Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Tras un rato que se le hizo eterno, Koji consiguió acercarse a la puerta lo suficiente como para observar que sucedía allí, pero a una distancia prudente para no ser detectado.
Una vez allí el joven Kaguya pudo observar como esa parte también había sido tomada. Sus temores eran ahora reales, la aldea estaba totalmente cerrada al exterior y la idea de avisar a su familia había sido borrada de un golpe.
«Pues estamos jodidos, o me muevo o me escondo hasta que me salgan setas pero nadie vendrá a ayudar.»
Mientras estaba hundido en lo profundo de sus pensamientos, Koji escucho a lo lejos una voz que se le hacia familiar. Eran Yota y Kumopansa, que ya había sido detectados por los enmascarados.
«¿Pero este no se había largado a una montaña? Vaya puto momento ha elegido para volver.»
—¡Vaya momentazo para volver! —Dijo Koji sin poder creerse la suerte de encontrarlo en un momento como este.
La felicidad se truncó rápidamente cuando vio como una muchacha se lanzo encima de uno de los guardias propinándole tal ostia que lo mimetizó con el suelo. la chica se quedo gritando al guardia hasta que este se levantó y Kumopansa se lanzo a por su cuello.
Justo cuando estaba por salir al encuentro de los dos ninjas y su arácnido amigo, uno de los enmascarados le encontró y no fue hasta el momento en el que iba a besar su bota que apareció Yota para quitárselo de encima.
— Me alegro de verte, Koji-san. Te necesito. Kusagakure también. Es hora de luchar
—¡Y yo a ti Yota, no te haces una idea de cuanto! Me parece que a estas alturas lo de esperar ya no va a ser una opción. —Dijo mientras hacia brotar de su cuerpo hasta seis huesos de sus palmas, codos y rodillas. —Va siendo hora de que muestre lo que me enseño mi abuelo.
Koji cargó hacia el que hasta hace un momento estaba a punto de pisotearle, el cual aun intentaba levantarse, y casi como si bailase, le realizó varios cortes a la altura de sus brazos y piernas intentando inmovilizarlo.
—PV:
120/120
–
—CK:
68/100
– - 36 CK (Yanagi no Mai: 6 huesos) (divide chakra)
El segundo puñetazo noqueó al enmascarado y rompió su disfraz, mostrando un rostro familiar, pero anodino: el de un habitante con el que Lyndis se había cruzado en varias ocasiones. El hombre gimoteó en el suelo, tapándose la nariz, que le sangraba a goterones. La araña de Yota se subió encima y le mordió en el cuello: aquél hombre no viviría por mucho más tiempo.
A su alrededor, todo se había vuelto un mar de caos. Enmascarados luchando contra genin, chūnin. Ellos eran más fuertes, pero los kusajin fieles a Kintsugi eran más.
—¡¡Vamos, a los calabozos!! ¡¡Liberemos a los nuestros!! —gritó una de ellas, especialmente envalentonada.
Yota propinó justo a tiempo una patada a uno de los ninjas, que cayó al suelo. Estaba tratando de levantarse cuando Koji le inhabilitó para moverse hiriendo sus brazos y sus piernas.
—Hijos de puta... hijos de puta... ¡dictadores! ¡Malditos absolutistas! ¡Muerte a los kages!
Kintsugi
Los demás
Sama-sama
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
Posada en una pared cercana, una mariposa de colores apagados batió con lentitud sus alas, intentando pasar desapercibida. Hasta el momento parecía haberlo conseguido. Como solía ser habitual, nadie se había detenido a observar a un pequeño e insignificante insecto. Un pequeño e insignificante insecto que estaba mandando mensajes lejos de allí.
Kintsugi frunció ligeramente el ceño y se reincorporó con una tensión acumulada que decidió camuflar con entereza y gélida calma. Parecía que había llegado el momento de moverse.
—Quedáos aquí y no os mováis. Regresaré enseguida —les indicó a Daigo y Ranko. Era consciente de que si les informaba de lo que estaba ocurriendo en el exterior, por muy heridos que se encontraran, ambos querrían salir a ayudar.
