13/11/2015, 22:44
La condición física del Ishimura le había fallado. Pues en su mente se suponía que alcanzar el trote de sus acompañantes sería algo sencillo. Sin embargo tanto Juro como Eri, le dejaron atrás con bastante facilidad. Tanta fue la separación, que al llegar al Jardín de los cerezos fue incapaz de divisar por donde se habían ido. Los jóvenes probablemente ya se hubieran dado cuenta de su ausencia, pero aun así y teniendo en cuenta la situación, era podo probable que se devolvieran a buscarlo.
«Bueno creo que es mejor de esta manera… Puedo pensar más claramente cuando no tengo que lidia con los trastornos de alguien otros… Pero me preocupa ese par, digo ambos tienen el sentido de orientación de una brújula de rota» —Pensaba en aquello mientras irónicamente tomaba el camino opuesto al que habían seguido Eri y Juro.
Luego de caminar por unos minutos un hedor bastante fuerte le hizo detenerse. Era bastante asqueroso pero al mismo tiempo muy familiar. Por supuesto que lo era, pues había pasado mucho tiempo cargando ese mismo olor cuando chico.
Localizar la fuente de aquel olor tan antinatural no fue difícil. Se trataba de un sujeto de aspecto mugriento y descuidado que se encontraba semioculto tras unos arbustos. Al principio se acerco pensando en que quizás pudiera estar herido o demasiado enfermo.
Mientras recortaba la distancia entre ambos, no pudo evitar el no hacer ruido alguno, pues el entrenamiento ninja incluía aprender a caminar silenciosos cual gatos si sus facultades se lo permitían. Ese mismo silencio le permitió distinguir lo que parecía el sonido de una palea bastante acalorada y unos gruñidos un poco familiares. En cuanto se encontró detrás de aquel hombre pudo ver lo que pasaba y la vez hacerse una idea de la situación. Se trataba de su compañero Uchiha, que en aquel momento se encontraba enfrascado en un intercambio de ataque con tres chicos más.
—¿Solo tres matones contra Nabi? Veo que estaban faltos de colaboradores, pero aun así yo hubiese mandado al menos cinco para cubrir su punto ciego—dijo con una voz fría y calmada.
Aquel ser mugriento dio un pequeño salto que denoto sorpresa. Lo cual era de esperarse pues el Ishimura le había hablado al oído. La reacción natural hubiera sido darse la vuelta y encarar al joven de piel morena, pero había dos cosas que se lo impidieron.
La primera fue una fuerte y dominante mano que aprisiono su hombro, mientras se aseguraba de mantenerlo agachado. La segunda fue el frio tacto del acero de un kunai que se había posado a un la de su cuello y que le advertía que no intentara forcejear.
—Estas en una situación bastante comprometedora, así que te recomiendo que pienses muy bien tus siguientes palabras y acciones —dijo con un tono perturbadoramente frio.
Ambos quedaban parcialmente ocultos por el arbusto. Sin embargo desde la posición de Nabi era imposible ver al malviviente pues tanta mugre, tierra y moho le hacían mimetizarse con los arbustos. Pero entre tantos verdes y marrones, era imposible ocultar aquella inconfundible mata de cabellos blancos y brillantes.
«Bueno creo que es mejor de esta manera… Puedo pensar más claramente cuando no tengo que lidia con los trastornos de alguien otros… Pero me preocupa ese par, digo ambos tienen el sentido de orientación de una brújula de rota» —Pensaba en aquello mientras irónicamente tomaba el camino opuesto al que habían seguido Eri y Juro.
Luego de caminar por unos minutos un hedor bastante fuerte le hizo detenerse. Era bastante asqueroso pero al mismo tiempo muy familiar. Por supuesto que lo era, pues había pasado mucho tiempo cargando ese mismo olor cuando chico.
Localizar la fuente de aquel olor tan antinatural no fue difícil. Se trataba de un sujeto de aspecto mugriento y descuidado que se encontraba semioculto tras unos arbustos. Al principio se acerco pensando en que quizás pudiera estar herido o demasiado enfermo.
Mientras recortaba la distancia entre ambos, no pudo evitar el no hacer ruido alguno, pues el entrenamiento ninja incluía aprender a caminar silenciosos cual gatos si sus facultades se lo permitían. Ese mismo silencio le permitió distinguir lo que parecía el sonido de una palea bastante acalorada y unos gruñidos un poco familiares. En cuanto se encontró detrás de aquel hombre pudo ver lo que pasaba y la vez hacerse una idea de la situación. Se trataba de su compañero Uchiha, que en aquel momento se encontraba enfrascado en un intercambio de ataque con tres chicos más.
—¿Solo tres matones contra Nabi? Veo que estaban faltos de colaboradores, pero aun así yo hubiese mandado al menos cinco para cubrir su punto ciego—dijo con una voz fría y calmada.
Aquel ser mugriento dio un pequeño salto que denoto sorpresa. Lo cual era de esperarse pues el Ishimura le había hablado al oído. La reacción natural hubiera sido darse la vuelta y encarar al joven de piel morena, pero había dos cosas que se lo impidieron.
La primera fue una fuerte y dominante mano que aprisiono su hombro, mientras se aseguraba de mantenerlo agachado. La segunda fue el frio tacto del acero de un kunai que se había posado a un la de su cuello y que le advertía que no intentara forcejear.
—Estas en una situación bastante comprometedora, así que te recomiendo que pienses muy bien tus siguientes palabras y acciones —dijo con un tono perturbadoramente frio.
Ambos quedaban parcialmente ocultos por el arbusto. Sin embargo desde la posición de Nabi era imposible ver al malviviente pues tanta mugre, tierra y moho le hacían mimetizarse con los arbustos. Pero entre tantos verdes y marrones, era imposible ocultar aquella inconfundible mata de cabellos blancos y brillantes.