Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Daruu se vio aliviado cuando todos acabaron por estar de acuerdo con su sugerencia, especialmente con la aprobación de Datsue y de Shanise, pero también con la de Kintsugi, que esta vez sí, se dignó a hacer que Ranko fuera algo más que un jarrón.
Cuando Shanise le interpeló, Daruu se aclaró la garganta y dio un respingo.
—Sí. Fíjense... fíjense en los movimientos de Kurama —dijo, señalando al mapa—. Cualquiera diría que está tratando de conquistar todo el territorio posible con una guerra relámpago, ¿pero y si su ejército no está en una posición tan fuerte como quiere aparentar?
»Hasta ahora, Kurama ha trabajado en las sombras por una razón. Y es porque teme el embite de nuestras tres naciones al únisono. Si se dan cuenta, casi parece que lo que está intentando es dividir nuestra atención a varios frentes. Intentando no, consiguiendo. No estoy tan loco como para sugerir que arremetamos de una frontalmente contra Yukio. No, pero es evidente que no quiere que los tres frentes unidos asedien esa ciudad.
»¿Por qué, entonces? ¿Es Yukio su cuartel general, o no? Nadie en esta reunión se ha planteado que Kurama posee más información de nosotros que nosotros de él. Estamos centrados en acciones bélicas, sí, pero estamos cojeando de la pata de la inteligencia. Necesitamos saber dónde se encuentra exactamente ese zorro. Vías de entrada. Posiciones estratégicas. Brechas en la defensa y en la vigilancia. Y necesitamos hacerlo, además, sin que él se entere.
»Porque así podremos llevar nosotros la guerra relámpago a sus puertas. Porque así podremos planear un ataque, en lugar de intentar defendernos con uñas y dientes como una presa. Además de esto, hay otras acciones estrictamente ofensivas y estratégicas que deberíamos tomar alejadas de los frentes principales... Verán.
Daruu tomó aire y señaló el mapa.
—Sea su base o no, en Yukio hay ejército y civiles, bajo el yugo de Kurama o a su servicio. Sea como fuere, necesitan comida o agua. También materiales y otras provisiones. Dudo que las Tierras Nevadas del Norte provean de cosechas o ganado suficiente. El suministro por vía terrestre ya no es una posibilidad, tanto por el corte en las vías del ferrocarril como el choque de frentes de guerra. La única vía de entrada de suministros es por la vía portuaria. Ellos controlan el puerto de Yukio, pero nosotros controlamos el tráfico naval cercano a Coladragón, así que el sur está descartado.
»Yukio siempre ha tenido una conexión portuaria con Inaka, en el País del Viento, pero realmente deberíamos tratar de controlar los puertos de las principales ciudades comerciales. Si se quedan sin comida, entonces tendrán problemas. Además, con el control de los mares podríamos evitar una posible diáspora de la conquista hacia otros países.
»Como digo, no sabemos si Yukio es su base o no y creo que es prioritario averiguarlo. No obstante es una apuesta bastante segura, dada la información recogida por Aotsuki Ayame en más de una ocasión, y la resistencia ejercida por Kurama en el Norte. Por eso sugería tomar el control de la ciudad fantasma. Déjenme un momento... —Daruu tomó un bolígrafo rojo cercano y comenzó a hacer marcas en el mapa—. ¿Se dan cuenta?
—Si cerramos el grifo en el puerto y tomamos la Ciudad Fantasma bajo nuestro control, Kurama se verá aislado. Tendrá problemas internos por la falta de suministros, y no podrá enviar tropas a otros países sin que, como mínimo, las detectemos, lo cual hará una conquista relámpago adicional mucho más difícil. Asímismo, si mantenemos abiertos los demás frentes, podríamos evitar una retirada de sus tropas y diezmarlas apropiadamente. Evitar que se repleguen de nuevo a Yukio.
»Y entonces, con el territorio recuperado, y un sólo corredor bélico...
—Un ataque conjunto de nuestros tres ejércitos a gran escala. Una estampida difícil de contrarrestar.
Y aunque al principio parecía el tipo más engreído, a palo seco, el tipo de orbes blanquecinos comenzó a elaborar un informe de la situación la mar de detallado. Al tipo no se le escapaba un solo detalle, por minúsculo que fuese. O al menos eso parecía, pues conforme iba narrando el hombre, al Senju sí que le pareció que había algo que no encajaba del todo. No por detalles técnicos en sí, si no por la estrategia a seguir mayoritariamente. El "amigo" de Datsue parecía completamente seguro de que cerrar las fuentes de suministro, así como encerrar a la bestia en su cueva, la harían vulnerable a un ataque en plan estampida. Pero él, conocedor de pocas bestias, siempre había escuchado un dicho...
Atrapa a una bestia entre la espada y la pared, y el muy mal bicho sacará las garras y los dientes para defenderse hasta la muerte, volviéndose hasta más agresiva que antes. Si en éste caso la bestia era un puto semi-dios, capaz de lanzar bolas de chakra que desintegrarían a miles de persona de una pasada... ¿Acaso pondrías a todas esas personas en un mismo sitio para que las arrasasen de un solo ataque?