Tal era la voluntad de Kusagakure que florecía en sus venas.
Aburame Kintsugi salió del refugio, con el rostro cubierto por una capucha. Hasta el momento su propósito había sido sobrevivir mientras enviaba a sus mariposas espía para informarse. Sobrevivir, informarse y esperar al momento adecuado. Necesitaba asegurarse de las lealtades que seguían con ella, pues sola no podría haber recuperado su aldea de las garras de la democracia. Y ese momento había llegado de una manera tan explosiva como cabía esperarse de sus compatriotas. Era hora de actuar.
Tal y como había visto a través de los ojos de su mariposa, el exterior era un auténtico caos: la gente corría de aquí para allá, chillaba, se envalentonaba, combatía contra la facción contraria... Y todo ese caos tenía su epicentro en la misma entrada de la aldea.
Sin más preocupaciones por seguir oculta, Kintsugi retiró la capucha de su cabeza y se llevó una mano al rostro para quitarse su característico antifaz, dejando a la vista dos inquietantes ojos compuestos muy diferentes a los de cualquier ser humano normal y corriente. Al mismo tiempo, cuatro esplendorosas alas surgieron tras su espalda y la alzaron a varios metros en el aire.
—¡No dejaremos que la aldea de Kusagakure caíga en vuestras sucias manos! —clamó—. ¡Kusagakure tiene sus raíces bien firmes y se defenderá con todas sus fuerzas de cualquiera que amenace su estabilidad! ¡Adelante, Kusajines, demostrad a esta panda de fanáticos de qué pasta estamos hechos las verdaderas Hierbas!
»¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A MI FAMILIA! ¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A KUSAGAKURE!
¤ Kanchōchō no Jutsu ¤ Técnica de la Mariposa Espía - Tipo: Apoyo - Rango: A - Requisitos:Aburame 60 - Gastos: 36 CK (impide regeneración de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: (ver descripción) - Sellos: - - Velocidad: Lenta - Alcance y dimensiones: Ilimitado
Kintsugi libera una única mariposa que se desplaza hasta un punto determinado por el usuario. El punto a ser espiado debe ser conocido por el usuario de antemano al haber estado en él y saber dónde se encuentra, de otra manera la mariposa no encontrará el camino. La velocidad a la que se desplaza la mariposa es, aproximadamente, la mitad de la velocidad que alcanza una persona normal (esto sería, a efectos prácticos, media casilla del mapa al día).
Kintsugi está ligada al insecto en cuestión por medio de su chakra, pudiendo escuchar y ver a través de sus ojos todo lo que perciba su insecto espía mientras esté activa la técnica.
¤ Fukugan ¤ Ojo Compuesto - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Aburame 60 - Gastos: 18 CK (divide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales:
Aburame Kintsugi cuenta con un Dōjutsu único y especial dentro del clan Aburame: Al activarlo, sus ojos pasan por un rapidísimo proceso de multiplicación que los transforma en un símil idéntico a los ojos compuestos de muchos artrópodos. Al contrario que en los del resto de vertebrados, los ojos compuestos no están formados por una sola lente que forme la imagen, ni tienen el usual iris rodeado por la esclerótica. En su lugar toda la superficie está conformada por cientos y cientos de subunidades denominadas omatidios que le dan ese aspecto completamente oscuro y casi siniestro.
Cada omatidio forma una imagen independiente, por lo que la nitidez de la visión de Kintsugi se ve notablemente reducida a más de tres metros. Sin embargo, esto se ve contrapuesto por una excelente percepción del movimiento, que va más allá de los límites humanos. En distancias cortas, cuerpo a cuerpo o inferiores a tres metros, Kintsugi será capaz de percibir cualquier tipo de movimiento, por mínimo que sea, y reaccionar de la mejor manera, de manera prácticamente milimétrica, para defenderse o esquivar.
Además, su rango de visión enfocada se ve ampliado hasta su extremo, abarcando prácticamente los 180º frente a los 60º del resto de personas normales (sin contar Hyūga).
