí, Kurama estaba allí para enviar un mensaje. Y vaya si lo había hecho. —Dile a Uchiha Datsue que Kurama le envía recuerdos... —Una nube de humo. El clon de Kurama desapareció. Y dejó a Sarutobi Hanabi con un hogar roto y triste. Raimyogan y Chae, dos de sus mejores amigos, se encontraban entre las víctimas. Como bien podría confirmar horas más tarde. 1 AO revelada: RE: Una brecha en el escudo - Sarutobi Hanabi - 9/11/2022 Pero Kurama no pareció mostrarse satisfecho con su respuesta. —Deberías ser más paciente, Hanabi —replicó, negando con el dedo—. Además, tu respuesta es demasiado... genérica. Bastante bienqueda. Hanabi no respondió de inmediato. La opinión de Kurama le importaba entre poco y nada en aquellos momentos. Él le había hecho una pregunta, y él la había respondido. —Te he preguntado qué pieza es más importante. Ya sé que todas lo son. La respuesta es... Kurama alzó los dedos índices y corazón. El sello del Carnero. —¡¡¡DISPARAD!!! —...el peón. Una flecha silbó en el aire y se clavó en el pecho de Kurama justo en el momento en el que pronunció aquellas últimas dos palabras. Peor fue un gesto inútil que llegó demasiado tarde. Apenas una milésima de segundo demasiado tarde. Una atronadora explosión rugió a las espaldas de Hanabi, dentro de las murallas de Uzushiogakure. Se dio la vuelta, justo a tiempo de registrar con sus horrorizados ojos la destrucción que se acababa de producir en su hogar. La temperatura se elevó varios grados cuando la bola de fuego y llamas envolvió todo lo que encontró a su paso en un grotesco radio, y el cielo se tiñó momentáneamente del color de la sangre. Los edificios caían derruidos, los torii colapsaban bajo sus propias columnas, y las personas... Las manos de Hanabi temblaron con violencia. Muertos. Decenas de ellos. Quienes no habían muerto en el acto, pulverizados por aquel terrible atentado lo hicieron poco después, aplastados entre ruinas o a causa de las terribles heridas. Y también había heridos. A centenares. Y todos ellos resguardados bajo el silencioso testigo del que una vez fue el mismísimo corazón de la aldea, las ruinas irreconocibles del Edificio del Kage, humeantes. Era una visión grotesca que le provocó una arcada. —Dile a Uchiha Datsue que Kurama le envía recuerdos... Aquellas fueron las últimas palabras del clon de Kurama, antes de desaparecer en apenas un estallido de humo. Sarutobi Hanabi, lleno de rabia, impotencia y consumido por la desesperación, cayó al suelo de rodillas mientras las cenizas de la destrucción caían sobre su cuerpo, manchando sus cabellos y su túnica. ¿Pero cómo había ocurrido? Se preguntaba, una y otra vez, incapaz de comprenderlo. Apretó las mandíbulas con fuerza cuando el sonido del crepitar de las llamas y los chillidos de terror de su gente llegaron hasta sus oídos. Y entonces... —¡¡¡¡¡KURAMAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!! Se desgañitó. Pero fue inútil. Kurama se había ido. Y él había fracasado como guardián de la Villa Oculta en el Remolino. Todo su ser pareció romperse por dentro al darse cuenta de ello. Lleno de dolor, Hanabi comenzó a golpear el suelo bajo su cuerpo con sus puños. Una vez. Y otra. Y otra. La piel de sus nudillos se agrietó. La sangre comenzó a bañar la tierra. Pero él no parecía sentirlo. Porque el dolor que sentía en su pecho era mucho más grande que aquel. Les había fallado. A decenas. A centenares. A miles de familias. ¿Qué clase de Presidente de la República era que no era capaz de proteger a su propio país? RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Datsue - 9/11/2022 El cigarro murió en los labios de Uchiha Raito. Datsue le había dejado a cargo de la Villa. Era la segunda vez que lo hacía. Su primera ausencia había sido para reunirse en Amegakure con los dos Kages, y ahora, para proteger a los uzujines en una misión de reconquista. Le había dejado a él para proteger a la aldea, y ahora... La villa sangraba, emanaba una hemorragia fatal