Quizás su informe y su detallismo eran espléndidos en otro tipo de situaciones, pero hoy... hoy no parecían una buena estrategia.
Quiso decirlo en alto, quiso poner ese detalle a conocimiento de todos, pero el Senju no era nadie en esa sala de grandes shinobis. No era quién para rebatir las ideas de otro de mayor rango, y mucho menos de un general... un rango del que no tenía ni conocimiento dentro de las aldeas. ¿Acaso iban genin, chunin, jonin, general y kage?.
En vez de lanzar la controversia directamente, se aproximó al oído de Datsue, y en un tímido tono se lo revelaría. —Datsue, centralizar a todas las tropas en un ataque frontal contra Kurama... ¿no sería mandarnos a todos a una muerte segura? Yo mismo, que no soy un talentoso shinobi podría llenaros el camino de trampas mortíferas, y en cualquier punto podría organizar a todas esas tropas para realizar un jutsu gigantesco de fuego y calcinar a los que viniesen. Un ataque frontal sin distracciones, o sin apoyo desde otros flancos o incluso desde el aire, sería como darle una solución sencilla a Kurama... Una bestia a la que pones contra la pared, morderá y arañará con todo lo que tiene.
No pretendía ser un desvergonzado, pero no era de esos que aceptan un negocio sin antes tratar de regatear un poco, sacando el mejor resultado de algo que casi parecía ya cerrado.
Datsue puso cara de circunstancias cuando Shanise señaló el precio de su idea: la mesa. Antes de marcharse, tenía que acordarse de preguntarle a Hayato si llevaba algo suelto. Para pagar los desperfectos, claro. Sería de mala educación irse sin más. «¿O lo cargo a la Villa como “gastos diplomáticos”? Sí, supongo que encajaría».
«¿Has pensado en la opción de pagarlo de tu bolsillo?»
Pues no, no lo había contemplado. De hecho, estaba tan centrado en la reunión que el pequeño comentario del Gran Shukaku se le olvidó al cabo de dos segundos.
Daruu tomó la palabra, dejando caer la posibilidad de que quizá Kurama no era tan fuerte como quería aparentar. De haber estado allí Akame, hubiese citado a un antiguo general cuya mítica frase era: muéstrate débil cuando eres fuerte, y fuerte cuando eres débil. «¿Por qué tengo que recordar ahora a Akame? Joder, largo de aquí», le escupió a su consciencia, molesto.
Volviendo a centrarse, estaba bastante de acuerdo con Daruu en que cojeaban de la rama de inteligencia. Kurama sabía mucho de ellos, y ellos muy poco de él. ¡Ni siquiera conocían a la mitad de sus Generales! Ni donde estaban ubicados, o Kurama mismo. ¡Nada! Claro que, conseguir dicha información no era tan fácil. Si no tenía mal entendido, esa había sido la mismísima misión de Yui… y había muerto en el proceso. ¿A quién enviarían ahora, después de que la propia Tormenta pereciese?
Fuese como fuese, someter a Kurama al desgaste del hambre era una idea brillante por parte de Daruu, y tenía muy bien estudiado cada detalle para llevarlo a cabo. El Uchiha siempre se había considerado inteligente para romper los planes de otros —y no tanto para hacerlos—, y en un rápido ejercicio de ponerse en el lugar de Kurama, no se le ocurría forma de contrarrestar aquello… más allá de impedir que tomasen los tres puntos claves.
Sin embargo, Hayato tenía algo que decir al respecto, y lo hizo susurrándole al oído. Había escogido a aquel chico para el viaje como quien lanza un dado —algo que jamás reconocería a nadie—, pero, desde luego, no le había salido una pifia.
—No tengas miedo en expresarte abiertamente, Hayato. Te traje precisamente conmigo porque siempre piensas fuera de la caja. —La mentira fue tan gorda, tan descarada y con la naturalidad de quien está acostumbrado a hacerlo como respirar, que de sus labios sonó a una verdad franca y honesta—. Veréis, Hayato teme el último punto que propuso Daruu… la estampida final.
»Y comparto su preocupación. Concentrar nuestros tres ejércitos a gran escala en una zona tan concreta tiene sus peligros. Todos sabemos lo que puede hacer una Bijūdama. Si no nos andamos con ojo, Kurama podría acabar con todo de un solo golpe… y decantar la balanza definitivamente a su favor.
»Lo que me lleva al primer punto de Daruu: sí, estoy de acuerdo, necesitamos información y la necesitamos cuanto antes. Somos ninjas, al fin y al cabo. Nuestra especialidad es el espionaje, la infiltración. Cuando tengamos oportunidad, capturar a algún ninja de copo de nieve no estaría mal tampoco. Ojalá a un General, aunque me temo que estando una parte de Kurama en ellos… Bueno, la interrogación sería poco menos que imposible.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Finalmente, las tres Sombras habían llegado a un acuerdo con la elección de Sarutobi Hanabi. Aburame Kintsugi habría preferido a alguien más imparcial, ajeno a las tres aldeas, pero no se le había ocurrido ningún nombre adecuado para el puesto. Sólo esperaba haber elegido bien al apoyar a sus iguales.
Shanise le cedió entonces la palabra a su subordinado, quien no dudó en cogerla. Y se explayó largo y tendido sobre sus pensamientos al respecto de la ofensiva contra Kurama. Kintsugi se mostró sorprendida escuchándole. Puede que aquel muchacho de ojos perlados no hablara con el carisma natural de Uchiha Datsue, pero estaba claro que también había venido con los deberes hechos. El jōnin planteó la posibilidad de recabar información sobre la verdadera ubicación de Kurama, de planear un ataque frontal a su cuartel. Y, sobre todo, centrar la actividad principal en Yukio, donde el Kyūbi tenía bajo su comando ejércitos y civiles.
Sin embargo, por parte de Uzushiogakure se plantearon algunos temores. Básicamente, concentrar los tres ejércitos a las puertas de la guarida de un Bijū, podría desencadenar un ataque a la desesperada, destructivo como sólo una Bestia con colas podía ser. Y Kintsugi conocía de primera mano esa fuerza destructora, equivalente a un meteorito o a la explosión de un volcán. Aún palidecía al recordarlo. En sus sueños veía cada noche Kusagakure reducida a cenizas por la acción de una especie de escarabajo gigantesco con siete colas ondeantes.
—Estoy de acuerdo —agregó Kintsugi, tras las palabras del Uzukage—. Además si, como dices, el puerto de Yukio tiene conexión directa con Inaka, deberíamos priorizar ponerlo bajo control de nuestros shinobi. Sería una manera de cortarles los suministros de una forma menos directa que ir directamente a por Yukio. Kurama tardará más tiempo en darse cuenta de que algo no va del todo bien.
¡Ah, el combate! Ya hablaban de algo en lo que Ranko podía ayudar, al menos un poquito. Daruu se explayó con una táctica de asedio contra Yukio, mientras Hayato y Datsue mostraban preocupación por la posible desventaja de atacar todos a la vez. Kintsugi, por su parte, sugería aprovechar la conexión de Inaka con el puerto de Yukio.
Ranko se rascó el mentón. Esperaba poder utilizar correctamente lo que su madre le había estado enseñando.
—Kurama no estará encerrado en Yukio —se inclinó y apuntó, no al asentamiento, sino a la cordillera —. No demos por sentado que no usará las montañas como vía de escape o similar. Es posible que ya tenga en cuenta todo lo que estamos planeando justo en este momento. Hay que cubrir nuestros flancos m-muy bien. Si bien no tenemos al tiempo de nuestro lado, no hay que apresurarnos a la batalla.
Era curioso que fuese una Kusajin quien dijera eso. Su actitud calmada ocultaba que por dentro se deshacía de la pena. Alzó la vista y recorrió a los presentes con mirada cortés.
—¿Qué inteligencia tenemos sobre sus ninjas? Técnicas, habilidades, estilos de pelea... Aunque no podamos contrarrestar cada uno de ellos... S-saber qué usará contra nosotros es imprescindible.
Shanise escuchó atentamente a su subordinado sin interrumpirlo. Una cosa era cierta: el chico parecía haberle estado dando vueltas mucho tiempo. Eso sí, habían cosas que le parecían mejores que otras, y habían algunas que directamente le sonaban a locuras, como la manera apresurada e insegura que propuso para terminar con todo el plan.
Pero eso era normal, para eso se habían reunido. Si una sola persona fuese capaz de dar el plan definitivo no haría ninguna falta que el resto estuviese allí.
Shanise asintió, complacida. Exactamente por esto quería que aquel chico la sucediese.
— Ya hemos intentado interrogar a alguno, de hecho. —Añadió Shanise. Se podían decir muchas cosas de sus espías y exploradores, pero no eran ineficaces—. De momento es imposible sacarles nada. Tienen sellos y barreras mentales difíciles de romper, incluso para mí.
El plan de Daruu levantó conversación. Una muy buena conversación con muy buenos puntos.
—Respecto a lo que dice Sagiso-san... —dijo Daruu—. Me parece bastante difícil que puedan cruzar esas montañas. Son un terreno tan inhóspito que incluso los montañeros experimentados desaconsejan intentar alcanzar los picos más bajos. —Suspiró—. Probablemente no sea fácil tomar el puerto de Yukio... Una vez conquistado, intentarán hacer todo lo posible por recuperarlo, y tienen todo el territorio bajo sus garras. Sin embargo, Hayato tiene razón. Quizás podríamos atacar desde más de un frente, a intervalos de tiempo dispares. Que crean que vamos a por el puerto, y entonces atacamos por tierra.
»Es todo lo que tenía que decir —dijo Daruu, que empezaba a sentirse incómodo con los focos puestos sobre él. Tomó asiento y prefirió desviar su mirada al mapa—. Lamento la intromisión.
Su subordinada tenía algo que decir al respecto, sin embargo. Y, esta vez, optó por tomarla iniciativa y hablar por sí misma. Algo que decía mucho de la confianza que, poco a poco, iba ganando su kunoichi.
