Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
22/06/2017, 15:59 (Última modificación: 22/06/2017, 16:00 por Uchiha Akame.)
El Uchiha alzó una ceja, escéptico, ante las palabras de su compañero. «Vamos, vamos, Datsue-kun... Una cosa es que me intentes vender que el acero de las espadas que venden en la tienda de tu amigo está forjado en las llamas de Amaterasu, y otra bien distinta es tomarme por idiota». Pese a que no se creía una palabra de lo que el otro Uchiha decía —le conocía poco, pero lo suficiente como para saber que era de esas personas que tendían a exagerar un poco las cosas—, no dijo nada. Quizás las dos yamirienses sí le creyesen.
—Por todos los dioses... —murmuró la primera, alzando la vista hacia el techo y formulando un sencillo símbolo sagrado con la mano izquierda.
—Es imposible que un muerto ande —replicó la otra, mucho más escéptica—. Seguramente... Quedó moribundo y trató de buscar ayuda, sí.
Sin embargo, las palabras de Datsue seguían fluyendo como una cascada. Las mujeres habían terminado ya casi por completo su cerveza, y estaban empezando a notarse ebrias. Mientras que la primera seguía rezando en voz baja, la segunda adoptó un tono algo más atrevido.
—¿Miedo? ¿Quién ha dicho miedo, shinobi-san? —las palabras empezaban a trabársele—. Mira, te diré una cosa... Si supiera qué tiene que ver El Jefe en todo esto, ya me habría ganado un buen fajo de billetes. Lo que ofrece Daimyo-sama por su cabeza no es poca cosa.
Akame suspiró, decepcionado. Probablemente aquel jefecillo del hampa local era tan notorio como para cubrir bien sus huellas, o tan poco como para que éstas no durasen mucho. De repente, la voz tímida y teñida de alcohol de la primera mujer le sacó de sus pensamientos.
—Yumiko-san, deberíamos marcharnos ya a casa. Me gustaría ir mañana al velatorio, a ofrecer un poco de incienso y una oración por el alma de Ishigami.
—¿Qué? Oh, venga ya... —protestó la otra, más animada—. Le hará falta más de eso para expiar la mitad de sus pecados —dijo luego, dándose por vencida. Terminó de un trago su cerveza, dejó algunos billetes sobre la mesa y se levantó junto a su amiga—. Buenas noches, shinobis.
El mayor de los Uchiha las observó marcharse por el concurrido salón, con la mirada perdida en las nalgas de la más tímida de las mujeres. «Velatorio...». De repente, Akame se giró hacia su compañero de profesión, con los ojos encendidos.
—¿Dijiste que el muerto se levantó?
—
Algunas de las mariposas de Aiko se dirigieron hacia la parte más rica de la ciudad —la que rodeaba el espléndido palacio del Daimyo— en busca de... ¿De qué? Lo que encontraron fueron residencias de dos y tres plantas con amplios jardines, fuentes de piedra bien decoradas y diverso paisaje; a aquellas horas de la noche no había apenas un alma en las calles del barrio noble de Yamiria, a excepción de algún que otro señor borracho y bien acompañado.
Por otra parte, las que se dirigieron hacia las afueras empezaron a peinar los campos que rodeaban la ciudad. Incluso de noche, había algún que otro transeúte circulando por los caminos. Aunque no encontraron ni rastro del hombre con cara de rata —por la noche y desde las alturas era difícil distinguir—, y del ninja nisiquiera conocía su aspecto. Parecía que la búsqueda iba a ser, una vez más, infructuosa.
Para cuando hubiesen pasado algunas horas, el cansancio que debía sentir aquella chica era titánico. Probablemente sus compañeros ya se hubiesen ido a dormir, pues debían ser por lo menos las tres o cuatro de la madrugada.
La chica, centrada en su infructuosa búsqueda de malhechores, mantuvo tanto su atención en su tarea que el tiempo se le escapó de manera fugaz y sorpresiva. En la misma acción de búsqueda, había invertido tanto esfuerzo, que casi se encontraba en el límite de sus capacidades —no era chunin o anbu— y se notaba claramente en su capacidad de chakra. Quizás algún día pudiese llegar a tirarse explorando días, pero ahora mismo su capacidad era muy limitada.
