9/07/2018, 11:13
Pero nadie movió un músculo, nadie pronuncio más palabras de reconciliación hasta que Daruu se adelantó:
—¿Podemos calmarnos todos un poco? —exclamó, intentando hacerse oír por encima del furioso zumbido de la rabia que impregnaba el ambiente—. Pretendía arrancar un par de explicaciones a Datsue, una disculpa para todos y quizás, por qué no, un par de hostias bien dadas. Pero está claro que aquí han pasado otras muchas cosas. ¿No os dáis cuenta que claramente le ha pasado algo con Aiko? No es normal que esté así. El Datsue que yo conozco estaría intentando excusarse de mil maneras diferentes y a cada cual más falsa —Daruu caminó hacia el centro y extendió las palmas de las manos hacia sus compañeros de villa, dirigiendo el comentario directamente hacia ellos.
Sin embargo, Kaido y Datsue seguían con los ojos clavados el uno en el otro. Como si pretendieran matarse con la mirada. Y algo debió pasar en aquel intercambio de miradas, porque, de repente, El Tiburón se puso blanco como la leche y Datsue le empujó con un dedo.
—Aiko lleva desaparecida seis meses —habló el Uchiha, pero con los ojos aún clavados en Kaido como si se estuviera asegurando de que no arremetía contra él informó a Daruu, de quien había captado sus últimas palabras. Pero sin mirarle, pues tenía la vista fija en Kaido, por si intentaba arremeter contra él—. ¿No os extrañó que no viniese al Chūnin? Es la única de Ame que participó en el torneo de los Dojos y no está.
Ayame no respondió enseguida. Estudiaba la inusual y extraña reacción de su congénere, que ahora se palpaba el cuello, la cara y el cabello como si no esperara que se encontraran allí. Después intercambió una mirada consternada con sus compañeros de aldea...
Y cuando la kunoichi se volvió hacia Datsue y vio la sangre brillando en sus iris, las piezas comenzaron a encajar en su cerebro.
—¿Qué le has hecho, Datsue? —preguntó, con los ojos entrecerrados.
—¿Podemos calmarnos todos un poco? —exclamó, intentando hacerse oír por encima del furioso zumbido de la rabia que impregnaba el ambiente—. Pretendía arrancar un par de explicaciones a Datsue, una disculpa para todos y quizás, por qué no, un par de hostias bien dadas. Pero está claro que aquí han pasado otras muchas cosas. ¿No os dáis cuenta que claramente le ha pasado algo con Aiko? No es normal que esté así. El Datsue que yo conozco estaría intentando excusarse de mil maneras diferentes y a cada cual más falsa —Daruu caminó hacia el centro y extendió las palmas de las manos hacia sus compañeros de villa, dirigiendo el comentario directamente hacia ellos.
Sin embargo, Kaido y Datsue seguían con los ojos clavados el uno en el otro. Como si pretendieran matarse con la mirada. Y algo debió pasar en aquel intercambio de miradas, porque, de repente, El Tiburón se puso blanco como la leche y Datsue le empujó con un dedo.
—Aiko lleva desaparecida seis meses —habló el Uchiha, pero con los ojos aún clavados en Kaido como si se estuviera asegurando de que no arremetía contra él informó a Daruu, de quien había captado sus últimas palabras. Pero sin mirarle, pues tenía la vista fija en Kaido, por si intentaba arremeter contra él—. ¿No os extrañó que no viniese al Chūnin? Es la única de Ame que participó en el torneo de los Dojos y no está.
Ayame no respondió enseguida. Estudiaba la inusual y extraña reacción de su congénere, que ahora se palpaba el cuello, la cara y el cabello como si no esperara que se encontraran allí. Después intercambió una mirada consternada con sus compañeros de aldea...
Y cuando la kunoichi se volvió hacia Datsue y vio la sangre brillando en sus iris, las piezas comenzaron a encajar en su cerebro.
—¿Qué le has hecho, Datsue? —preguntó, con los ojos entrecerrados.