Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Lo peor del tiempo que le había dicho a Datsue que me esperará es que estaba pasando volando. Por suerte, lo que tenia que hacer ya estaba casi terminado, pero aún así, siempre parecía que no íbamos a conseguirlo en ese tiempo.
Lo peor de todo era lo exigente de mi padre. No estaba satisfecho muchas veces ni con su propio trabajo, y mira que tenia planeado aquello desde hacia tiempo.
Pero lo íbamos a lograr.
En otro orden de cosas, y volviendo al tema de Datsue, había recibido el día anterior una carta que, de su simpleza, parecía hasta extraña.
Hola,
Te escribo para contarte que mañana por la noche tendremos una fiesta veraniega en el jardín de mi casa. Habrá comida, bebida, música y la playa esta al lado para bañarnos a la luz de las estrellas. Espero que puedas venir.
PD: Puedes traerte a Sakura, también esta invitada.
Parecía una carta normal y corriente, si. Pero es que Datsue vivía a unos veinticinco minutos andando, y encima se estaba ejercitando, caminar le vendría bien. ¿Por que no había venido él mismo a invitarnos?
Tampoco quería darle muchas vueltas, igual simplemente estaba ocupado con sus asuntos. De cualquier forma, por las noches no tenia nada que hacer. Por lo que ir a la fiesta de Datsue no era un mal plan. Así también podria despejarme un poco de trabajo.
〜〜〜〜〜〜〜〜〜〜
Como no ponía hora, pero hablaba de comida y bebida, me presenté en casa de Datsue sobre las ocho y media, poco antes de la hora de cenar.
Yo iba vestido directamente con el bañador, unas sandalias y una camisa azul con un estampado de flores rojas y verdes. Sakura, por su parte, había escogido un sencillo vestido de tirantes azul y unas sandalias. También se había recogido su pelo anaranjado en una trenza que le caía por delante hombro derecho.
El calor parecía pegar fuerte ese año y Eri, pasándolo con un paipai en su mano derecha de forma eterna y una botella de agua helada en la otra, no se dignaba a salir de casa a no ser que el sol cayese lo suficiente para no morir tostada fuera. También se las había ingeniado lo suficiente para que su casa fuese un refugio oscuro para lograr conservar su poco frescor.
Aquel día, sin embargo, hubo un alto en su rutina, y es que había recibido una carta de Datsue, demasiado formal para su gusto, algo que le resultó extraño viniendo del mismísimo Uchiha. Pegó un mordisco a su polo de limón y caminó descalza desde el recibidor hasta el sofá, donde abrió la nota de nuevo para leerla detenidamente.
Hola Eri,
Te escribo para contarte que mañana por la noche tendremos una fiesta veraniega en el jardín de mi casa. Habrá comida, bebida, música y la playa está al lado para bañarnos a la luz de las estrellas. Espero que puedas venir.
—¿Bañarnos a la luz de las estrellas? —preguntó en voz alta, y luego miró con extrañeza su polo por si acaso estaba drogado con algo. ¿Ese era Datsue?
Se encogió de hombros y se fue a su habitación, a ver si podía rescatar algo para el día siguiente.
• • •
Tras optar por un vestido sencillo rojo claro sin mangas y unas sandalias cómodas, la chica iba de camino a la casa de Datsue. Si era una fiesta, se esperaba que hubiera más gente, aunque seguía sin entender muy bien a qué venía aquella invitación y su formalidad, por lo que iba a tener una conversación con Datsue en cuanto lo viera.
Jugó con uno de sus mechones de cabello, el cual había dejado parcialmente suelto recogido por una corona trenzada que le recorría todo el pelo por detrás hasta que llegó a la puerta, donde se encontró con un rostro familiar y una no muy conocida.
—¡Hola! —exclamó, de forma amable—. ¿Venís también a la fiesta de Datsue?
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
—Grupo 10: Eri, Daruu y Yota, (Otoño, 220), Poder 60
—Grupo ???: Eri, Datsue, Reiji y Hanabi, (Invierno, 220), Poder 100
Te escribo para contarte que mañana por la noche tendremos una fiesta veraniega en el jardín de mi casa. Habrá comida, bebida, música y la playa está al lado para bañarnos a la luz de las estrellas. Espero que puedas venir.