Las mariposas que mantenía a las afueras terminaron por caer, una a una. Se arrojaron desde las alturas hasta topar con el suelo, edificios, o cualquier otra superficie que pudiese cortar su trayectoria en picado. Éstas, que eran las menos fructiferas en éstos momentos, no terminaron de llamar la atención de la chica, pues ésta se centraba mas bien en las mariposas que tenía en el propio salón.
«Venga chica... tienes que seguir a éstas mujeres hasta sus habitaciones, o hasta donde vivan... un poco mas... tan solo un poco mas...»
Pero, por mas que lo intentaba, sus ojos le pesaban, así como el cansancio que llevaba soportando durante ya demasiado tiempo. En una de éstas, la mariposa que tenía vigilando al chico cayó en picado, como una mariposa cazada por un depredador que se arroja al abismo, aceptando su futuro. Ésta, caería sin recelo entre ambos chicos, dando señal de su vigilancia quizás, o a saber qué pensaban éstos...
Entre tanto, sus esfuerzos máximos residían en mantener a esas últimas dos mariposas en vuelo, en pos de encontrar una vivienda o zona donde encontrar mas tarde a las señoras. Por desgracia, ya casi se encontraba al punto del colapso. Sus ojos terminaron cerrándose, y la pelirroja quedó frita en mitad de la sala, sentada.
Ni tiempo le dio a buscar la comodidad de una cama...
—Sí, Akame, sí —suspiró. La conversación con las mujeres no había sido del todo fructuosa, pero al menos habían conseguido un par de detalles importantes—. Y hasta me pareció oírle murmurar una palabra —se inclinó hacia Akame y bajó la voz—: Nezumi —luego, se encogió de hombros—. Ni idea de lo que significa. Y ya, ya sé lo que me vas a decir. Los muertos no hablan, Datsue-kun. Ni se levantan, Datsue-kun. Pero sé lo que vi. Sé que es imposible, a no ser...
Una repentina idea cruzó su mente. El Uchiha había enfocado aquel caso siempre desde la perspectiva de que aquel hombre era el objetivo. Pero, ¿y si no lo era? ¿Y si todo aquello había sido un elaborado montaje para encubrir otro asesinato? ¿Para poder matar sin ser visto, refugiado en un caos absoluto?
Recordó como uno de los hombres de Rokuro Hei yacía en un charco de su propia sangre. ¿Había sido ese, en realidad, el objetivo desde el principio? Pero, ¿qué papel jugaba entonces Takuya? ¿Estaba muerto en verdad, o tan solo había sido parte del complot?
—Akame —dijo, con un brillo en los ojos. Reconoció el mismo brillo en el de su compañero—. ¿Estás pensando lo mismo que yo?
«Tenemos que ir al velatorio y comprobarlo… Es el único hilo del que tirar ahora mismo.» Justo en ese momento, una mariposa de papel cayó encima de la mesa. Datsue la recogió con su mano. No había duda de que era de Aiko. ¿Había estado vigilándoles todo aquel tiempo? Mientras se…
... Un repentino rubor asomó en las mejillas del Uchiha, súbitamente acalorado por las imágenes que se formaron en su mente. Se levantó.
—Hora de irse a dormir, compañero. Cuando te levantes mañana haz el favor de golpear un par de veces la puerta de mi habitación. Soy de sueño profundo —se excusó.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Las mariposas de Aiko siguieron a cada una de las mujeres, que caminaron juntas —dando ligeros tumbos— durante un rato hasta separarse en un cruce de calles estrechas. Una se dirigió hacia el barrio de los artesanos, mientras que la otra tomó la dirección opuesta. Minutos después, las señoras llegaron a sus respectivas viviendas.
No ocurrió nada reseñable durante el camino, y aunque estaba agotada, Aiko era lo bastante inteligente como para recordar la ubicación de las viviendas al día siguiente —si es que tenía interés en ello—.
—
El mayor de los Uchiha siguió con la mirada algo que cayó del techo. Era pequeño, y blanco, y de papel. No tardó en reconocerlo como una de las mariposas que Aiko había invocado anteriormente, cuando perseguían al hombre con cara de rata por los callejones aledaños al Salón del Té Honimusha. «Ah, así que estabas escuchando, Aiko-san...». La idea de ser espiado por una kunoichi de Amegakure no le resultaba en absoluto placentera, pero dadas las circunstancias, Akame creyó que había salido beneficiado de aquel suceso. La información que habían obtenido de aquellas dos ebrias era paupérrima, y él en cambio había ganado un poco más de conocimiento sobre las habilidades de aquella misteriosa kunoichi de pelo rojo.