¤ Chō no Tsubasa ¤ Alas de Mariposa - Tipo: Apoyo - Rango: S - Requisitos: Aburame 80 - Gastos: 50 CK (impide regen. de chakra) - Daños: - - Efectos adicionales: Permite al usuario volar - Sellos: Pájaro - Velocidad: Muy rápida (formación) - Alcance y dimensiones:
Las alas tienen una amplitud total de 4 metros
Las escamas pueden lanzarse en chorros de dos metros de diámetro hacia delante hasta 15 metros antes de disiparse
La epítome de las técnicas Aburame de Kintsugi, que es capaz de hacer crecer unas enormes alas de mariposa tras su espalda que le permiten surcar los cielos con total libertad de movimiento.
Con un gasto adicional de chakra (36 CK), el usuario es capaz de combinar estas alas con los efectos adicionales de las mariposas de su ventaja genética (Chō no Kikaichū), a excepción de Chi, pudiendo lanzar chorros de escamas al batir las alas que son capaces de envenenar, paralizar, provocar urticaria y adormilar a sus objetivos según el estado elegido. Las alas se iluminarán con el color que corresponde a cada efecto elegido.
Tras aquel golpe, un aracnido salto sobre su pelo al que le dirigió una mirada confusa y algo desagradable. ¿A quien coño le agradaba llevar una araña tan grande encima? Ugh. Aunque tampoco es que le tuviera miedo. Acto seguido, esta saltaría para darle un mordisco directo al cuello. El enmascarado, ahora despojado de su disfraz gimoteaba clemencia mientras seguramente intentaba quitarse la araña de encima.
— ¿Pero qué...? — Se trataba del dueño de una panadería cercana a su casa la cual visitaba con frecuencia.
¿Y este era quien clamaba sobre la revolución? Sabría en parte sobre el sufrimiento y el dolor que había pasado la villa cuando los vacíos de poder. ¿Entonces porque coño quería esto? ¿Tan mal lo estaba tratando el gobierno actual como para aceptar otra guerra civil en la villa? Otro buen montón de años de miseria, implantados además directamente usando la fuerza y posteriormente el terror por esta misma. Kintsugi había traido algo de estabilidad tras el sacrificio de Kenzou, pero el país seguramente no estaba dispuesto para otra guerra civil.
Y hablando de la Reina Mariposa que por la puerta asoma...
Un familiar grito llamaría su atención, forzando a girar la cabeza para ver el origen de esta. Y no era otra persona si no Kintsugi haciendo uso de toda su grandeza; unas enormes alas de mariposa se desplegaron a su espalda tras un estallido de chakra elevándose posteriormente, seguidos de un inspirador discurso y rematando con una orden sencilla y directa. Recuperar su tierra.
Sonrió, y crujió sus nudillos haciendo que tras el último "crack" unas visibles chispas rodeasen sus brazos de forma irregular tanto en intervalos como zonas y formas.
— Recuperémosla. A golpe limpio.
Parecía una abierta guerra civil y pese a que eran conocidos como buenos negociantes, entre ellos la única forma de diálogo que conocían era a golpes.
10/05/2021, 13:27 (Última modificación: 10/05/2021, 13:32 por Sasagani Yota. Editado 2 veces en total.)
Las tornas estaban cambiando. Los ánimos habían empezado a caldearse y los autenticos kusajin, aquellos fieles a lo que en su día Moyashi Kenzō defendió con su propia vida empezaron a creer en sus posibilidades, respaldados por algunos de los shinobis de la aldea. Fue la chispa que se necesitaba para encender a la población.
— Joder, así se habla, Koji. defendamos nuestra aldea
Vi la determinación en las palabras y en el semblante del Kaguya que no había dudado en zurrar a su agresor. Sin duda que me empezaba a gustar lo que estaba yendo. Ya poco importaba saber como se había legado a aquella situación en la aldea, nuestra mayor preocupación era devolverla a su estado original. Y la chispa propició el chispazo.