P. D.: Traete a Stuffy.
Me había ausentado un par de días y el mundo se había ido a la puta mierda. Alguien había secuestrado a Datsue y ahora quería chantajearme para que matase a alguien o le diese dinero. Seguramente lo del dinero, porque a Datsue ya le puedes poner un kunai al cuello que no te suelta ni medio ryo.
¿Pero quien era capaz de secuestrar a un Uchiha todopoderoso con un bicho todopoderoso sellado? Esto era un acto de terrorismo que ni en la época de Zoku. Era imposible que esa carta la hubiese mandado Datsue, si teníamos el sello de hablar para siempre ese. Hostias, claro, ¡el sello!
— Pssss, Datsue, ¿estás aún vivo? ¿Quien te tiene secuestrado y ahora quiere que vaya yo? ¡¿Por qué no me has avisado antes?! ¡¿Para qué coño tenemos esta mierda si no avisas cuando te secuestran?!
Ya estaba de camino al lugar. Con la misma ropa del día en que salí de viaje porque no me había dado tiempo a cambiarme y más hambre que un kuseño en un bufet libre de carne.
Atardecía, y el sol besaba tímidamente el horizonte. Eso no impedía que siguiese haciendo calor. Uno no apto para amejines. Uno que permitía freír los huevos en cualquier chapa dejada al sol. Lo peor era que el Uchiha, por si no fuese poco, tenía que aguantar el calor que provenía de las brasas de su parrilla. Un cóctel mortal, que combatía de la mejor manera que sabía: con música; alegría; y mucho, mucho hielo. Vestía con un bañador blanco y rojo, y una camiseta de tirantes negra, con un zorro anaranjado estampado en el pecho.
El vello se le erizó cuando oyó los primeros tonos de una canción que le gustaba mucho, y fue corriendo a subir el volumen de la cadena de música. Fue en ese instante cuando oyó a Nabi por el sello de la Hermandad Intrépida.
No pudo hacer otra cosa que responderle cantando:
«¡Nabi! ¡Que yo sé que he nacido para ser millonario!
¡Como si lloviera lanzando los billetes por los aires!
Un día por Yugakure al siguiente por Kasukami
Siempre bien escoltado, ¡a prueba de kunais!»
Rio. A carcajada limpia. Sin ningún motivo aparente. Entre el potente sonido de la música, oyó a alguien llamando a la puerta. O, mejor dicho, Datsuse lo oyó por él. El Uchiha desactivó el sello de la Hermandad y fue a abrir sin dejar de cantar.
Sonrió de oreja a oreja al verle.
«¡Reiji! Eh, ¿tú sabías que lo que yo quisiera es tener un velero?
De color turquesa y uno de color negro
Pero sé que no puedo hacer todo eso
Hasta el día en que tenga mucho dinero
¡Fucking money, man!»
La última exclamación la dijo con rabia, aunque no tardó en reírse al instante mientras le instaba a pasar con un par de palmadas en la espalda. Dio un sorbo a la copa con líquido rojo que tenía en la mano libre y sus ojos se posaron en el siguiente invitado.
Les condujo hasta el centro del jardín, donde había una mesa de plástico redonda con una gran jarra de sangría —llena de hielo y fruta troceada—, y otra de daiquiri con fresas. La cadena de música estaba a unos metros, junto a la parrilla donde se estaban haciendo una buena docena de chorizos.
«¿Daiquiri o sangría?
Poppin’ botellas,
Bautizo el velero, compro una estrella
Tengo una isla puesta a mi nombre
¡Fucking money, man!»
—No, en serio, chicos. ¿Daiquiri o sangría? —quiso saber para poder servirles. Se notaba que él ya llevaba un par de copas encima…
… de cada una.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—¡Hola! —Una voz familiar, al menos para mi, nos saludó—. ¿Venís también a la fiesta de Datsue?
—¡Hola! ¿Eri? —Solo la había visto una vez en la vida y yo no era del todo bueno para los nombres, sobretodo con la poca interacción que habíamos tenido. —Perdona, no se me dan muy bien los nombres. Ella es Sakura.
Ese era de los pocos nombres fáciles de recordar, sobretodo cuando pasas la mayor parte de la vida juntos.