de su corazón. Tenía que haberlo previsto. ¡Tenía que haber impedido pasar a aquel hombre! La bomba hubiese acabado con la mitad de las vidas. Hubiese sido una tragedia igual, pero... ¿Estaría Yume viva? ¿Estaría el equipo 4? ¿Y Uzumaki Kiyomi? Se tambaleó, de pronto consciente de las consecuencias de aquella explosión. Pero no podía permitirse derrumbarse. No todavía. Se acercó al puesto de vigilancia y descolgó el teléfono. —Avisad a todas las unidades, cancelad la evacuación. Salvad a cuantos podáis de la explosión. El peligro ha pasado... por el momento. Miró a Hanabi. Miró de nuevo a la columna de humo que emanaba del centro de la Villa. Se acordó entonces, tenía una última cosa que hacer : avisar a Datsue. Activó el sello, abrió la boca... ... y las palabras murieron en su garganta, interrumpidos por un sollozo mudo. Fue un llanto torpe. No era de extrañar: se había olvidado de cómo se lloraba hacía mucho tiempo. RE: Una brecha en el escudo - Senju Hayato - 10/11/2022 Culebra miraba desde la distancia. No demasiada distancia, a decir verdad, pero lo suficiente como para que Kurama viese como se orinaba en lo alto si se adentraba en la villa. Su preocupación era tanta, y se sentía tan impotente ante esa amenaza, que no se atrevía a dar un paso más. Aunque tampoco podía permitirse el lujo de retroceder. Era como si estuviese en lo alto de un monte, rodeado de caca. Si daba un paso, fuese cual fuese la dirección, acabaría de mierda hasta las cejas. Y no, no era precisamente agradable esa sensación. De pronto, sin saber siquiera a qué venía ese alarmante grito, el antiguo Uzukage dio una orden clara y concisa: Disparad. Al parecer, la charla no iba a durar mucho más. Todo parecía sentenciado. Como en una elaborada jugada de shogi, Kurama parecía haber hecho algo, y la reacción de Hanabi había sido la más crítica. Un silbido característico rompió lo que pareció un breve silencio, pero lo que vino a continuación... ¡¡BAAAAAUUUUM!!
¿Qué puta clase de flecha hacía eso?. Por un instante ese fue el pensamiento del chico. Sin saber cómo, había tropezado y se encontraba como si hubiese caído de bruces al suelo. No entendía nada, y todo pareció haberse quedado en silencio. Parecía que algo o alguien se había guardado el sonido de absolutamente todo en el bolsillo, y se lo hubiese llevado. De pronto, todo el sonido volvió, salvo que era un poco extraño. Era como si un pitido incesante y ensordecedor quisiera ahogar los gritos de pánico y dolor. Los llantos, la agonía, y la desesperación de una inmensa multitud. ¿Desde cuando toda esa gente había estado allá afuera?. Apenas el joven trató de levantarse, la cabeza le dio un vuelco, como un extraño mareo. Forzó la vista al frente, y al fondo pudo ver a Hanabi golpeando con una inmunda rabia el suelo. Miró atrás, y entonces lo comprendió... —¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOO!! Su voz se inundó en lágrimas. Fueron lágrimas de rabia e impotencia. Tenía la sensación de que el mundo se venía abajo, y había empezado por la villa, por su hogar. El chico sintió por un momento que le costaba respirar, que apenas podía conseguir esa tarea tan sencilla. En ese instante escuchó la también ahogada voz del Uchiha, que ordenaba salvar cuantas vidas pudiesen. Quizás a Culebra le costó como varios minutos en reaccionar. Sin saber qué decir, o por donde empezar, avanzó a toda velocidad hacia el epicentro de la explosión. La sangre, los cuerpos, y las vísceras de los afectados por esa bomba casi le hacen vomitar. Se debatía seriamente entre vomitar, y parar para tomar aire, pues le costaba hasta respirar. Por mucho que se hubiese entrenado para vivir situaciones extremas, jamás se habría imaginado algo así. En realidad, no tardó demasiado en vomitar. Aunque incluso así, siguió avanzando hasta su objetivo, donde trataría de ayudar a quienes fuese posible. RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Akame - 20/01/2023 «Zzzzzup.»