—Si estás pensando en acercarnos mañana a ese velatorio para ofrecer nuestros respetos al difunto, entonces sí —contestó Akame, directo y pragmático como siempre.
Datsue se puso en pie y poco después le imitó su compañero. Con la adrenalina del suceso ya purgada de sus venas, Akame se dio cuenta de lo realmente cansado que estaba. Bostezando y medio adormilado de repente, subió las escaleras junto a Datsue para meterse en la habitación.
Una vez dentro revisó cada rincón en busca de alguna mariposa de origami, luego se aseguró de que la ventana estuviese cerrada, y finalmente se echó sobre la cama sin siquiera quitarse el cinturón. El tacto de la empuñadura de su espada contra el costado le proporcionaba una extraña sensación de seguridad en momentos como aquel.
—
Los primeros rayos de Sol despertaron al joven gennin, que se revolvió en la cama clavándose la vaina de su tantou.
—Maldición... —masculló, todavía medio dormido, mientras se incorporaba.
La habitación parecía incluso más pequeña a la luz de la mañana. El Uchiha se puso en pie, frotándose los ojos, y tras lavarse la cara y asearse un poco salió de la habitación. Llamó dos veces a la de Datsue, tal y como él le había pedido, y luego —sin esperar respuesta— bajó al comedor.
Cuando su compañero bajase le encontraría ya sentado en una de las mesas del salón, con una rebanada de pan con mermelada en una mano y una taza de té en la otra. Akame comía agusto, hambriento, mientras reflexionaba con la mirada perdida.
¿Seguiría por allí Aiko? ¿O quizás había decidido tomar su propio camino?
26/06/2017, 23:00 (Última modificación: 26/06/2017, 23:00 por Aiko.)
Pese a su esfuerzo, el denso y continuo gasto de chakra había mitigado con creces toda su fuerza vital, y había caído en un profundo sueño ante una posición que para nada era cómoda. Por suerte o desgracia, en últimas fuerzas llegó a ver dónde se alojaban las respectivas señoras. Sabía dónde podía encontrarlas, y realmente, pillando a la de escopeta fácil a solas, quizás podría obtener mas información. Aunque muy a su pesar tuviese que recurrir a Datsue para que le sonsacase la información...
Dicen que menos da una piedra, y bien cierto es.
A la mañana, la chica despertó realmente temprano. No era para menos, se había quedado dormida sentada en el suelo, en pose de meditación con las piernas cruzadas... y había terminado con la cara en la madera del suelo. La verdad, no había sido una de las estancias fuera de casa y pagada mejor invertida hasta el momento, aunque también se podía destacar que esas ocasiones habían sido contadas con los dedos de una mano.
—Leches... qué mal... —fueron sus primeras palabras ante el nuevo día.
Se frotó los ojos, y los entreabrió lo suficiente como para volver a tener que cerrarlos. La cegadora luz del exterior casi le fulmina los orbes, la claridad de la habitación era abrumadora. Tras unos segundos, consiguió abrirlos por completo. Entre tanto, se había levantado del suelo.
—¡Wuuaaaah!
Bostezó sin dilaciones, mientras que se estiraba igual o mas que un oso pardo. Tras ello, echó un vistazo a la habitación. Todo parecía estar bien, y en su sitio. Se desaliñó la cabellera, aprovechó para enjuagarse la cara en el lavabo, y terminó por salir de la habitación.
Era realmente temprano, por lo que no creía que se fuese a encontrar a alguno de los chicos al salir. Graso error. Al bajar, se encontró directamente con Akame, que saboreaba con tranquilidad una tostada. La chica no pudo evitar la mueca de asombro, para nada lo esperaba despierto tan temprano...
Sin embargo, eso tampoco detuvo su paso. Con total tranquilidad, la chica se acercó a la barra, y tomó un vaso de zumo de naranja natural. Tampoco tenía demasiado apetito, la verdad. Tras pillar el vaso, se dirigió hacia la mesa donde se encontraba Akame. Tomó asiento, sin pedir permiso realmente, y se acomodó a su frente.