—Kurama no estará encerrado en Yukio —se inclinó y apuntó, no al asentamiento, sino a la cordillera—. No demos por sentado que no usará las montañas como vía de escape o similar. Es posible que ya tenga en cuenta todo lo que estamos planeando justo en este momento. Hay que cubrir nuestros flancos m-muy bien. Si bien no tenemos al tiempo de nuestro lado, no hay que apresurarnos a la batalla. ¿Qué inteligencia tenemos sobre sus ninjas? Técnicas, habilidades, estilos de pelea... Aunque no podamos contrarrestar cada uno de ellos... S-saber qué usará contra nosotros es imprescindible.
—Ya hemos intentado interrogar a alguno, de hecho —intervino la Arashikage—. De momento es imposible sacarles nada. Tienen sellos y barreras mentales difíciles de romper, incluso para mí.
—Eso dificulta la recolección de información... —murmuró Kintsugi, más para sí misma que para el resto.
—Respecto a lo que dice Sagiso-san... —volvió a intervenir Daruu—. Me parece bastante difícil que puedan cruzar esas montañas. Son un terreno tan inhóspito que incluso los montañeros experimentados desaconsejan intentar alcanzar los picos más bajos —explicó. Y razón no le faltaba. Kintsugi no conocía personalmente aquellas montañas, pero a juzgar por lo que podía ver en el mapa, lo escarpado del terreno sumado a las continuas nevadas lo convertían en un lugar de lo más inhóspito. Al menos para un ser humano normal y corriente, ¿pero lo sería para un monstruo como Kurama?—. Probablemente no sea fácil tomar el puerto de Yukio... —agregó, respondiendo a la sugerencia de Kintsugi—. Una vez conquistado, intentarán hacer todo lo posible por recuperarlo, y tienen todo el territorio bajo sus garras. Sin embargo, Hayato tiene razón. Quizás podríamos atacar desde más de un frente, a intervalos de tiempo dispares. Que crean que vamos a por el puerto, y entonces atacamos por tierra. Es todo lo que tenía que decir —concluyó, tomando asiento de nuevo con cierto gesto de incomodidad. «Pese a todo», comprendió Kintsugi«, no le gusta llamar la atención»—. «Lamento la intromisión.»
Fue Kintsugi quien se incorporó entonces. Apoyando sendas manos sobre la mesa, o al menos sobre los restos de esta, paseó la mirada entre sus iguales.
—Tendremos tiempo de retocar los detalles. No me gustaría alargar inútilmente esta reunión, pero hay algo más que debo tratar con ustedes, Arashikage-sono, Uzukage-dono. Hay algo de lo que debo advertiros —Hizo una breve pausa, preparando el terreno y asegurándose de que tenía toda su atención—. Estamos centrando toda la atención en ese Bijū de nueve colas, y es lo lógico, pero creo que estamos olvidando otro frente diferente y que puede llegar a ser igual de peligroso.
—Dragón Rojo —pronunció, con los labios tan tensos que se convirtieron en una fina línea—. Hace relativamente poco recibí una visita de uno de sus integrantes: Uchiha Zaide. Al parecer... había capturado a dos de mis shinobi y ahora exigía una cuantiosa cantidad de ryō a cambio de sus vidas.
Sabía que la inevitable pregunta se produciría tarde o temprano, por lo que procedió a resolverla antes de darles la oportunidad de plantearla siquiera.
—Me negué —admitió, y las manos sobre la mesa se convirtieron en dos puños apretados—. Era demasiado dinero. Tanto como para sacrificar el modo de vida del resto de ciudadanos de mi aldea. —No le importaba si la entendían o no, si compartían su punto de vista o no, sus intenciones en aquella conversación eran otras diferentes—. Pero eso no es todo —agregó, sacando de su haori un pergamino enrollado. Lo dejó sobre la mesa, al alcance de cualquiera que quisiera leerlo—. Nuestro amigo nos dejó un último regalo.
Querida Morikage,
Antes de nada, mis más sinceras condolencias por la pérdida de tus dos ninjas. Te envío lo que queda de Yota: su bandana. Ojalá pudiese acudir a su ceremonia, pero me pilla algo lejos. Sobre Daigo, te alegrará saber que encontré un segundo postor: Nathifa, de la Prisión del Yermo. Buena suerte al escuadrón que envíes para rescatar lo que quede de él.
Hubo una frase que se me quedó grabada de nuestro encuentro: con nuestro sacrificio, servimos a Kusagakure. Sacrificaste sin pestañear a dos de tus ninjas, pero, me pregunto: ¿estás dispuesta a hacerlo con toda tu villa?
Quiero que el País del Bosque siga los pasos de la Espiral y convoque elecciones para una República. Hace tiempo me dijiste que la democracia no funcionaba, pero eso fue una falacia. Quizá no sirva para una villa militar, pero, ¿para un país? Voy a darte la oportunidad de demostrártelo a ti misma. Convence a tu Daimyō, extorsiónale, amenázale, me da igual el método que emplees. Pero consigue las elecciones. Tienes hasta la Caída del Pétalo del 221.
