2/07/2018, 01:48
(Última modificación: 2/07/2018, 01:48 por Aotsuki Ayame.)
¿Sabéis por qué los cantos de sirena atraen inevitablemente a los oídos que las escuchan? Porque dichos cánticos llaman al corazón, evocando a sus más ansiados deseos.
Quizás fue eso lo que sintió Datsue cuando escuchó una voz a sus espaldas. Una voz que conocía terriblemente bien, y a la que añoraba con todo su corazón.
—¡Datsue!
La voz de Aiko.
Después de todo, se lo debía. Le había hecho una promesa allá en el País del Bosque. Y ahora le ofrecía aquel presente en Uzushiogakure.
La indómita joven de cabellos cortos y del color de la sangre que había conocido tanto tiempo atrás, y a la que hacía tanto tiempo que no veía, caminaba entre largas zancadas hacia él. Sus ojos chispeaban y cuando llegó hasta su posición...
Su mano restalló contra su mejilla con todas sus fuerzas.
Y sólo entonces una nube de humo la envolvió y desbarató la transformación. Ya no había ninguna muchacha de cabellos rojos; en su lugar, una kunoichi de cabellos oscuros y ondulantes como el mar taladraba con su mirada de ojos castaños al Uchiha.
Porque se lo debía. Oh, si se lo debía. Por culpa de un maldito malentendido Ayame había tenido que pasar por varios momentos peliagudos. Por culpa de aquel maldito Uchiha, Daruu le había lanzado una bola de fuego a bocajarro. Por culpa de aquel Uchiha, había estado a punto de morir a manos de su propia Arashikage después de una profunda humillación. Por culpa de aquel Uchiha...
Había sido contaminada.
¡¿Y todo porque había interrumpido sin pretenderlo su folleteo con Aiko?!
—Te odio...
Sus palabras resonaron temblorosas en su pecho y se reflejaron en sus ojos humedecidos por las lágrimas. Unas palabras que jamás había formulado contra nadie.
Quizás fue eso lo que sintió Datsue cuando escuchó una voz a sus espaldas. Una voz que conocía terriblemente bien, y a la que añoraba con todo su corazón.
—¡Datsue!
La voz de Aiko.
Después de todo, se lo debía. Le había hecho una promesa allá en el País del Bosque. Y ahora le ofrecía aquel presente en Uzushiogakure.
La indómita joven de cabellos cortos y del color de la sangre que había conocido tanto tiempo atrás, y a la que hacía tanto tiempo que no veía, caminaba entre largas zancadas hacia él. Sus ojos chispeaban y cuando llegó hasta su posición...
Su mano restalló contra su mejilla con todas sus fuerzas.
Y sólo entonces una nube de humo la envolvió y desbarató la transformación. Ya no había ninguna muchacha de cabellos rojos; en su lugar, una kunoichi de cabellos oscuros y ondulantes como el mar taladraba con su mirada de ojos castaños al Uchiha.
Porque se lo debía. Oh, si se lo debía. Por culpa de un maldito malentendido Ayame había tenido que pasar por varios momentos peliagudos. Por culpa de aquel maldito Uchiha, Daruu le había lanzado una bola de fuego a bocajarro. Por culpa de aquel Uchiha, había estado a punto de morir a manos de su propia Arashikage después de una profunda humillación. Por culpa de aquel Uchiha...
Había sido contaminada.
¡¿Y todo porque había interrumpido sin pretenderlo su folleteo con Aiko?!
—Te odio...
Sus palabras resonaron temblorosas en su pecho y se reflejaron en sus ojos humedecidos por las lágrimas. Unas palabras que jamás había formulado contra nadie.