—Buenos días... —escupió al fin, rompiendo su silencio, con un tono algo áspero. —Anoche seguí a las chicas hasta sus respectivas casas... se donde podemos encontrarlas. Si le preguntamos a la que estaba dispuesta a largar sobre el tipo ese... el Jefe, podríamos —podría Datsue— sacar una valiosa información.
Así, sin vaselina ni nada, la chica soltó lo que pasaba en ese mismo instante por su cabeza. No era quizás una de las mejores maneras de comenzar la conversación, pero... lo primordial era el objetivo. No estaba dispuesta a quedar como una boba usando sus habilidades sin obtener resultado.
—Y como comprenderás, no fui a tocarme... Solo lo dije para quitarme de en medio de manera tosca. —se excusó, sin saber muy bien el porqué. Realmente era libre, podía hacer lo que quisiese...
—Solo un poquito más… —se quejó Datsue, revolviéndose en la cama, cuando oyó tocar a la puerta.
Pese a que el colchón era demasiado blando para su gusto, y la almohada demasiado grande, el Uchiha se encontraba de lo más cómodo en la cama. ¿Y qué le esperaba fuera? ¿El misterio de un extraño asesinato? Medio adormecido en la cama como estaba, la idea de tratar de resolverlo ya no le seducía tanto como ayer...
«Bueno, y también está… Aiko»
Algo en él se despertó de pronto, y la somnolencia y la modorra dio paso a un riego sanguíneo más frenético. Dio un par de vueltas más entre las sábanas, debatiéndose entre la cama y la oportunidad de ligar. Dos conceptos que, unidos, eran la mayor explosión de júbilo. Como cuando se acercaba el fuego a un barril de pólvora. El problema era que estaban separados, y el Uchiha tendría que decidir entre uno de los dos.
Todavía tardó unos minutos más en levantarse, para luego desactivar y recoger las trampas que había colocado en las entradas de la habitación: un sello explosivo junto a la ventana, que hubiese estallado de abrirse; y 15 makabishis tirados por el suelo, justo en la entrada de la puerta…
Tic. ¡BOOOOOOOOM!
«¡Hostia puta!» El sonido del mundo al desgarrarse. De pronto, el Uchiha se encontraba en el suelo, hecho un ovillo y con las manos tapándose los oídos. Había tropezado, sin darse cuenta, con un hilo que había atado alrededor de la cama, cuyo extremo sujetaba una bomba sonora. Se le había ocurrido hacerlo tras las otras trampas, cuando ya estaba acostado, aún cuando dudaba de que fuese a funcionar...
Parecía que sí.
Minutos más tarde Datsue bajaba por las escaleras, con un simple moño en la cabeza en lugar de las trenzas laterales, y con las ropas algo arrugadas y descuidadas. Pidió unas tostadas de mermelada, un zumo de naranja y leche con chocolate en la barra, y luego arrastró los pies hacia la mesa donde ya se sentaba la extraña pareja conformada por Akame y Aiko.
—Buenos días —les saludó, seco. No solía despertarse de buen humor, y si aún por encima una bomba sonora le estallaba a centímetros de sus oídos…
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—Buenos días, Aiko-san —respondió el Uchiha, dando otro bocado a su tosta—. ¿Así que todavía estás interesada en ese criminal?
No es que Akame no se considerase un tipo curioso —lo era—, sino que en aquel momento, quién fuera, qué hiciese o qué tuviese que ver aquel Jefe en lo sucedido la noche anterior le importaba menos que la historia del cadáver andante. Si bien es cierto que una tenía más probabilidades de ser cierta que la otra, el gennin de Uzu no podía evitar que su incorregible apetito por los sucesos misteriosos le arrastrase tras la pista del muerto vivo.
Así pues, esperó hasta haber masticado bien el trozo de pan con mermelada que tenía en la boca, haberlo tragado y bebido un sorbo de té. Luego, contestó.
—Lo cierto, Aiko-san, es que a mí me parece mucho más interesante el relato de un muerto que anda... y habla —sus ojos negros brillaron con anticipación—. ¿Habías oído alguna vez historia semejante? Yo no, y desde luego prefiero pasarme el día tratando de esclarecerla que persiguiendo a un mafiosillo de tres al cuarto.
»Eso prefiero hacerlo cobrando.
En ese momento llegó Datsue, todavía somñoliento y con cara de pocos amigos. Tras pedir su desayuno, se sentó junto a los otros dos ninjas.