—Hola, encantada. — Saludó Sakura haciendo una pequeña reverencia. —Disculpa al señorito Reiji, entrena mucho el cuerpo y muy poco la mente.
—¡Oye! —Aunque no le faltaba razón. Se echó a reir ante mi queja. —Y no hace falta que me llames se...
La puerta se abrió de golpe y la voz de Datsue me interrumpió.
¡Reiji! Eh, ¿tú sabías que lo que yo quisiera es tener un velero?
De color turquesa y uno de color negro
Pero sé que no puedo hacer todo eso
Hasta el día en que tenga mucho dinero
¡Fucking money, man!
No entendía nada de nada. Primero la carta extraña, y ahora esto. ¿Estaba enfadado por que no tenia dinero? ¿Era por que yo podía comprar un velero y él no? Pero luego se rió y me empujó para dentro con un par de palmaditas en la espalda.
Mire extrañado a Sakura y a Eri. No entendía nada de lo que pasaba.
Datsue nos condujo hasta el jardín, donde tenia una mesa de plástico redonda con... Ah... Claro. Eso explicaba el comportamiento de Datsue. Alchol. No había empezado la fiesta y ya estaba un poco... Mareado.
La comida, eso si, olía de maravilla.
¿Daiquiri o sangría?
Poppin’ botellas,
Bautizo el velero, compro una estrella
Tengo una isla puesta a mi nombre
¡Fucking money, man!
—No, en serio, chicos. ¿Daiquiri o sangría?
—Muchas gracias Datsue-san, pero yo no bebo alchol y el señorito Reiji tampoco.
—No hace falta que me llames señorito, por favor.
No la había traído a la fiesta en calidad de criada, aunque ahora mismo se estaba comportando como tal. Debía ser la costumbre.
Además, me daba muchísima vergüenza que me llamara "señorito".
—¡Hola! ¿Eri? —preguntó el chico, ganándose una inclinación afirmativa de cabeza como signo de que había dado en el clavo—. Perdona, no se me dan muy bien los nombres. Ella es Sakura.
—Hola, encantada. Disculpa al señorito Reiji, entrena mucho el cuerpo y muy poco la mente.
El susodicho replicó contra la muchacha, pero Eri restó importancia moviendo su mano frente al rostro.
—Encantada, Sakura-san —asintió de nuevo con la cabeza con cortesía antes de que...
La voz melosa de Datsue —probablemente endulzada con algo de alcohol— inundó sus oídos mientras cantaba una canción que ella reconocía bien poco, entonándole un verso a Reiji quien estaba casi más extrañado que ella, aunque eso mismo era lo que se esperaba ver de Datsue.
El olor a chorizo inundó las fosas nasales de la Uzumaki, quien no necesitó más invitación y pronto sus sospechas pasaron a un segundo plano, acercándose a la parrilla. La voz de Datsue seguía entonando aquella canción que sonaba en el aparato de música cerca de donde provenía el olor maravilloso de la parrilla, pero a ella le daba igual, el olfato ganaba frente al oído.
—No, en serio, chicos. ¿Daiquiri o sangría?
—¡Quiero probar el Daiquiri! —exclamó la pelirroja buscando algo con lo que dar la vuelta a los choricitos muy, pero que muy interesada por su cocción—. Por cierto, ¿no has invitado a Nabi? —preguntó, acordándose del Inuzuka y su fiel acompañante.
—Grupo 5: Eri, Daigo, (Invierno, 220), Poder 60
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17/07/2019, 21:38 (Última modificación: 17/07/2019, 21:39 por Inuzuka Nabi.)
«¡Nabi! ¡Que yo sé que he nacido para ser millonario!
¡Como si lloviera lanzando los billetes por los aires!
Un día por Yugakure al siguiente por Kasukami
Siempre bien escoltado, ¡a prueba de kunais!»
Torcí el gesto ante el aberrante canturreo que estaba entonando aquel desgraciado a través del sello. Ya está, estaba drogado hasta las cejas. ¿Lo habrían drogado o lo habría hecho él solito? Para qué engañarnos, si le habían ofrecido droga gratis seguramente no hubiese sido capaz de rechazarla. Perfecto, ahora teníamos en la villa a un jinchuriki Uchiha loco y poderoso sin ningún tipo de control sobre sí mismo, ya no digamos sobre su bicho.
