2/07/2018, 00:45
¿Como había dicho Akame? Su corazón se encogió. ¿Qué había dicho? El Uchiha tuvo que aguantarse las ganas de preguntarle, y soportar, como una tromba de agua que le estuviese cayendo encima, las verdades que le iba soltando. Para conocerse relativamente tan poco le había calado hasta el fondo. Los Dioses sabían que tenía razón. Nunca pensaba en las consecuencias. Ni en la de los demás, ni, para su desgracia, las suyas propias. Porque, tarde o temprano, sus jugarretas siempre terminaban salpicándole.
Puñetazo a las costillas. Guantazo a la cara. Rodillazo al riñón. Daruu no paraba. Cada espacio que había entre golpe y golpe no era un descanso, sino el tiempo necesario para imprimir todavía más fuerza al siguiente golpetazo. Quería que le mostrase lo que Ayame le había hecho. Con su Sharingan.
Podía hacerlo. Podía recrear cada minúsculo detalle de aquel momento. Lo recordaba como si fuese ayer. Estaban en la ducha. Él se agachaba. Ella se retorcía. Ambos desnudos...
No, ni de coña podía mostrarle aquel momento.
Pero Daruu insistía. Ofrecía algo a cambio. Resolver el enigma de sus ojos. Y, entonces…
—¡Joder, Datsue, no puede haber sido tan grave como para poner en compromiso a dos putas aldeas!
... le dio un puñetazo en la sien que lo mandó a la lona. Ni toda la labia del mundo, ni la mejor lírica dramática compuesta por el bardo más aclamado de Oonindo, hubiese podido replicar aquel golpe tan contundente.
—B-bueno… Yo… Esto… —Se había quedado sin argumentos—. Quizá no, joder, quizá no —tuvo que reconocer—. Pero, ¿qué sabía yo que se iba a ir tanto de madre? Joder, sí, lo hice sin pensar. Yo también tuve que pagar las consecuencias. —La ausencia de su placa dorada todavía le dolía, como alguien que tiene un muñón su miembro fantasma. No está ahí, pero te duele.
»Ayame ya sabe lo que me hizo —agregó—. Ella… Yo estaba con una chica, ¿vale? —Joder, iba a salir perdiendo contando aquella historia—. Aiko, ¿la recuerdas? —¿Se había enterado siquiera de lo que le había pasado?—. En el torneo de los dojos. Nos gustamos. Fuimos a dónde os alojabais, y… Joder, era mi puta primera vez. ¡Mi puta primera vez! Y estaba saliendo tan bien… Tan perfecto… Y va Ayame —la voz se le crispó de ira—. ¡Va Ayame y nos interrumpe! Joder si nos interrumpe, ¡empieza a golpear a la puerta como una loca! Y nosotros en mitad del… Pero oh, no, no podía quedarse ahí la cosa. Cuando vio que Aiko no le respondía, usó una de sus técnicas. —Ahora sabía que era una técnica porque la había usado contra él en Tane-Shigai—. De voz. Casi nos rompe los tímpanos, joder, ¡y el cristal de la mampara salió volando por los putos aires! Aiko se cortó un pie con los cristales. Yo otro. Chorros de sangre por doquier. —Quizá en eso último estaba exagerando un poco. Pero ya que su excusa era mala, había que maquillarla algo—. ¿Y todo por qué? ¡Por una jodida cebolla! Vamos hombre, ¡a tomar por culo! —exclamó, rojo de la ira. Pero empezaba a sentirse mejor. Desahogarse sentaba bien. Tenía que practicarlo más veces—. Ahora te reirás y todo lo que quieras, pero sabes que tú también te hubieses vengado. —¡Anda que no! ¡Vaya si se hubiese vengado!
Puñetazo a las costillas. Guantazo a la cara. Rodillazo al riñón. Daruu no paraba. Cada espacio que había entre golpe y golpe no era un descanso, sino el tiempo necesario para imprimir todavía más fuerza al siguiente golpetazo. Quería que le mostrase lo que Ayame le había hecho. Con su Sharingan.
Podía hacerlo. Podía recrear cada minúsculo detalle de aquel momento. Lo recordaba como si fuese ayer. Estaban en la ducha. Él se agachaba. Ella se retorcía. Ambos desnudos...
No, ni de coña podía mostrarle aquel momento.
Pero Daruu insistía. Ofrecía algo a cambio. Resolver el enigma de sus ojos. Y, entonces…
—¡Joder, Datsue, no puede haber sido tan grave como para poner en compromiso a dos putas aldeas!
... le dio un puñetazo en la sien que lo mandó a la lona. Ni toda la labia del mundo, ni la mejor lírica dramática compuesta por el bardo más aclamado de Oonindo, hubiese podido replicar aquel golpe tan contundente.
—B-bueno… Yo… Esto… —Se había quedado sin argumentos—. Quizá no, joder, quizá no —tuvo que reconocer—. Pero, ¿qué sabía yo que se iba a ir tanto de madre? Joder, sí, lo hice sin pensar. Yo también tuve que pagar las consecuencias. —La ausencia de su placa dorada todavía le dolía, como alguien que tiene un muñón su miembro fantasma. No está ahí, pero te duele.
»Ayame ya sabe lo que me hizo —agregó—. Ella… Yo estaba con una chica, ¿vale? —Joder, iba a salir perdiendo contando aquella historia—. Aiko, ¿la recuerdas? —¿Se había enterado siquiera de lo que le había pasado?—. En el torneo de los dojos. Nos gustamos. Fuimos a dónde os alojabais, y… Joder, era mi puta primera vez. ¡Mi puta primera vez! Y estaba saliendo tan bien… Tan perfecto… Y va Ayame —la voz se le crispó de ira—. ¡Va Ayame y nos interrumpe! Joder si nos interrumpe, ¡empieza a golpear a la puerta como una loca! Y nosotros en mitad del… Pero oh, no, no podía quedarse ahí la cosa. Cuando vio que Aiko no le respondía, usó una de sus técnicas. —Ahora sabía que era una técnica porque la había usado contra él en Tane-Shigai—. De voz. Casi nos rompe los tímpanos, joder, ¡y el cristal de la mampara salió volando por los putos aires! Aiko se cortó un pie con los cristales. Yo otro. Chorros de sangre por doquier. —Quizá en eso último estaba exagerando un poco. Pero ya que su excusa era mala, había que maquillarla algo—. ¿Y todo por qué? ¡Por una jodida cebolla! Vamos hombre, ¡a tomar por culo! —exclamó, rojo de la ira. Pero empezaba a sentirse mejor. Desahogarse sentaba bien. Tenía que practicarlo más veces—. Ahora te reirás y todo lo que quieras, pero sabes que tú también te hubieses vengado. —¡Anda que no! ¡Vaya si se hubiese vengado!
1 AO mantenida
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¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado