9/07/2018, 11:40
(Última modificación: 9/07/2018, 11:42 por Amedama Daruu.)
Llegado a cierto punto de la escalada de tensión, Kaido quedó paralizado con cara de muerto durante unos segundos. Instintivamente, Daruu dio un paso hacia adelante, pero no sé atrevió a intervenir. Estaba seguro de que Datsue había metido a Kaido en un Genjutsu. Por su reacción posterior, uno no muy agradable.
—Le ha hecho un Genjutsu —respondió a Ayame, después de reconocerse en el espejo que era la cara de Kaido. Durante sus sesiones de entrenamiento con Zetsuo, los había sufrido demasiado.
Se acercó un poco más a Datsue con cautela.
—Datsue, estamos dispuestos a perdonar lo que hiciste —mintió, al menos por la parte que les correspondía a Ayame y a Kaido—, pero deberíamos hablar en profundidad y asumir responsabilidades. Y quizás si das tu brazo a torcer en esta venganza estúpida tuya podamos hablar de temas más importantes, ¿eh? Como lo que le ha pasado a Aiko, y lo que pudiéramos hacer para ayudarla... Al fin y al cabo es nuestra compañera.
Daruu se mantenía como el diplomático de la situación. Kaido era el más mordaz, y Ayame, cómo no, era la más emocional, pero también la más insegura del trío. Akame no tenía presencia en la conversación, ni se la esperaba. Era como una mota de polvo en las lentes de unas gafas. Una molestia. Intentaba cumplir el mismo papel que Daruu, pero era evidente que su plano tono de voz tendría el mismo efecto allí que susurrarle a una roca y esperar que se transformará en diamante, y terminaba siendo una imitación innecesaria.
—Claro que para hablar, tendría que ser sin el perrito faldero jōnin delante —susurró, a espaldas de Akame, para que sólo lo oyera Datsue—. Confío en que podamos gestionar esto de forma discreta.
Chasqueó la lengua. ¿Quién había invitado a aquél entrometido de mierda?
—Le ha hecho un Genjutsu —respondió a Ayame, después de reconocerse en el espejo que era la cara de Kaido. Durante sus sesiones de entrenamiento con Zetsuo, los había sufrido demasiado.
Se acercó un poco más a Datsue con cautela.
—Datsue, estamos dispuestos a perdonar lo que hiciste —mintió, al menos por la parte que les correspondía a Ayame y a Kaido—, pero deberíamos hablar en profundidad y asumir responsabilidades. Y quizás si das tu brazo a torcer en esta venganza estúpida tuya podamos hablar de temas más importantes, ¿eh? Como lo que le ha pasado a Aiko, y lo que pudiéramos hacer para ayudarla... Al fin y al cabo es nuestra compañera.
Daruu se mantenía como el diplomático de la situación. Kaido era el más mordaz, y Ayame, cómo no, era la más emocional, pero también la más insegura del trío. Akame no tenía presencia en la conversación, ni se la esperaba. Era como una mota de polvo en las lentes de unas gafas. Una molestia. Intentaba cumplir el mismo papel que Daruu, pero era evidente que su plano tono de voz tendría el mismo efecto allí que susurrarle a una roca y esperar que se transformará en diamante, y terminaba siendo una imitación innecesaria.
—Claro que para hablar, tendría que ser sin el perrito faldero jōnin delante —susurró, a espaldas de Akame, para que sólo lo oyera Datsue—. Confío en que podamos gestionar esto de forma discreta.
Chasqueó la lengua. ¿Quién había invitado a aquél entrometido de mierda?