Íbamos saltando de tejado en tejado y al oir el canturreo Stuffy casi se mata del dolor que le había provocado el desafinamiento general en la voz de Datsue. Por suerte, quedaba poco para llegar a la casa.
Desde el tejado no me fue dificil localizar al objetivo. Había un corro de gente en todo el medio del jardín y el Uchiha, como poseido por un demonio, no dejaba de moverse, como si el solo hecho de estar de pie le costase un esfuerzo. ¿Rehenes o los captores? No lo sabía y tampoco había tiempo para averiguarlo. Salté sobre él desde un tejado colindante, con fuerza, con decisión y un grito de batalla.
— ¡¡¡¡¡DATSUEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!
Stuffy me siguió con la misma decisión pero con el grito de batalla de un ladrido mal explicado. Yo caí encima del Uchiha deteniendo su posesión infernal y preparandome para el exorcismo. Pero el perro cayó encima mio, y ya no era un cachorro, era una masa de kilos y kilos de pelo.
Cuando logré quitarmelo de encima vi con más atención a los presentes.
— Hey, Eri. Y gente. ¿Qué tal? — levanté la mano para saludar, aún sentado encima del borracho.
—¡Una de daiquiri marchando! —exclamó con gusto ante la petición de Eri. Esta, a su vez, halló una pinza de barbacoa para darle la vuelta a los chorizos—. Ve echando la carne de ahí porfa —pidió, tras servirle una copa bien llena y fría.
La pregunta sobre Nabi le pilló por sorpresa.
—¿Nabi? ¿No lo oíste por el sello? —¿Tan borracho iba ya que se lo había imaginado? ¡Pero si solo estaba achispado!
Estaba a punto de hablarle directamente por el sello de la Hermandad Intrépida cuando Sakura le habló, asegurando que ni ella ni el señorito Reiji tomaban alcohol.
—Por favor, no pensaréis que soy tan desconsiderado como para no preparar una bebida sin alcohol, ¿verdad? La sangría sí lleva, preparada con el mejor vino tinto de Uzushiogakure no Sato, he de decir. —Todo el mundo sabía que en la Espiral se hacían los mejores vinos—. El daiquiri en cambio es cien por cien natural. Fresa de la temporada, un poco de azúcar, lima... ¡Pura vitamina C, amigos!
¡Dos copas bien llenas marchando para Reiji y Sakura de daiquiri!
—Probad, probad. Ya veréis.
Ahora que recordaba, ¿no llevaba también un poco de ron blanco? «Pues puede ser oye...» Pero, ¡casi ni se notaba en el paladar! «No... Pero eso no importa. Ahora... ¡Ahora soy un chico responsable! No, Datsue, basta de trastadas. Mejor les aviso antes de que...»
— ¡¡¡¡¡DATSUEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!
¡Bam! Antes siquiera de que su cerebro pusiese cara a aquella voz, antes de que pudiese llegar a comprender lo que estaba sucediendo, su cuerpo se dio de bruces contra el suelo. Algo muy pesado cayó encima de él, aplastándole el pecho contra el césped. De alguna forma, supo que aquello le dolería —y mucho— al día siguiente.
—No... puedo... res... pi...rar.
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Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
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19/07/2019, 21:21 (Última modificación: 19/07/2019, 21:22 por Sasaki Reiji. Editado 1 vez en total.)
—Por favor, no pensaréis que soy tan desconsiderado como para no preparar una bebida sin alcohol, ¿verdad? La sangría sí lleva, preparada con el mejor vino tinto de Uzushiogakure no Sato, he de decir.
Mi padre y el padre de Sakura, seguramente, hubieran apreciado aquello mucho mas que yo. Acostumbraban a beber y reir juntos tras la larga jornada de trabajo, pero en mi caso... La única vez que había bebido alcohol, no solo no me había gustado nada el sábado, si no que a demás se ma había puesto muy mal cuerpo.
—. El daiquiri en cambio es cien por cien natural. Fresa de la temporada, un poco de azúcar, lima... ¡Pura vitamina C, amigos!
—Si no tiene alcohol no pasa nada.
Datsue puso dos copas sobre la mesa.
—Probad, probad. Ya veréis.
