19/08/2015, 18:41
(Última modificación: 19/08/2015, 18:42 por Inuzuka Nabi.)
"Eres débil. Te voy a enseñar lo débil que eres si es que tienes huevos, que con lo flojo que eres dudaría mucho que los tuvieras. Te espero en el Estadio de Uzushiogakure mañana a primera hora, ven solo o no vengas. Cobarde."
Con esa hermosa dedicatoria se había topado el joven rubio Uchiha al volver a casa tras hacer unos recados. Claramente, no le había sentado nada bien, de hecho, se había cabreado tanto que ni había dormido. En su rostro de seriedad habitual asomaba un leve gesto de enfado cuando con su ropa habitual salia de su casa a primerísima hora de la mañana. Tenia la suerte que desde la puerta de su queridisimo hogar disfrutaba de una buena vista del estadio en cuestión, así la probabilidad de perderse era nula.
Ese maldito desgraciado... ¿A quien se cree que llama cobarde, cuando es él el que va dejando notitas? Si ÉL tuviera los huevos que dice, se hubiera dignado a decirme este montón de basura en persona. Le hubiera partido los dientes y ahora todos seriamos felices.
Una de las pocas formas de quitarle el silencio que rodeaba habitualmente al rubio era enfadandolo, y aquel misterioso agresor verbal lo había conseguido, así que cuando se encontraran tendrían algo más que palabras. Llegó al lugar designado en nada y menos. Como buen shinobi recién graduado que era prefirió evitar entrar por la puerta principal, por lo que pudiera pasar y concentrando chakra en la suela de la sandalia escalaría una de las paredes del estadio tan rápido como podía.
Unos segundos más tarde, Nabi se encontraba en las gradas de aquel desierto lugar. No había ni un alma. Llegar tarde a un enfrentamiento que tú mismo habías provocado, en la escala de la descortesía eso debía ocupar entre los tres primeros puestos. Se sentó con la vista en la entrada principal, sin desoír todos los sonidos que le llegaban de los alrededores. El cielo empezaba a teñirse del color rojizo tan característico de los amaneceres en Uzushiogakure.
Sin embargo, el rubio había dejado de lado el paisaje, centraba toda su atención en ser el primero en enterarse de la presencia del otro. Eso era vital en un encuentro ninja, el factor sorpresa.
Con esa hermosa dedicatoria se había topado el joven rubio Uchiha al volver a casa tras hacer unos recados. Claramente, no le había sentado nada bien, de hecho, se había cabreado tanto que ni había dormido. En su rostro de seriedad habitual asomaba un leve gesto de enfado cuando con su ropa habitual salia de su casa a primerísima hora de la mañana. Tenia la suerte que desde la puerta de su queridisimo hogar disfrutaba de una buena vista del estadio en cuestión, así la probabilidad de perderse era nula.
Ese maldito desgraciado... ¿A quien se cree que llama cobarde, cuando es él el que va dejando notitas? Si ÉL tuviera los huevos que dice, se hubiera dignado a decirme este montón de basura en persona. Le hubiera partido los dientes y ahora todos seriamos felices.
Una de las pocas formas de quitarle el silencio que rodeaba habitualmente al rubio era enfadandolo, y aquel misterioso agresor verbal lo había conseguido, así que cuando se encontraran tendrían algo más que palabras. Llegó al lugar designado en nada y menos. Como buen shinobi recién graduado que era prefirió evitar entrar por la puerta principal, por lo que pudiera pasar y concentrando chakra en la suela de la sandalia escalaría una de las paredes del estadio tan rápido como podía.
Unos segundos más tarde, Nabi se encontraba en las gradas de aquel desierto lugar. No había ni un alma. Llegar tarde a un enfrentamiento que tú mismo habías provocado, en la escala de la descortesía eso debía ocupar entre los tres primeros puestos. Se sentó con la vista en la entrada principal, sin desoír todos los sonidos que le llegaban de los alrededores. El cielo empezaba a teñirse del color rojizo tan característico de los amaneceres en Uzushiogakure.
Sin embargo, el rubio había dejado de lado el paisaje, centraba toda su atención en ser el primero en enterarse de la presencia del otro. Eso era vital en un encuentro ninja, el factor sorpresa.
—Nabi—