El primer día de Ascua, si mi exigencia no se ha visto cumplida, haré una visita a Kurama. No solo le revelaré la posición de tu Villa, sino que haré que uno de mis compañeros de Dragón Rojo, conocido en su día como el Transportista de Bijūs —creo que ya sabes a quién me refiero—, lleve a Kurama al centro de Kusagakure en un parpadeo. ¿Te imaginas qué pasará entonces, Kintsugi? ¿Crees que tus mariposas podrán detener la bijūdama que se os caerá encima en apenas un segundo?
Con nuestro sacrificio, servimos a Kusagakure. Me pregunto si esa máxima la seguirá tu Daimyō. ¿Será capaz de sacrificar su sombrero por ella? ¿O serás tú quien sacrifique la Villa por el viejo?
Como cabía esperar del Uzukage, expresó que no debía tener miedo a compartir sus pensamientos. Es más, dijo que esa era la razón por la que le acompañaba, porque pensaba "fuera de la caja". Casi hace sonrojar al chico y todo, y eso que no era cosa fácil sacarle colores al Senju. Era todo un honor, ¿no?. Y tras esas mismas palabras, trasladó su inquietud a toda la sala, exponiendo el pequeño gran problema. Llegando también a su propio punto de inflexión: La información del enemigo. Ese punto, ese detalle, era algo que tampoco podían pasar por alto.
La tiparaca-mariposas fue la primera en contestar, coincidiendo con Datsue en priorizar Inaka a la par que el puerto. Tras ella, su kunoichi aventajada inquirió no dar nada por asegurado, que quizás tenía ya Kurama todo eso previsto. No había que apresurar la batalla, por mucho que tuviesen el tiempo en contra. Y de nuevo, salió el tema de la inteligencia sobre la oposición. En éste caso, fue la propia Arashikage quien dio respuesta, informando que ya se había intentado sacar información a rehenes, pero que en ningún caso hubo éxito. Muchas "barreras mentales", y técnica de sellado.
«¡OSTRAS! ¿¿ESO SE PUEDE HACER??»
Nuevamente Daruu interrumpió para dar su opinión, como había de ser. En ésta ocasión, dando a conocer que los picos de los que hablaba la mujer fuerte eran casi inexpugnables para montañeros experimentados. Seguramente no eran una ruta posible, o una de escapatoria. Pero subestimar al oponente sin saber bien de qué era capaz es un poco arriesgado. Lo que si, coincidió en opinión con lo que ahora parecían mayoría: El ataque debía producirse dispar, y pareciendo oleadas. Al menos debían extremar precaución, pues de una técnica podían eliminar a muchos cientos de shinobis.
En lo que parecía última instancia, la mujer de las mariposas pareció querer cerrar la reunión. Eso pareció al menos, pues muy lejos de la realidad, lo que verdaderamente le interesaba era poner en conocimiento un nuevo problema: Dragón Rojo. Al parecer, ésta "empresa" había tomado por rehenes a dos shinobis de Kusagakure. Rehenes a los cuales la mujer esa había vendido sin piedad. Bueno, sin piedad no: "Por el bien de los demás". Por un instante, Hayato sintió lo frívola y cabrona que podía llegar a ser esa mujer... Datsue no mentía, no se equivocaba con respecto a ella en un sólo ápice. Aparte de eso, la mujer sentenció que había recibido un último regalo de la banda, un pergamino que dejó sobre la mesa.
Antes siquiera de tratar de leerlo, hayato se acercó a Datsue. —Esa banda... ¿No es la que atacó a todos los señores feudales? ¿La que atacó el torneo ese? —Preguntó, carente de demasiada información veraz. A lo sumo, había escuchado de segundas, o terceras personas. Él no había vivido esa vorágine de destrucción y muerte, por suerte.
Tras hablar con Datsue, sí que trataría de leer por encima el pergamino, en lo que le fuese posible.
Ranko escuchó con más atención que antes. Sellos mentales. Había escuchado de ellos alguna vez, aunque el fūinjutsu era algo desconocido para ella en la práctica.
—Entiendo. Pe-pero hay formas... empíricas de obtener información de combate. S-si bien no lograremos sacarles la estrategia que Kurama planea, en algún momento n-nos habremos enfrentado con su gente, o sus generales, ¿No? ¿Contra qué han peleado los nuestros?
Daruu externó su duda respecto a Kurama usando las montañas para escapar. Ranko no dijo nada más al respecto, pues un Amejin sabría más de las tierras del norte que un Kusajin. Sin embargo, no podía dejar atrás la idea de que Kurama si podría usar las montañas a su favor. No había que desestimar las habilidades de tan peligroso enemigo.
Kintsugi entonces mencionó algo que le sacó un muy quedo suspiro a Ranko: La amenaza de Dragón Rojo. Ya había llorado a Yota y a Daigo, y había astillado una docena de árboles entrenando con furia en su nombre. Quería decirse que estaban bien, que la voluntad de ambos les mantendría a flote. Pero también de había preparado para lo peor. Para nunca verlos de nuevo. Ranko se mantuvo estoica, seria, ante el recuento de la decisión de su Señora. Aquella decisión que había entendido con sumo dolor.