—¡No dejaremos que la aldea de Kusagakure caíga en vuestras sucias manos! —clamó—. ¡Kusagakure tiene sus raíces bien firmes y se defenderá con todas sus fuerzas de cualquiera que amenace su estabilidad! ¡Adelante, Kusajines, demostrad a esta panda de fanáticos de qué pasta estamos hechos las verdaderas Hierbas!
»¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A MI FAMILIA! ¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A KUSAGAKURE!
«¡Kintsugi-sama!» me dije para mis adentros buscando la figura de la Morikage.
— ¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A KUSAGAKURE!
Alcé el puño sabedor de que podiamos salir victoriosos. De hecho, debíamos salir victoriosos. De hecho, Kumopansa, desde su posición volvió a escalar el cuerpo de Lyndis y alzó su patita cuando se posicioné en la cabeza de la muchacha.
Koji seguía enzarzándose a golpes, apoyándose en Yota contra todos los que se los acercaban. No pasó mucho tiempo hasta que la gente empezó a mirar al cielo y a gritar en una sola dirección, lo que ralentizó la fiesta de golpes que se había montado y prácticamente obligó a Koji a mirar en la misma dirección.
—¡Pero qué coño es esa cosa! —Gritó con sorpresa mientras una figura semi-humana, con cuatro alas se había situado justo encima de ellos.
—¡No dejaremos que la aldea de Kusagakure caiga en vuestras sucias manos! —clamó—. ¡Kusagakure tiene sus raíces bien firmes y se defenderá con todas sus fuerzas de cualquiera que amenace su estabilidad! ¡Adelante, Kusajines, demostrad a esta panda de fanáticos de qué pasta estamos hechos las verdaderas Hierbas!
»¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A MI FAMILIA! ¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A KUSAGAKURE!
—¡Yota por favor dime que esa es la Morikage y por dios dime que está de nuestra parte!
Al Kaguya no le hizo falta más explicaciones que ver a sus compañeros levantar su puño al unísono al grito de "¡CON MI SACRIFICIO SIRVO A KUSAGAKURE!". Pues nada, si ellos se ponían a gritar, él no iba a ser menos, y tras repetir el mismo grito de guerra que entonaban sus aliados, volvió a la posición de combate esperando al siguiente infeliz que osara atacar a Yota para dejar incapacitados a los que este fuera noqueando.
Kintsugi era la Reina Prudente de Kusagakure. Aunque era tan kusajin como cualquier otra persona de la villa, destacaba mucho menos que Kenzou, y había adoptado sus otras tácticas. Mientras que Kenzou las escondía y mostraba su espectacular físico y técnica con el Taijutsu, en Kintsugi era al revés. Había mostrado métodos sutiles en más de una ocasión. Quizás por eso muchos vieron en ella un cambio de ciclo no deseado. Por otra parte, sus decisiones, hasta el momento, buenas o malas, desde luego habían sido controvertidas en una gran parte de la población. Eso había desembocado en dos afluentes: los conspiradores extremistas del lado del viejo orden de Kenzou y la Guerrilla.
Estos últimos, sin embargo, ignoraban el ardiente corazón que subyacía bajo la máscara de la mariposa. Y ahora aquellos ojos y aquellas alas transformaron sus rostros en el terror más absoluto. Por primera vez, vieron a la discípula de Kenzou, a una auténtica Morikage. Algunos se arrodillaron y se taparon la nuca con las manos mientras eran apaleados o esposados por otros compatriotas con sus propias esposas. Otros salieron corriendo, asustados. Algunos intentaban atacarla sin éxito, siendo interceptados por...
...otros patriotas. Los que se crecieron al ver a su Kage sana y salva. Lo que antes era un caos de golpes y filos ahora era un tremendo tsunami organizado entorno al vuelo de Kintsugi, que arrasaba todo a su paso y obligaba a las fuerzas de la Guerrilla a rendirse. Porque la Guerrilla no tenía líderes. No tenía un plan, más allá del golpe en el estadio, o de la toma de Kusagakure. Eso ya se decidiría en asamblea, ¿verdad?