—Buenos días, Datsue-kun —respondió Akame, bebiendo otro sorbo de su taza—. ¿Y tú, qué prefieres? ¿Averiguar la verdad sobre el extraño caso del muerto parlante o jugarte los cuartos con un criminal yamiriense, quizás echando a perder una futura y posible misión de rango C?
Aiko había sido bastante clara con sus intenciones, pues realmente estaba afligida por no haber podido localizar a esos criminales de poca monta la noche anterior. Tenía bastante seguridad en sí misma, así como en sus habilidades. Aquel fallo realmente le había fastidiado, y mas aun que hubiese sido delante de otros shinobis —de otra aldea— nada mas y nada menos. Akame, que ciertamente no estaba dentro de la cabeza de la kunoichi, preguntó si aún estaba interesada en ese asunto. Tras ello, le asestó un nuevo bocado a su tostada.
No pudo evitar una mueca de desagrado, quería seguir con el caso.
La chica aprovechó para dar un sorbo del zumo, haciendo tiempo para que éste esclareciese el motivo de su pregunta... si es que llegaba a hacerlo. No se equivocó demasiado, tras tragar, el chico confesó que le parecía mucho mas interesante el relato de un muerto viviente, que hablaba. La pelirroja alzó una ceja en una clara mueca de curiosidad. ¿Hablaba de ella? El chico continuó aclarando sus intenciones, añadiendo que prefería invertir el tiempo en esa historia del muerto viviente que en atrapar a un mafioso; éste último caso podía esperar, e incluso ejecutarse bajo cobro.
—No entiendo a qué te refieres con eso de un muerto que habla... —pero en ese instante recordó la conversación. —Aaahhh... vale, vale... Estaba medio dormida, y no terminé de prestar mucha atención a eso. La verdad... ¿qué interés podría tener en eso? Al parecer el muerto no volvió a vivir, se murió del todo después... ¿no? No es que fuese inmortal o algo parecido.
Para ella, no había sido algo asombroso o fuera de lugar. También era de recalcar, que no podía ser algo extraño para una persona que había muerto tantas veces. Para ella, hasta era absurda la idea de una inmortalidad fallida, y eso que la suya tampoco es que fuese una inmortalidad perfecta...
Datsue llegó a la mesa, con cara de tener no pocos amigos, si no ninguno. Seco, como una paja en una mañana de verano, saludó. Akame, mas enérgico, saludó a su compañero y sin vacilar un instante preguntó si éste prefería averiguar sobre el Jefe o prefería dejarlo para mas adelante, como una posible misión de rango C.
28/06/2017, 15:52 (Última modificación: 29/06/2017, 01:09 por Uchiha Datsue.)
Sin darle tiempo casi a acomodarse en el asiento, Akame lanzó la primera pregunta del día. Una pregunta que formuló de tal modo que daba a entender, resumidamente, que una opción era de tontos y otra de listos. «¿Me estás intentando manipular, Akamito?»
—Te olvidas de una tercera opción: volverme a casa y olvidarme de todo este enredo —respondió, mientras el mesero depositaba su desayuno en la mesa. Se bebió el zumo de naranja de un trago, y dio un pequeño mordisco a una tostada de mermelada—. Y de una cuarta —añadió, con la boca medio llena—: hacer las dos cosas. Veréis —continuó, ya tragando la comida—, yo particularmente iré al velatorio. Necesito… comprobar algo. Pero la esposa del muerto tendrá que estar allí también, y si de verdad ese Jefe tuvo algo que ver con su muerte, quizá la viuda esté más predispuesta a rajar de ello que las dos tipas que conocimos ayer. Que ya te adelanto, Aiko, no fue mucho.
»Aunque quizá eso ya lo sepas.
Cual mago ilusionista, se pasó una mano por el dorso de la otra, para luego enseñar la palma: sobre ella, una pequeña mariposa de papel. La misma que había caído sobre la mesa la noche anterior. Seguidamente hizo otro par de movimientos con las manos, y Akame pudo ver, desde su posición, que el Uchiha escondía la mariposa tras el dorso de una mano, sujetando las puntas de papel entre los dedos, pegados entre ellos para que no se viese de frente. Otro movimiento de mano y la mariposa había desaparecido. El truco perfecto para impresionar a una muchacha inocente...
...lástima que Aiko no lo fuese.