—Así es, Hayato-san —le respondió la castaña —. Ellos atacaron, destruyeron el estadio y masacraron a una multitud. Son gente altamente peligrosa, y lo serán más si se alían con Kurama.
Ahora que, de momento, habían terminado con el tema de la estrategia, la Morikage decidió tomar la palabra para añadir un tema más a la reunión: Dragón Rojo.
Aparentemente, Kintsugi había recibido hacía poco una visita de Uchiha Zaide, quien había secuestrado a dos de sus shinobi y había pedido lo que Kintsugi consideraba que era una cantidad desorbitada de dinero. Tanto como para sacrificar el estilo de vida del resto de ciudadanos si lo pagaba.
Por supuesto, Kintsugi se negó, pero Shanise no conseguía entender cómo alguien podía pedir tantísimo dinero por dos ninjas de rango bajo.
Finalmente, la Morikage les dejó leer una carta que le había entregado el mismo Zaide, en la que la amenazaba con aliarse con Kurama para reventar Kusagakure si no cumplía sus condiciones.
Pobre imbécil. Ya había conseguido hacerse enemigo de todo Oonindo en el Torneo de los Dojos, pero con esta amenaza había sellado su destino del todo. Aunque no podían precipitarse.
— Es cierto que Dragón Rojo continúa siendo un problema real, pero no podemos dividir nuestras fuerzas aún más, considerando que Kurama ya nos tiene bastante divididos. —Expuso—. Aún así, debemos encargarnos de estos hijos de puta. Una amenaza a Kusagakure es una amenaza a la alianza. Ya tenemos todo Oonindo empapelado con sus caras, pero todavía nos falta terminar de apretarles la cuerda en el cuello.
Shanise miró al resto de Kages.
— Propongo hacerlos nuestro siguiente objetivo, después del País del Rayo.
7/04/2022, 00:44 (Última modificación: 7/04/2022, 01:16 por Uchiha Datsue. Editado 1 vez en total.)
La discusión siguió su curso, las ideas volaban de un lado a otro y fructificaban en un plan cada vez más pulido y elaborado. A decir verdad, desde el punto de vista militar y político, estaba siendo una estupenda reunión. Casi hasta se había olvidado de lo mal que le caía Kintsugi.
Casi.
Fue la propia Kintsugi quien puso un nuevo tema encima de la mesa. Casi literalmente, porque la mesa estaba rota, pero una carta voló sobre ella y Shanise fue la primera en atraparla. Datsue esperó su turno, y en la espera, escuchó las explicaciones de la Morikage. Se preguntó cuánto era para ella una cuantiosa cantidad de dinero. ¿Cuánto les habría pedido Zaide por el rescate? Por algún motivo, no tenía a Kusagakure como una villa tan rica como podían serlo las otras dos. Quizá fuesen prejuicios suyos.
Lo más probable.
Ante el comentario de Hayato, Datsue asintió, y no creyó necesario añadir nada más a lo expuesto por Ranko.
—¿Yota? ¿Se refiere a Sasagani Yota? —preguntó, cuando le pasaron la carta y empezó a leerla—. ¿Está muerto? —preguntó, incrédulo.
Casualidades de la vida o no, no consideraba a ningún kusajin un amigo. Pero de entre todos ellos, Yota era el que más cerca podía estar de serlo. Habían coincidido en más de una ocasión, y habían tenido sus más y sus menos —como Datsue había tenido con casi todo el mundo en sus tiempos más rebeldes—, pero desde luego era un chico que le caía bien.
Nombraba a otro chico: Daigo. ¿El mismo al que se había enfrentado en el torneo? Al parecer, estaba en alguna prisión. Datsue no tenía ni pajolera idea de dónde estaba, aunque le sonaba el nombre de Nathifa. Lo había leído por algún lado.
«Joder… Así que sigue empeñado en conseguir la democracia por el camino de la sangre», pensó, al continuar leyendo. Teniendo en cuenta que el País de la Espiral ya había dado el paso, dudaba que Dragón Rojo continuase siendo una amenaza para Uzushiogakure. Al menos, si sus intenciones eran únicamente esas. Eso no quitaba que siguiesen siendo un peligro para el resto, claro, o que no debiesen pagar por los crímenes cometidos. Por supuesto que debían hacerlo. Y con creces.
Su corazón se detuvo un momento cuando leyó un mote que conocía muy bien: el Transportista de Bijūs. Una súbita oleada de fuego iracundo recorrió sus venas, pero fue rápidamente extinguido, como quien corta el oxígeno a una vela. Confuso por la sensación —no recordaba haberla sentido nunca—, trató de enfocar la mirada en las últimas líneas. Pero algo iba mal. Le faltaba el aire. Joder, se puto ahogaba.
Tendió la carta a Hayato, tratando de disimular el sudor frío y la cara pálida que se le había puesto levantándose y dándoles la espalda del único modo que se le ocurría: yendo hacia el enorme ventanal que daba a un balcón. Lo abrió, y la eterna lluvia le golpeó el rostro empujada por una brisa fría. Al fin, un poco de aire fresco. Le sentó como un vaso de agua en una mañana con resaca.