El mismo error del pasado en Kusagakure. La falta de dirección. La falta de una mano firme.
¿Dictadura? Kusagakure se abrazaba a ella de nuevo.
Y con mucho gusto.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
17/05/2021, 20:18 (Última modificación: 17/05/2021, 20:45 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
El caos terminó por estallar con la proclama de la Morikage, y ella se abrazó a él con gusto, extendiendo sus alas de mariposa en toda su extensión. Su voz terminó de alzar a indecisos y a sus fieles y calló los rumores que aquellos indeseables habían esparcido sobre ella: Aburame Kintsugi no había muerto, Aburame Kintsugi seguía luchando por su aldea.
Pero igual que había personas que alzaban sus puños y clamaban su mismo grito, había muchos otros que la contemplaban con horror. Kintsugi vio a varios arrodillarse, tapándose la nuca con las manos mientras los Kusajines fieles defendían el honor de su aldea. También vio a otros osando intentar atacarla, pero siendo rápidamente interceptados por sus fieles. Y otros tantos trataban de escapar, como ratas cobardes escabuyéndose por las alcantarillas. No importaba. Todos y cada uno de aquellos eran traidores. Y sólo había una cosa que Kintsugi detestara casi tanto como detestaba a los bijū: La traición.
La rebelión sólo se extendería durante varios minutos más. La Morikage se había asegurado de dispersar una buena cantidad de mariposas durante su periodo de retiro, y una simple orden dada con la mano extendida sirvió para hacer que todas ellas alzaran el vuelo y terminaran posándose sobre los traidores: los que huían tropezaron y cayeron al suelo de bruces, súbitamente paralizados; los que habían intentado atacarlas sufrieron un repentino malestar que les hizo convulsionar entre rostros amoratados, estertores de sufrimiento e incluso heridas sanguinolentas, los que se habían arrodillado cubriéndose simplemente cayeron dormidos.
Todos ellos habían quedado listos y dispuestos para ser apresados, encarcelados y, posteriormente, ajusticiados según sus crímenes.
Y Kintsugi se iba a asegurar de que pagaran bien caro su intento de golpe de estado.
Pequeñas variaciones pueden implicar grandes cambios para el futuro, haciendo que la predicción de este sea a corto plazo incierta. De esta forma, puede producirse un efecto bola de nieve en el cual cada uno de los pequeños cambios, bifurque en otros futuros que por culpa de otros pequeños y aparentemente insignificantes, creen otras posibilidades. Una, y otra, y otra vez. Teoría del Caos en su más puro ser, provocado por el aleteo de una mariposa en el otro extremo del mundo posiblemente.
Solo que esta mariposa, era gigante.
Con cada uno de sus grandes aleteos, provocaba vientos de cambio allá por donde surcaba de innumerables formas posibles. Y quien sabe que provocaría en el resto del mundo con tan solo seguir sobrevolando la villa. Fuera lo que provocase el movimiento de sus alas, nadie sería capaz de predecirlo, pero una cosa era clara. Se venían grandes cambios inevitables.
La joven Lyndis se encontró completamente cómoda intentando interceptar a aquellos que podía. Placó incluso a uno en pleno vuelo para revolverse por el suelo y golpearlo un par de veces en la cara. En cuanto uno no podía combatir, dejándolo listo para que fuera arrestados debidamente, pasaba a buscar al siguiente revolucionario que era capaz de reconocer, alimentándose por el frenesí de la batalla mientras gritaba de la emoción; mientras destellos intermitentes recorrían sus brazos desaparecieron y provocando estruendos cada vez que sus puños chocaban.
Solo había que abrir los ojos un poco para ver que estábamos del lado vencedor y que los necios que osaron armar aquella revolución estaban más que sentenciados. Pero, más allá de eso, lo que teníamos delante eran necios. Gente al servicio de un desgraciado y de un malnacido. A fin de cuentas, lo que estábamos viendo con nuestros ojos era un puñado de necios. Ellos no eran los culpables. La raíz del problema seguía escondida. Me acerqué hasta la posición de Kintsugi, hinqué la rodilla en el suelo y agaché la cabeza a modo de reverencia.