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Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
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Datsue no iba a comulgar tan fácilmente con las ideas que le proponía su compañero de Aldea. Akame no había tenido mucho trato con él hasta ese momento, pero por cómo le había visto desenvolverse durante la misión que habían realizado el día anterior, intuía que el joven Uchiha no era de los que simplemente se dejaban llevar.
Pese a que al principio recibió las palabras de su compañero con una ceja alzada, Akame pronto tuvo que admitir que las deducciones del muchacho iban en el buen camino. ¿Qué clase de esposa no estaría presente en el velatorio de su difunto marido? «¿Y qué clase de persona no está al corriente de los trapos sucios de su cónyuge?».
De repente, Datsue sacó una mariposa de papel y la dejó sobre la mesa. Parecía querer decir algo, aunque sin decirlo. Akame puso cara de póker, la propia Aiko había admitido tan sólo hacía un momento haber estado escuchando. «Ademas, es una kunoichi, ¿no? Su trabajo es recopilar información. Si no nos hubiese estado espiando mientras hablábamos con esas dos mujeres, me habría sentido decepcionado». Mas Akame no dijo nada sobre el asunto.
—Me parece justo —concedió, al final—. ¿Al velatorio, entonces? Yo perseguiré a mi muerto viviente y vosotros podéis quedaros con el mucho menos misterioso e interesante jefe del hampa local.
Con aquella declaración el gennin terminó su desayuno, apurando la taza de té y limpiándose las manos con una servilleta. Esperó a que sus compañeros terminasen y luego se puso en pie, acomodándose el portaobjetos —dentro del cual guardaba su bandana de Uzushio— y la espada que llevaba en el cinturón. Por el momento había preferido no colocarse el distintivo de su Aldea, principalmente para no llamar la atención, pero quería tenerlo a mano por si se presentaba la ocasión de utilizarlo.
—¿Alguno sabe dónde se celebra la ceremonia? —añadió, mirando alternativamente a sus dos compañeros de profesión.
La sangre cortaba la circulación sanguínea que debía llegar al cerebro de Datsue, o simplemente las mañanas no le sentaban demasiado bien. No parecía dispuesto a colaborar en absoluto, su carácter era como el de un perro que mordía al dueño cuando éste le ofrece la comida. Ni tan siquiera con Akame estaba siendo amable, curioso. Ante sus secas y toscas palabras, quedó clara una única cosa, que quería ir al velatorio para ver algo con sus propios ojos. Además, si querían sacar información allí estaría la mujer, a la cuál seguro podían sacar mas información que a las dos piradas de la noche anterior.
Sin preámbulos, achacó a la pelirroja que ya sabría de lo que hablaba, mostrando una de sus mariposas de papel. Ésta no pudo evitar reír, la habían pillado al vuelo, o quizás estrellada para cuando quedó dormida. Vaya manera mas absurda de delatarse a sí misma, menuda espía estaba hecha...
—Jajajaja.... si, lo siento pero me pudo la curiosidad... soy mas curiosa que un gato.
Por su parte, Akame decidió que entonces irían al velatorio. Aunque, él se centraría en su muerto viviente, mientras que dejaba para el otro par el asunto del Jefe del hampa local. Eso sí, lanzó una pregunta que sin duda era importante. ¿Dónde se iba a dar la ceremonia? Muy, pero que muy buena pregunta.
La chica se encogió de hombros, carente de respuesta para tal pregunta. —Ni idea... la verdad.
»E insisto, no sé qué interés pueda despertar el que un muerto se levante y grite algo... serían sus últimas intenciones, no lo veo tampoco tan raro. Se supone que los muertos guardan aire, y pueden hacer últimas cosas cuando ya realmente están muertos, son reacciones del cuerpo de manera involuntaria... El hombre volvió a caer a peso de plomo, ¿no? ¿Entonces qué mas da? Ni que fuese inmortal...
29/06/2017, 01:44 (Última modificación: 29/06/2017, 01:46 por Uchiha Datsue.)
—Yo sí lo sé —declaró Datsue, a la pregunta realizada por Akame sobre la ubicación del velatorio. Había solo dos posibilidades: que se celebrase en la casa del difunto; o en un tanatorio. Normalmente los pueblos pequeños y rurales escogían lo primero, mientras que las grandes ciudades lo segundo. Había, por supuesto, excepciones a la regla. Pero al Uchiha no le importaba que fuese un lugar u otro, pues desconocía ambas localizaciones—. Mi yo del futuro lo sabe.