Con un característico zumbido y un destello rojo, cuatro figuras aparecieron, como surgidas de la nada, frente a las puertas de la Villa Oculta del Remolino. La más larguilucha de ellas, un muchacho con la cara surcada de cicatrices y que vestía enteramente de negro —a excepción de su vieja y remendada capa de viaje—, se irguió trabajosamente mientras miraba a su alrededor, aturdido todavía por el dolor que le nacía en el ojo izquierdo y atenazaba esa parte de su rostro. Akame alzó la vista y contempló el desolador paisaje como quien hubiera vuelto a casa después de un largo viaje para verse sorprendido por las consecuencias de una inesperada tormenta. La Aldea yacía en ruinas. Durante un momento no supo que pensar, impactado. Durante mucho tiempo había imaginado aquel desenlace —si bien en esas ensoñaciones llegaba por su propia mano—, pero ahora que lo tenía ante sí, descubrió no sin sorpresa que no le producía placer o satisfacción alguna. El olor a quemado, a tierra, a miedo y a desesperación le golpeó de repente como un mazo, y tuvo que esforzarse para no caer al suelo. —No... No puede ser... —fue cuanto alcanzó a decir. Pero, a lo lejos, alcanzaba a ver edificios aún en pie. Había partes de la Villa que no habían sido destruidas. Había esperanza. Se giró hacia el Uzukage, su rostro recuperando aquella expresión despiadada; esta vez, teñida también de miedo. Sus labios se movieron para articular una única frase mientras las aspas de su Mangekyō Sharingan izquierdo volvían a girar, convertidas en un remolino, y chispas de chakra carmesí se arremolinaban a su alrededor. Una frase. —Voy a buscarla. RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Datsue - 26/01/2023 Entonces, lo comprendió. Su huida a la Villa cuando no era más que un niño. Su puñalada a Akame con la revista El Corazón Uzureño. La traición a Daruu y Ayame en el Torneo de los Dojos cuando ya habían arreglado las cosas. Las palabras toscas e hirientes hacia Nabi. Había hecho cosas que ni siquiera él mismo había comprendido en el momento. Siempre que empezaba a fortalecer un lazo con alguien, lo sacudía con fuerza como si quisiese desenlazarlo. O ponerlo a prueba. Antes de ser engañado, engañaba. Antes de ser mentido, mentía. Seguramente llevase rumiándolo inconscientemente por bastante tiempo. El porqué había actuado como había actuado años atrás. Todo había empezado la noche en que había despertado el Sharingan. La noche en que descubrió a su madre ser infiel a su padre. La noche en que vio el carmesí reflejado en su mirada y se dio cuenta que, en realidad, su padre no era su padre. Posiblemente ni su madre tampoco. Si las personas que más adoraba y confiaba en aquel mundo le engañaban con algo así, ¿qué no sería del resto? Pero con el tiempo, las murallas que se había ido montando a su alrededor fueron cayendo. Ya no era el Intrépido. Ya no era el Matakages. Tan solo Datsue, Uchiha Datsue. Un uzujin más, con la responsabilidad de la Villa sobre sus hombros. Con amigos. Con gente a la que quería. Y cuando vio a Uzushiogakure arder, lo comprendió. Amar dolía demasiado. Con la confianza llegaba la decepción. Akame desapareció en una espiral de chakra carmesí y no tuvo tiempo siquiera a reaccionar. Pero aquello le despertó lo suficiente como para clavar su mirada en Raito, primero, que miraba con expresión pálida una figura que ya no estaba; y en Hanabi, el segundo, que se encontraba de rodillas y los nudillos ensangrentados. —¿Qué ha pasado? —preguntó, con voz débil y a punto de quebrársele. Su rostro se endureció en un arranque de ira. Quería arrancarles la cabeza a ambos. Era un sentimiento injusto, lo sabía. No tenían la culpa de nada, lo entendía. Y aún así lo sintió. A pesar de que él fuese el máximo responsable. Claro que lo que sentía hacia sí mismo era aún peor. No quería arrancarse la cabeza, sino… …el corazón. Porque le oprimía tanto que se estaba asfixiando. —¡¿Qué ha pasado?! • • •
