3/06/2018, 16:53
Flama, Verano del año 218.
Akame observó con gesto aprobatorio la iniciativa de su alumna, que se acercó al reducido grupo de ninjas de la Aldea para presentarse como era debido. Él la siguió, manteniéndose justo detrás. Cuando Karma se presentó, el Uchiha hizo lo propio para saludar a su viejo compañero de fatigas, Riko, y a la Uzumaki con la que había trabajado en una peligrosa misión de rango C. Al chico de pelo castaño, y al perro, no les conocía.
—¡Riko-kun! Ha pasado un buen tiempo desde la última vez que nos vimos —saludó, con una inclinación de cabeza, y luego le dedicó otra a la pelirroja—. Eri-san.
Finalmente encaró al tercer ninja.
—Creo que no nos conocemos. Uchiha Akame —se presentó, formal y escueto.
El muchacho iba ataviado con el uniforme reglamentario de Uzushiogakure; al fin y al cabo, si iba a participar en un entrenamiento con otros compañeros, le parecía lo más adecuado. Además, Akame tampoco tenía un fondo de armario precisamente amplio. Llevaba, también, su bandana del Remolino en la frente, su espada cruzada en la espalda —en una funda bandolera— y sus dos portaobjetos en la cintura y en el muslo derecho, respectivamente.