Todavía de mal humor por la bomba sonora que le había estallado en los oídos, no añadió nada más. Apenas le había dedicado una pequeña sonrisa a Aiko cuando le confesó su espionaje, y ahora, en lugar de aclararse, se dedicó a devorar las tostadas y el cuenco de leche con chocolate, mientras oía a Aiko preguntarse a qué venía tanto interés por un muerto parlante.
—Quizá no dirías eso si lo hubieses visto con tus propios ojos —rebatió a la kunoichi, mientras se levantaba. Luego hizo un ademán, como quitándole importancia—. Pero olvidándonos de eso, no sé a vosotros, pero a mí este misterio me ha despertado mucho la curiosidad. Y no me refiero solo al muerto… vivo, sino al asesinato en sí. Veréis… ayer pensaba que tan solo era un ajuste de cuentas, un burdo asesinato a cara descubierta —paseó la mirada entre Aiko y Akame—. Hoy pienso lo contrario. Creo que la muerte de Ishigami Takuya formaba parte de un plan mayor… que él tan solo era un señuelo, y que el verdadero objetivo era el ayudante de Rokuro Hei. Es solo una teoría, claro, pero a mí me parece interesante averiguarlo.
»Además, en realidad estamos matando dos pájaros de un tiro, Aiko. Para llegar a todo jefe antes hay que pasar por sus lacayos, y al único que conocemos ahora mismo es al muerto —esbozó una fugaz sonrisa y añadió, con voz exageradamente misteriosa—: Voy a encontrarme con mi yo del futuro.
Y, sin más preámbulos, se dirigió a la barra, levantando una mano para tratar de llamar la atención del mesero.
—Disculpa, ¿podrías indicarme cómo llegar hasta el velatorio del señor Ishigami Takuya? —«Como ahora no lo sepa se escucharán las risas de estos dos de aquí a Kusa.»
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29/06/2017, 16:42 (Última modificación: 29/06/2017, 16:54 por Uchiha Akame.)
«Más curiosa que un gato, sí», masculló para sí mismo Akame. La muchacha, con aquella actitud desenfadadamente astuta, le recordó por momentos a su maestra Kunie. Solo que Aiko tenía el pelo de color rojo fuego y los ojos negros y profundos, mientras que la mujer a la que el Uchiha consideraba casi una madre tenía una melena azabache y dos ojos como farolas, amarillos y brillantes.
«¿Está sugiriendo que lo último que hizo Ishigami Takuya después de morir fue... tirarse un pedo?». Akame frunció el ceño, dubitativo.
—Disculpa nuestro interés en el asunto, Aiko-san. Quizás en Amegakure es algo común y corriente que la gente se levante y hable después de haber sido degollada, pero en Uzu no. Déjame que satisfaga mi ignorante curiosidad.
Akame no se iba a bajar del burro, y esperaba haberlo dejado claro con aquellas palabras. Una cosa era perseguir a un criminal sabiendo que un jugoso salario esperaba de vuelta en la Aldea, y otra hacerlo por deporte. Si Aiko quería jugar a las heroínas de leyenda, él no iba a seguirle la corriente.
El más joven de los Uchiha se levantó y, una vez en la barra, llamó a uno de los camareros.
—Ah, sí, el velatorio. Supongo que tendrá lugar en el templo de la ciudad, junto al barrio residencial.
A continuación el amable mesero le explicó, como pudo, la ruta para llegar hasta el templo. Si Datsue hacía memoria, podría ubicar la gran plaza en la que se habían citado el día anterior para hacer una misión, y a partir de allí sólo había que bajar un par de calles.
1/07/2017, 12:53 (Última modificación: 1/07/2017, 12:54 por Aiko.)
En respuesta al rechazo de la pelirroja sobre la opinión de que el muerto vivo pudiese hacer surgir interés alguno, Akame respondió irónicamente que al menos en Uzu era algo extraño —no sabía si dejaba de serlo en Ame— por lo cuál, debía perdonarle. Quería satisfacer su curiosidad, según inquiría. La chica se encogió de hombros, realmente le daba igual eso. Si Akame supiese que frente a él tenía a alguien que podía vivir esa experiencia día si y día también...
«Quizás debería guardarme esa información para más adelante...»
