1/07/2018, 15:25
(Última modificación: 1/07/2018, 15:25 por Amedama Daruu.)
Desde que lo vio, a lo lejos, bajó la mirada y la clavó en el suelo. No quería arriesgarse a caer en una ilusión del Sharingan tan pronto como cruzase miradas con él. De modo que por el momento no las cruzarían. Simple y llanamente.
Una gota de sudor inquieto le resbaló por la sien. No era por el calor. Sí, aquél endemoniado calor ya lo había sufrido, por eso venía preparado. Daruu no iba vestido como era habitual por allá al noroeste, en Amegakure, sino que había sustituido su chaqueta por una de manga corta, negra y con la cremallera abierta; y unos pantalones negros. Debajo de la chaqueta llevaba una camiseta sin mangas de color púrpura. Los mitones verdes eran ahora tan sólo unos guantes con espacio para las puntas de los dedos.
Había algo más inusual en Daruu. Y eran aquellos ojos de color púrpura.
—Hazme un favor y desactiva esa mierda roja vuestra, que seguro que la llevas en display —dijo, conteniendo la rabia apretando la mandíbula—. Soy Amedama Daruu, genin de Amegakure. Me viste llegar con el resto de mis compañeros. Entiendo las dudas, pero lo de los ojos tiene una explicación. Aunque no debería ser yo el que las diera hoy.
»Soy Amedama Daruu de Amegakure. Compartí celda en la prisión de un barco pirata contigo. Siempre llevas unas ganzúas en el dobladillo de tus calzones. Si tuviera que compartir un recuerdo con alguien para engañarte ese sería el último en el que dejaría que se metiesen.
Se cruzó de brazos.
—Cuando podamos hablar cara a cara, podrás empezar a explicarme por qué nos hiciste aquello a Ayame y a mi. Y por qué hiciste que mi kage casi la matara. Y a lo mejor te doy la oportunidad de enseñarme lo que le pasó a mis ojos.
»Los que estás viendo son un regalo de mi madre. Ahora, rompamos el hielo y guardemos los kunai. Tenemos demasiado de qué hablar... Uchiha Datsue.
1 AO
Una gota de sudor inquieto le resbaló por la sien. No era por el calor. Sí, aquél endemoniado calor ya lo había sufrido, por eso venía preparado. Daruu no iba vestido como era habitual por allá al noroeste, en Amegakure, sino que había sustituido su chaqueta por una de manga corta, negra y con la cremallera abierta; y unos pantalones negros. Debajo de la chaqueta llevaba una camiseta sin mangas de color púrpura. Los mitones verdes eran ahora tan sólo unos guantes con espacio para las puntas de los dedos.
Había algo más inusual en Daruu. Y eran aquellos ojos de color púrpura.
—Hazme un favor y desactiva esa mierda roja vuestra, que seguro que la llevas en display —dijo, conteniendo la rabia apretando la mandíbula—. Soy Amedama Daruu, genin de Amegakure. Me viste llegar con el resto de mis compañeros. Entiendo las dudas, pero lo de los ojos tiene una explicación. Aunque no debería ser yo el que las diera hoy.
»Soy Amedama Daruu de Amegakure. Compartí celda en la prisión de un barco pirata contigo. Siempre llevas unas ganzúas en el dobladillo de tus calzones. Si tuviera que compartir un recuerdo con alguien para engañarte ese sería el último en el que dejaría que se metiesen.
Se cruzó de brazos.
—Cuando podamos hablar cara a cara, podrás empezar a explicarme por qué nos hiciste aquello a Ayame y a mi. Y por qué hiciste que mi kage casi la matara. Y a lo mejor te doy la oportunidad de enseñarme lo que le pasó a mis ojos.
»Los que estás viendo son un regalo de mi madre. Ahora, rompamos el hielo y guardemos los kunai. Tenemos demasiado de qué hablar... Uchiha Datsue.
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