Akame apareció en el apartamento de Yume en un parpadeo. En su habitación. Tenía las paredes pintadas —incluso la puerta—, y daba la impresión de estar en el interior del mar, rodeado de algas y flores marinas. La cama estaba hecha, y Akame supo que aquella seguía siendo su habitación porque… bueno, olía a ella. Un bonito atrapasueños colgaba de la pared sobre la cabecera de la cama, y había un par de fotografías enmarcadas sobre la mesita de noche. Akame ya no aparecía en ellas. De pronto, escuchó un pitido agudo, procedente del exterior. Si salía, entraría en el salón, donde un plato de curry a medio comer reposaba sobre una mesita, todavía humeante. Había un tenedor tirado en el suelo y la puerta que daba al exterior se encontraba abierta. RE: Una brecha en el escudo - Sarutobi Hanabi - 2/02/2023 Una ondulación en el aire le sobresaltó. Hacía mucho tiempo que no la sentía, y de hecho creía que jamás volvería a hacerlo, pero allí estaba. Y Sarutobi Hanabi no la había olvidado. Con lágrimas de rabia aún en sus ojos, se volvió a tiempo de verlos allí plantados: Dos Uchiha, que se habían graduado como genin hacía relativamente poco y que según los reportes deberían encontrarse luchando en el País del Rayo y no frente a las puertas de Uzushiogakure; Uchiha Datsue, el shinobi que actualmente portaba el sombrero de Uzukage; y el inconfundible causante de aquella ondulación en el aire y que ahora contemplaba la destrucción del que una vez había sido su hogar con estupefacción. El exiliado Uchiha Akame. Poco faltó para que la mandíbula se le cayera al suelo de la impresión. Pero ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar antes de que el exiliado volviera a desaparecer. Hanabi se levantó a trompicones, acercándose a Datsue con fuertes pisotones. —[sub=mediumturquoise]¿Qué ha pasado?[/color] —preguntó, con voz débil. —¡¿Qué significa esto, Datsue?! ¡¿Por qué has traído a un exiliado a...?! —¡¿Qué ha pasado?! —Repitió, su rostro endurecido por la crudeza de la ira. Hanabi se detuvo en seco, con el ceño fruncido y los puños apretados a sendos costados. Echó la cabeza hacia atrás y sus ojos viajaron hacia la destrucción, los escombros caídos y las nubes de humo y fuego que aún quedaban. En sus oídos aún resonaban los chillidos de terror de su gente y si se paraba a pensar en la cantidad de gente que debía haber perdido la vida... Sacudió la cabeza, recuperando la compostura. —Kurama. Eso ha pasado. RE: Una brecha en el escudo - Uchiha Umi - 2/02/2023 Umi sintió un vuelco en el estómago, como si de pronto estuviese cayendo hacia arriba. Los pies se le separaron del suelo y todo comenzó a dar vueltas. Le dieron náuseas. Tuvo que cerrar los ojos; pese a eso la sensación de ingravidez fue en aumento, hasta que algo hizo click. Bueno, no fue exactamente un click, sino un zzzum. Fue como si la hubiesen tragado las olas del mar y Susano'o la hubiese escupido de vuelta. Como si se le taponaran los oídos, y el ruido difuminado del viento volviese a correr libre de golpe. Cuando abrió los ojos, no creyó lo que veían. Nada a su alrededor importaba, realmente, ni siquiera la presencia de Hanabi. Ella sólo podía tener los ojos fijos hacia el frente, en dirección a la aldea. Humeaba, herida. Quizás no de muerte, pero sí sangrante. Y sólo pudo pensar en una cosa. —Nuestra casa... ¿estará bien? —gimió, prácticamente sin aire para pronunciar las palabras. |