—¿Qué pensáis hacer? —preguntó a Kintsugi, directo y al grano, ladeándose ligeramente para mirarla a los ojos. La propuesta de Shanise estaba muy bien, muy bonita, pero Dragón Rojo ya llevaba siendo el objetivo de las tres villas desde hacía más de un año, y no habían avanzado nada. Al menos con Kurama sabían donde tenía apostadas varias de sus fuerzas. Dragón Rojo, en cambio, eran serpientes. Los veías cuando te atacaban. No antes. No después—. Cuando llegue el día, si Zaide cumple su amenaza… ¿Cuál es el plan para evitar que Kusagakure se convierta en un cementerio?
Tendría que darle vueltas. Lo haría. Pero, así a bote pronto, no se le ocurría nada para defenderse ante un ataque así.
—Obviamente Zaide se está refiriendo a Uchiha Akame —pronunciar su nombre le provocó una nueva punzada en el pecho—. Puede teletransportarse a cualquier sitio en el que haya estado, llevándose a personas con él. Estuvo en Kusagakure conmigo. Un día. Yo podría… podría hacer memoria y señalarle en el mapa los puntos por los que fuimos pasando. Que yo recuerde, estuvimos juntos en todo momento. Podría apostar guardias por la ruta que recorrimos. Pero estamos hablando de una tarea titánica. Está el puente, las puertas de la villa, todo el camino que conduce al dojo del Morikage. El propio interior del dojo…
Hablaba kilómetros y kilómetros de recorrido. Y Akame podía presentarse en cualquier punto de ellos. En cualquier puto metro.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
—Esa banda... ¿No es la que atacó a todos los señores feudales? ¿La que atacó el torneo ese? —preguntó el acompañante del Uzukage.
Se dirigiera a su líder o no, fue Ranko la que respondió a su pregunta:
—Así es, Hayato-san. Ellos atacaron, destruyeron el estadio y masacraron a una multitud. Son gente altamente peligrosa, y lo serán más si se alían con Kurama.
—Es cierto que Dragón Rojo continúa siendo un problema real, pero no podemos dividir nuestras fuerzas aún más, considerando que Kurama ya nos tiene bastante divididos —intervino la Arashikage.
—No era mi intención dividir aún más nuestras fuerzas, Arashikage-dono —dijo Kintsugi, entralazando sendas manos—. Tan sólo advertiros de este nuevo peligro y de la posibilidad de que se terminen uniendo también a Kurama en un futuro próximo. Es algo que creo que debemos tener presente, para que no nos pille de sorpresa si se diera el caso.
—Aún así, debemos encargarnos de estos hijos de puta. Una amenaza a Kusagakure es una amenaza a la alianza. Ya tenemos todo Ōnindo empapelado con sus caras, pero todavía nos falta terminar de apretarles la cuerda en el cuello.
Kintsugi asintió para sí misma, en un agradecimiento silencioso.
—¿Yota? ¿Se refiere a Sasagani Yota? ¿Está muerto? —preguntó el Uzukage, que en esos momentos estaba leyendo la carta.
—El mismo —respondió la Morikage—. Sobre eso... nadie ha visto el cuerpo para confirmarlo pero... Me temo lo peor.
No tenía a Uchiha Zaide por alguien que se retractara de sus palabras por compasión, precisamente. Y mucho menos después de haber recibido la bandana de su shinobi como obsequio. Kintsugi la había guardado con recelo, y en aquellos instantes estaba organizando batidas de búsqueda con el sentido del olfato de perros de shinobi Inuzuka. Pero, hasta el momento, no habían tenido resultados favorables.
Y, pese a todo, no era lo único que le preocupaba a Uchiha Datsue:
—¿Qué pensáis hacer?[/psub] —le preguntó directamente—. [sub=mediumturquoise]Cuando llegue el día, si Zaide cumple su amenaza… ¿Cuál es el plan para evitar que Kusagakure se convierta en un cementerio?
—¿Que qué haremos, Uzukage-dono? —preguntó la Morikage, alzando una ceja. Su voz se había convertido en un peligroso filo. Lentamente, se inclinó hacia el Uchiha y clavó una de sus manos en los restos de la mesa—. Lucharemos. Con todo lo que tenemos. Pero no pienso permitir que los aires de grandeza de un criminal dicte cómo debe regirse la política de nuestra aldea, o de nuestro país. No pienso permitir que ese monstruo pisotee la memoria de Moyashi Kenzou. Y si eso significa nuestra extinción, así habrá de ser. Pero no voy a condenar a mi gente a otra democracia de esas sólo porque alguien como él lo exija.