—Creo que voy a ayudar a Eri con la barbacoa.
—Claro, pero no te esfuerces mucho, ya haces bastante trabajando.
Sakura cogió su copa y se puso de pie para ir a donde estaban Eri y la barbacoa, pero en ese mismo instante...
— ¡¡¡¡¡DATSUEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!
Antes de que nadie puediera reaccionar, una enorme figura, que por el grito parecía proceder de una persona, cayó sobre Datsue.
Por instinto, sin siquiera pensarlo ni saber quién era, puse a Sakura detrás de mí y llevé la mano al lugar donde deberían estar mis espadas, pero claro, venía a una fiesta, por lo que no estaban ahí.
Sin embargo, cuando me fije... Ese era el chico que había estado el día aquel del ataque de la gente de Kusa.
—¿Nabi?
Recordé su nombre por que lo habían mencionado hacia poco Datsue y Eri, por que si no... Aún así, no relajé los músculos.
Eri fue corriendo a socorrer a un ahora medio ahogado Datsue gracias a la entrada dinámica del Inuzuka, el cual había aparecido justo tras ser mencionado por ella.
—¡Nabi! —exclamó la pelirroja mientras tiraba de él, sin lograr escuchar nada de lo que el Uchiha decía—. ¡Que lo vas a asfixiar! —regañó dando un gran tirón.
¡Estaba perdiendo el tiempo para poder hincarle el diente a sus chorizos!
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Había mucho a lo que reaccionar y mis dos neuronas no estaban acostumbradas a ese sobreesfuerzo, así que me costó más de dos segundos soltar mi primera impresión de lo que había a mi alrededor.
— ¿Eh?
Estaba Eri, otra chica que igual debería saber quien era pero ni idea, el chaval ese tan majo que apareció en el examen que se desmadró y que igual también debería recordar su nombre, vamos, que aquello parecía una fiesta. ¿Una fiesta? ¡Y Datsue no me había invitado! ¡Habrase visto!
Reculé mentalmente mientras mi trasero hablaba en un color azulado. Espera. ¿Podía ser...? ¿Era posible...? Igual la nota esa tan extraña era una invitación. ¡Joder, Datsue, podías ser un poco más claro!
El olor de la barbacoa entró tras esperar la cola de mis pensamientos, que iba lenta. Me levanté y me acerqué a ver que se cocía, no literalmente, porque las barbacoas no cuecen. Entonces vi a Eri y volví a pensar y todo se volvió colapsar y entonces volví a pensar en Datsue. ¿No estaba secuestrado?
— Pero, ¿qué está pasando aquí? ¡Datsue!
Me acerqué a él que aún estaba en el suelo y lo levanté, el pobre chaval no podía con su alma y eso que solo le habíamos caido dos pesos pluma encima. Esta juventud.
— ¿Qué es esto, Datsue? ¿Una fiesta? ¿Y no me invitas? ¿Y esa nota tan rara? ¿Qué significa todo esto? — le gritaba mientras lo zarandeaba.
Stuffy aprovechaba la confusión para ir saludando a todos los que le caían bien de la fiesta y ver si le daban algo de comida. Primero fue a Reiji, que era su heroe salvador, y despues a Eri, que además de ser como su segunda madre, estaba al lado de la barbacoa y eso daba muchos puntos.
«Esto no es bueno…» Que lo tirasen al suelo, que lo levantasen de golpe, ahora que lo sacudiesen mientras le bombardeaban con una pregunta tras otra… Su cabeza no paraba de moverse, de marearse. Y con el par de copitas que se había tomado, sabía que aquello no acababa en nada bueno.
Sus músculos se tensaron, tratando de ofrecer algo de resistencia. Y… ¡vaya si lo hicieron! ¡De pasar de ser una hojita al merced de la marea a un auténtico bastión! «La hostia, pero si…» ¡Si es que estaba tonto! Quizá su cerebro todavía no lo tuviese del todo asimilado, ¡pero ahora estaba jodidamente fuerte! ¿Qué era un chico que ni debía llegar a los setenta kilogramos, cuándo él cargaba jodidos troncos por la playa?
De hecho… Sonrió. Tomó a Nabi por el cuello de su camiseta y el pantalón y…
—¡Yyyyyaaaaaaavooooolaaaaaaaarrrr!