— Gracias a los cielos que se encuentra bien, Kintsugi-sama. Pero tenemos que encontrar al auténtico responsable de esta revolución, ¿qué necesita que hagamos?
El combate se estaba tornando rápidamente a su favor y los enmascarados poco a poco dejaban de serlo y pasaban a ser vecinos arrestados, muchos de ellos parecía que solo seguían ordenes como un rebaño confuso, otros por el contrario, tenian sus convicciones bien arraigadas. Lo que estaba claro es que la persona a quien seguían les había llevado hasta ese lugar, más o menos convencidos, pero hay estaban y todos pagarían por su rebeldía .
Yota salió corriendo en la dirección de la Morikage e inclinándose ante ella con su rodilla en el suelo, no dudo en brindar su ayuda para lo que necesitara.
Por su parte Koji se acercó de manera menos notoria y siguiendo los pasos de su compañero plantó su rodilla en el suelo y de la misma manera que Yota, se ofreció para lo que necesitara.
Todo estaba sucediendo muy deprisa pero al menos sabía que sí podía fiarse de alguien, ese seria Yota, así que su plan era sencillo, seria como su amigo arácnido y se pegaría a este hasta que la situación se encauzara un poco.
Yota se acercó rápidamente hasta la posición de Kintsugi e hincó una rodilla en la tierra. La Morikage, que acababa de neutralizar a otro de aquellos traidores a la aldea, apenas giró la cabeza hacia él. Estaba demasiado concentrada en no bajar la guardia y evitar que los atacaran de forma sorpresiva.
—Me alegro de verte de vuelta, Yota. Aunque no sea en las mejores condiciones —le saludó, con una ligera inclinación de cabeza. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Yota había pasado tanto tiempo fuera de la aldea que no debía saber qué era lo que estaba pasando—. Se hacen llamar La Guerrilla —Explicó, señalando a muchos de los prisioneros que habían hecho—. Mucho me temo que no conocemos la identidad de su líder, pero sí que pretendían instaurar de nuevo la Democracia arrebatándome el sombrero de Morikage en el proceso. Tal es su afán de poder que hicieron estallar el Estadio de Kusagakure con cientos de personas en su interior. Pero me aseguraré de hacer interrogar a todos y cada uno de los rebeldes hasta que alguno cante. Tened por seguro que esto no quedará así. Po el momento, capturad a todos los que podáis.
Mientras Yota, Lyndis y Koji avanzaban junto con otros shinobi de Kusagakure hacia el corazón de la aldea, Kintsugi se quedó a interrogar a los que ya se habían capturado, liberar a sus jōnin de confianza y tratar de recopilar cualquier tipo de información posible de los cuerpos de aquellos que habían caído en combate, tanto amigos como enemigos. Lamentablemente, no obtuvo respuestas que le satisfacieran. Tan sólo risas, mofas, y gritos de "la democracia es el pueblo". Habían enmascarados que parecían tener más rango que otros, pero no pudo averiguar, de ninguna de las maneras, la identidad del lider de aquella fracasada revolución.
No tuvieron suerte tampoco el grupo de kusajin que ahora entraban al Edificio de la Morikage junto con algunos ANBU. A pesar de que lo intentaron (algunos más que otros), no pudieron evitar destrozar un poco el edificio, incluyendo el despacho de la Morikage. Esperaban encontrar allí al instigador de todo aquél caos, y quizás lo encontraron. Pero no encontraron líderes. Todos eran iguales. Gente normal. Gente convencida.
Demócratas.
Sin embargo, a uno se le deslizó una pequeña nota del bolsillo. Una nota que cayó a los pies de Sasagani Yota y que el muchacho tomó casi inconscientemente, quizás obra del destino.
Una nota en la que rezaba:
Tenéis el dinero y el apoyo del Señor Kurama. Os garantizaremos contactos permanentes y el compromiso de que Kusagakure quedará indemne en la guerra que vendrá. Encontraréis en nosotros un poderoso aliado.