Aún con el gesto, hizo una mueca de desinterés, por si aún no lo había notado el chico. —Opino que el muerto continúa muerto, no veo qué tan "vivo" lo ves... pero tampoco me voy a meter en medio de una disputa que no lleva a ningún lugar...
»No soy kunoichi por llevar una bandana de metal, de hecho ese símbolo me importa un bledo. Me hice kunoichi para tener la fuerza suficiente para poder hacer justicia, para poder evitar que inocentes sufran. El cara de rata en si me importa mas bien poco, y el jefe suyo menos aún. Mi objetivo es llevar ante la justicia al culpable del asesinato, para que responda ante el hecho de haber dejado a unos críos sin padre... ese es mi objetivo. Puedes buscar respuestas a porqué ese hombre ando estando muerto, pero yo tengo claras mis prioridades.
La chica se entrecruzó de brazos, aunque conservaba su calma. Datsue inquirió que no opinaría eso si lo hubiese visto con sus propios ojos, lo cuál la chica dudaba seriamente.
¿Sorprender a una chica que había muerto mas de cien veces en lo que llevaban de año?
Sinembargo, éste tampoco pareció interesado en meter en la cabeza de la pelirroja la idea, se limitó a informar de algo que ciertamente no habían tenido en cuenta, el asesinato de una segunda persona. Al parecer, el ayudante del músico había sido asesinado también en esa misma noche, y sin embargo había pasado mucho mas desapercibido, quizás por el levantamiento del degollado. Datsue terminó de explicarse, dando un curioso punto de vista al asunto.
—Entonces, quizás el shinobi que hizo por ayudar al tipo con cara de rata fue quién uso su adiestramiento para quitarle la vida al ayudante del señor Rokuro con sigilo mientras el otro llamaba la atención... —alegó la chica.
El intrépido, dispuso que iba a encontrarse con su yo del futuro. Abandonó su asiento, y se dirigió hacia la barra. Sin mas, preguntó al señor que había tras ésta si sabía donde se dispondría el velatorio.
«Muy audaz... jajaja»
Éste le respondió sin demora, al parecer sí que sabía donde se celebraría el velatorio.
—Entonces, quizás el shinobi que hizo por ayudar al tipo con cara de rata fue quién uso su adiestramiento para quitarle la vida al ayudante del señor Rokuro con sigilo mientras el otro llamaba la atención...
Cuando Datsue procesó aquella larguísima frase —cosa que le llevó lo suyo—, asintió, para luego arrepentirse y negar.
—Algo así —optó finalmente por decir. Mano en el mentón, el Uchiha repasaba todos los acontecimientos del día anterior—. En realidad, no creo que el shinobi fuese el asesino del ayudante de Rokuro. No encaja en el tiempo —argumentó—. Repasando los hechos, la cosa fue tal que así: primero, llegó el cara-rata y asesinó a nuestro compañero de mesa; luego, el cara-rata huyó mientras vosotros le seguíais los pasos; seguidamente, el cadáver se levantó y se formó el caos… fue ahí donde el asesino aprovechó para rajar al ayudante, y el único sitio por el que pudo huir fue por la mismísima puerta de la entrada, camuflado entre el resto de la muchedumbre. Mientras tanto, vosotros ya os estabais enfrentando a ese shinobi, del que por cierto, apenas me comentasteis nada. ¿Lo llegasteis a ver? ¿Usó alguna técnica? —Aclarados aquellos dos puntos, el Uchiha continuó con su argumentación—. En definitiva, y a no ser que me equivocase en algún punto, veo casi imposible que el shinobi pudiese estar en dos puntos distintos al mismo tiempo. A no ser, claro, que posea algún jutsu avanzado… En ese caso, estamos jodidos.
»En fin, vamos —les apremió, ya a la salida. Había averiguado la dirección del velatorio y se moría de ganas por ver al muerto.
El Uchiha prefirió no arriesgar en atajos e ir a lo seguro: repitió el mismo camino que Akame y él habían hecho para ir desde la tienda de la señora Tofu hasta el Salón de Té Honimusha, solo que esta vez a la inversa. Luego, una vez allí, llegó a la plaza donde se habían citado para realizar la misión, y pese a que hubiesen podido atajar y no dar tanto rodeo, el Uchiha se contentó con guiarles, sin error, hasta el tan ansiado velatorio.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80