—Obviamente Zaide se está refiriendo a Uchiha Akame —siguió explicando, refiriéndose al misterioso Transportista de Bijū—. Puede teletransportarse a cualquier sitio en el que haya estado, llevándose a personas con él. Estuvo en Kusagakure conmigo. Un día. Yo podría… podría hacer memoria y señalarle en el mapa los puntos por los que fuimos pasando. Que yo recuerde, estuvimos juntos en todo momento. Podría apostar guardias por la ruta que recorrimos. Pero estamos hablando de una tarea titánica. Está el puente, las puertas de la villa, todo el camino que conduce al dojo del Morikage. El propio interior del dojo…
—Agradezco la propuesta, Uzukage-dono. Y lo agradecería aún más si pudiera llevarse a cabo —agregó Kintsugi, inclinando la cabeza. Aunque no fuera posible apostar tantos guardias, contar con esa información al menos les aportaría una herramienta con la que trabajar en caso de que el Uchiha de Dragón Rojo cumpliera con su amenaza.
Datsue alzó una ceja, llena de escepticismo, ante la respuesta de Kintsugi. ¿Qué iban a luchar? ¿Cómo, exactamente? ¿Cómo se luchaba contra un tipo que te lanzaba una bijūdama por sorpresa que volaba una villa entera en cuestión de un segundo? Por lo que podía ver de Kintsugi, era una persona extremadamente patriota, de ideas fijas e inamovibles. Es decir, un puto peligro.
Si bien tenía que reconocer que él tampoco tenía una idea mucho mejor. De hecho, estaba cagado porque Kurama sabía la posición de Uzushiogakure, y nada le impedía replicar lo mismo en su villa. El Uchiha desconocía por qué Kurama no había ejecutado un movimiento así todavía. Quizá su sensación de superioridad y de megalómano total le hacía creer que no le hacía falta. Fuese como fuese, Datsue contemplaría como posibilidad la evacuación de civiles y shinobis si recibiese tal amenaza, entre otras cosas.
—Quizá un día le sorprenda ver lo bien que funciona la democracia en la Espiral —se atrevió a decir—. Aunque reconozco que es pronto para decirlo. Sea como sea, ni se me ocurriría deciros cómo debéis regir vuestro país, claro. Aunque, me gustaría dejar una reflexión.
»No sé cómo fuisteis elegidas Kages, pero tengo bastante claro que no fue por ser hijos de nadie en concreto, sino por méritos propios, como me sucedió a mí. El problema con el feudalismo es que sucede lo primero, y si tienes suerte con el primogénito pues genial, pero si te toca la oveja negra de la camada… —En la Espiral habían saboreado lo que era eso—. En fin, es cuestión de suerte, ¿y desde cuando nosotros, los ninjas, dejamos las cosas al azar?
»La contacto que me reveló la situación en el País de la Tierra me contó una cosa que me indignó mucho en el momento, pero que ahora, cada vez que lo pienso, más que enfadarme, me aterra. Hayato estaba presente, puede dar fe de lo que digo —dijo, haciendo un gesto hacia el Senju—. Cuando le pregunté a mi contacto, casi dándolo por hecho, si el pueblo apoyaría la revolución contra Kurama desde dentro… Bueno, me vino a decir que muchos no. Que había gente de a pie tan disgustada con el Daimyō anterior, que tenían la sensación de que el cambio estaba siendo a mejor . Me dijo, incluso, que algunos ni siquiera notaron el cambio de régimen.
»No notaron la diferencia —repitió, como si eso fuese lo más terrorífico que habían estado tratando hasta el momento.
Y en parte, lo era. Todos y cada uno de ellos, y los que le habían precedido, habían puesto a Kurama la etiqueta de tirano. El gran villano. El peligro que Rikudō había advertido. Blablablá. Y sí, Datsue pensaba que lo era. Pero, ¿y la gente que estaba bajo su mandato? ¿Por qué los shinobis de copos de nieve no hablaban cuando se les torturaba? ¿Por qué luchaban por él? ¿Por qué todo un pueblo como Yukio, que había tenido como Tormenta a una líder tan carismática como Yui, habían traicionado a su propia patria?
La respuesta a aquellas preguntas quizá nadie se atreviese a pronunciarlas en aquella sala. Pero la realidad era, en opinión de Datsue, que la gente que estaba habituada a pensar que tenía que haber un ser superior gobernándolos a todos, les era más fácil creer que ese ser debía ser más bien un tipo todopoderoso y eterno como Kurama, a una persona que meaba, berreaba y cagaba como ellos con la única diferencia de que tenía un sombrero sobre la cabeza.
En definitiva, habían infravalorado a Kurama en otro aspecto. En su poder de persuasión. En su poder de convicción.
—En fin, no quiero abrir un debate sobre esto —dijo, cerrando las ventanas del balcón y volviéndose a sentar, ya más calmado—. Con que le dediquéis un pensamiento a lo que implican mis palabras antes de dormir, me doy por más que satisfecho.
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado
Grupo 0: Datsue y Uchiha Raito, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 1: Datsue y Reiji, (Ascua, 220), Poder 80 e Inteligencia 80
Grupo 2: Datsue y Aiko, (Entretiempo, 220), Poder 100 e Inteligencia 80
Grupo 5: Datsue y Uzumaki Kaia, (Bienvenida, 221), Poder 100 e Inteligencia 80