Oh, sí. Y lo mandó volando. Como si no fuese más que una jabalina que tratase de estampar contra el portal de su casa.
—¡Yeeeeehhhhaaaaaaaaaaa! —«¡A mamarla, cabrón!»
La felicidad, no obstante, le duró bien poco. Arrugó el ceño, mientras negaba con el dedo índice.
—Oh, no, no, no, no. Eso sí que no.
La canción que empezó a sonar, de la misma cantante que la anterior, pedía a Izanagi que la librase del dinero. ¿Cómo se podía hacer una canción tan maravillosa y unirla con una tan horrenda? Tuvo que ir corriendo a cambiarla por otra, golpeando frenéticamente el botón de siguiente.
«Oh, ¡esta sí es buena!», pensó para sí, nada más reconocerla por las primeras notas. Sin poder evitarlo, su cuerpo empezó a bailar al son de la música. «Vamo pa’ la playa, pa’ curarte el alma. ¡¡Yeeeehhhhhaaaaa!!»
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
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23/07/2019, 18:42 (Última modificación: 23/07/2019, 18:43 por Sasaki Reiji.)
Todo sucedió bastante rápido. Lo que cayó sobre Datsue no era otra cosa que Nabi y su perro, cuyo nombre no recordaba, ni siquiera recordaba haberlo escuchado.
Mientras Nabi acosaba a preguntas a Datsue a la vez que lo zarandeaba hacia delante y hacia detras, el perro aprovechó a ir con el resto de invitados.
Primero se acerco a mí. Le acaricie la cabeza un poco a modo de saludo, y le presenté a Sakura, que también le acaricio un poco la cabeza. Luego, en animal se fue a por Eri. Yo no tenia comida, pero ella estaba al lado de los chorizos.
Y hablando de animales...
—Vaya...Si podias hacer eso ¿Para que necesitabas ayuda? —Pregunte despues de Datsue arrojara a Nabi lejos como si no pesara nada... —Oye Datsue, ¿tu no tenias un perro?
Antes de contestarme, Datsue puso mala cara. Por suerte, pareció ser que era la música, que no le gustaba, pues fue a cambiarla rápidamente.
Además, antes de que me diera cuenta, Sakura ya había desaparecido de mi lado, y se había acercado a Eri y la barbacoa.
—¿Puedo ayudarte?
Si pudiera leer la mente, me hubiera encantado que estaba pensando exactamente Sakura sobre lo que acababa de pasar. Seguramente algo asi como: "Que amigos mas raros tienes".
Si una palabra podía definir a Eri en ese momento era, sin lugar a dudas, flipada. Sí, en efecto, Eri estaba flipando en colores con lo que pasaba. Otra gente diría que debería estar acostumbrada, pero no, ella todavía no era capaz de asimilarlo con tanta rapidez como la gente se esperaba. Sin embargo, justo cuando Nabi empezó a preguntar cual descosido a Datsue, ella se alejó de nuevo hacia la barbacoa, entre asustada y algo hambrienta.
Y quería que no se chamuscasen sus chorizos.
— ¿Qué es esto, Datsue? ¿Una fiesta? ¿Y no me invitas? ¿Y esa nota tan rara? ¿Qué significa todo esto?
«Ahí debo darle la razón...»
Acarició a Stuffy algo ajena sin dejar de mirar a Nabi intentar ahogar al Uchiha, sin embargo éste, ni corto ni perezoso, lanzó al castaño sin apenas esfuerzo ni sudar un poco, dejando a Eri helada.
—¡Da-Da-Da...! —tartamudeó la Uzumaki, señalando el lugar por donde se había ido Nabi volando. Por suerte Sakura se acercó sacándola de la duda e hizo recordarla que sus choricitos la esperaban.
Tomó las pinzas y señaló a la otra muchacha que se fijase en los que se estaban tostando ya para ser retirados y poder degustarlos lo más pronto posible, luego le tendió las pinzas y se excusó acercándose a Datsue.
—¡Eh, Datsue! —exclamó, tomando su presunta bebida de paso, y sí, sabía que estaba pasando por alto que su novio acababa de salir volando, pero es que solía olvidarse con frecuencia de aquellas cosas... —. ¿Y la fiesta, a qué viene?
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