Cuando todo acabe, escríbeme de vuelta, por el medio habitual. No será necesario reunirnos de nuevo en la estación. La última vez, pusimos en riesgo tanto vuestros intereses como los nuestros.
Atentamente,
M.
Esta cuenta representa a la totalidad de los administradores de NinjaWorld.es
26/05/2021, 17:16 (Última modificación: 26/05/2021, 17:17 por Sasagani Yota. Editado 1 vez en total.)
Lo cierto es que ni siquiera Kintsugi tenía respuestas concretas más allá de puros titubes. Habían hecho un buen trabajo en las cloacas y, aparentemente no habían dejado cabos sueltos más allá de saber que se hacían llamar la Guerrilla. Chasquee la lengua, contrariado y recuperé la verticalidad.
— Daremos con ellos, cueste lo que cueste. Cuente conmigo para lo que sea necesario
Tras ello seguimos avanzando a medida que íbamos neutralizando y arrestando a os revolucionarios que nos íbamos encontrando. Lo cierto es que Koji y yo hacíamos un buen tándem. El camino nos había llevado hasta los escombros del edificio que antaño fue la sede donde encontrar a Moyashi Kenzō, en la actualidad su sucesora, Aburame Kintsugi. allí hicimos alguna detención más hasta que algo cayó hasta mis pies. era una nota. La curiosidad me pude y la alcancé para acabar leyendola. A medida que lo hacía la ira se iba apoderando de mi ser, lo cuals e denotaba con la tirantez producida por la rigidez de mi piel en el rostro y unos ojos claramente encendidos de pura rabia.
— Ese cabrón... ¡Mierda!
Pillé al primer revolucionario que alcancé con la vista y apreté el cuello de su camisa para terminar empotrandolo contra la pared, ejercí fuerza con el brazo para realizarle algo de presión y me aseguré de que sus pies no tocaban el suelo. Con la otra mano le enseñé aquella nota.
— Será mejor que empieces a cantar o te rajo aquí mismo. ¿Quién se reunía con el General de Kurama?
Me venían a la mente las imágenes de aquel día y como el General jugueteaba con el cadáver de aquel hombre. Busqué con la mirada a Koji hasta que lo encontré.
— Koji, toma esto esto y dáselo a la Morikage
Y tras ello hice llegar la nota hasta las manos de Koji a la espera de que el pobre infeliz del revolucionario me contestase.
A golpe limpio se abrieron paso por prácticamente la villa entera hasta finalmente alcanzar el edificio principal y para muchos el más importante de la aldea. Parte del equipo especial de los ANBU ya habrían intentado entrar, pues junto a un par más no les fue problemático avanzar por el interior. ¿Pero que esperar ni más ni menos que de los grupos de elite? Si alguien podía hacer ese tipo de cosas sin problemas, eran ellos.
Yota, el chico de piel oscura parecía mas que decidido y aunque segun parecía era la primera vez que se había encontrado con esos tipos, se podía percibir que intentaba demostrar algo en el inicio de aquella guerra civil.
La joven no prestó más atención; golpeaba con sus chispeantes brazos o piernas a los enmascarados que intentaban asaltarles disfrutando del frenesí del combate. Un grito por parte del chico moreno, la hizo girar mientras sostenía a una persona agarrándola del cuello de la camisa contra una pared. Le dio un rodillazo, y la arrastró cogiéndola esta vez de la parte posterior de la camisa insconciente mientras se acercaba a su compañéro de misión improvisada.
Este se tornó en el momento incluso más violento, y pasó una nota al tercero del grupo sin perder la vista de su objetivo.
— ¿Has dicho Kurama? ¿Qué era ese papel? — preguntó a Yota dejando caer el cuerpo inerte a un par de metros, y colocándose al lado de él tras ver como se lo pasó a Koji.— No me digas que estos bastardos están con pinchados con él. — añadió en primera instancia, diciendo lo primero que se le vino a la cabeza.