26/08/2015, 00:19
Todo acabaría avanzando muy rápido, demasiado quizás. El rubio no tardó en mostrar hostilidad y ante mis insultos sus ojos se cubrieron de sangre y dibujaron dos aspas al rededor de su iris, ambas negras como el carbón, llevó su mano hacia su portaobjetos, con lo que le imité. El Uchiha lanzó un shuriken hacia mi cabeza. Gilipollas. No necesité siquiera sacar mi kunai para interceptarlo, un simple movimiento de cabeza hacia mi izquierda me sirvió para que el arma pasase por mi lado derecho y siguiese volando.
Antes de poder articular palabra alguna, una voz femenina nos interrumpió. Bueno, esa voz y el golpe de su caída. Era Mizumi Eri, la chica de cabellos azules con la que pocos días antes había formado equipo.
*Mierda.. ¿Qué hace Eri-chan aquí?
Me acerqué hasta ella rápidamente y la ayudé a reincorporarse.
-¿Estás bien?- antes que nada me interesé por el estado de la joven -El gilipollas del Uchiha me ha citado aquí para demostrarme lo hombre que es y lo débil que soy. Eso es lo que estoy haciendo-
Mientras contestaba a la pregunta de Eri apareció Juro, alarmado como la muchacha, buscando respuestas. Pero entonces recapitulé. Nabi estaba allí por el mismo motivo. Agité la cabeza.
*No puede ser..*
El Uchiha no era el emisor de aquella nota burlesca. O eso actuaba de forma magistral. Debía sacar conclusiones, rápidamente y además debía estar en lo cierto y mi facilidad para cabrearme iba a pasarme factura. Pero aún quedaba lo mejor. Pronto apareció un muchacho más. Me resultó familiar, sabía que lo había conocido en la academia, pero apenas unas pocas palabras, era un tipo epculiar y podía dar cierta grima. Precisamente por lo que acababa de hacer. De su mano yacía su victima, repleta de plumas y agonizando después de que le hincase el diente y le diese un buen bocado. Nekozuka Reiji, el niño tigre.
Por un momento pensé que estaba delirando o quizás que aquello era una pesadilla de mal gustó. Pero no, todo era demasiado real. ¿Un Genjutsu entonces? No era descartable.
Me encaré al Uchiha de nuevo.
-¿De qué puta carta hablas? ¡Aquí el que me ha citado aquí eres tu! Así que si tanto deseas demostrarme lo débil que soy, ven y bailemos-
*¡Cojones!*
Se me pusieron como escarpias. todos y cada uno de los pequeños pelos que cubrían mi piel se enrramparon ante el crujir del kunai del chico de pelo blanco con la valla metálica del anfiteatro. Hice caso omiso ante el papanatas ese. Simplemente me separé un poco de Eri y esperé la respuesta de Nabi, ya fuese de forma verbal o en forma de hostias. No podría conmigo, iba a superarle con lo que tenía, es decir, mi katana, mis kunais y mis huesos, por supuesto.
Antes de poder articular palabra alguna, una voz femenina nos interrumpió. Bueno, esa voz y el golpe de su caída. Era Mizumi Eri, la chica de cabellos azules con la que pocos días antes había formado equipo.
*Mierda.. ¿Qué hace Eri-chan aquí?
Me acerqué hasta ella rápidamente y la ayudé a reincorporarse.
-¿Estás bien?- antes que nada me interesé por el estado de la joven -El gilipollas del Uchiha me ha citado aquí para demostrarme lo hombre que es y lo débil que soy. Eso es lo que estoy haciendo-
Mientras contestaba a la pregunta de Eri apareció Juro, alarmado como la muchacha, buscando respuestas. Pero entonces recapitulé. Nabi estaba allí por el mismo motivo. Agité la cabeza.
*No puede ser..*
El Uchiha no era el emisor de aquella nota burlesca. O eso actuaba de forma magistral. Debía sacar conclusiones, rápidamente y además debía estar en lo cierto y mi facilidad para cabrearme iba a pasarme factura. Pero aún quedaba lo mejor. Pronto apareció un muchacho más. Me resultó familiar, sabía que lo había conocido en la academia, pero apenas unas pocas palabras, era un tipo epculiar y podía dar cierta grima. Precisamente por lo que acababa de hacer. De su mano yacía su victima, repleta de plumas y agonizando después de que le hincase el diente y le diese un buen bocado. Nekozuka Reiji, el niño tigre.
Por un momento pensé que estaba delirando o quizás que aquello era una pesadilla de mal gustó. Pero no, todo era demasiado real. ¿Un Genjutsu entonces? No era descartable.
Me encaré al Uchiha de nuevo.
-¿De qué puta carta hablas? ¡Aquí el que me ha citado aquí eres tu! Así que si tanto deseas demostrarme lo débil que soy, ven y bailemos-
*¡Cojones!*
Se me pusieron como escarpias. todos y cada uno de los pequeños pelos que cubrían mi piel se enrramparon ante el crujir del kunai del chico de pelo blanco con la valla metálica del anfiteatro. Hice caso omiso ante el papanatas ese. Simplemente me separé un poco de Eri y esperé la respuesta de Nabi, ya fuese de forma verbal o en forma de hostias. No podría conmigo, iba a superarle con lo que tenía, es decir, mi katana, mis kunais y mis huesos, por supuesto.
Narro ~ Hablo ~ Pienso ~ Kumopansa