1/07/2020, 05:35
Carisma 60 (+20 por Poder 100 de Ryuunosuke ) > Voluntad 40 de Ranko.
Intimidación abrumadora.
Intimidación abrumadora.
Aquel hombre era más que imponente. Y el cadáver con armadura que tenía a sus pies lo pintaba peor. Y la marca que hizo con sangre en la puerta incluso peor. Ranko tragó saliva y tembló. Tardó un instante en escuchar lo que Hana decía, y sus instrucciones de largarse de allí. Etsu se había quedado atrás, y la rubia parecía llevar a alguien en camilla. ¿Qué podía hacer? ¿Tumbar aquella bestia de una patada? No. No podía hacerlo.
Ranko asintió.
Tenían que irse, tenían que retroceder. Dio un paso hacia atrás al ver que aquella mole se les acercaba con calma, como un árbol que cae sobre un animalejo incauto. Caería sobre ellas y les aplastaría. Y no podrían hacer nada. Ranko sudaba.
—Atrás.
Se hizo lo suficientemente a un lado para dejar pasar a Hana y a la camilla, y luego dio otro paso más hacia atrás.
”No. No puedes huir. ¡Hakuto tiene que ser valiente! ¡Tiene que ser una heroína, una guerrera legendaria! ¡Hay gente allá afuera que podría estar en peligro! ¡Allá afuera, tras esa puerta! ¡Hay gente que podría necesitar tu ayuda!”
Volteó a ver a Hana por un momento. La Kusajin estaba al borde de las lágrimas, pero sus ojos, vidriosos, estaban decididos.
”No sé. Pero hay gente aquí que sé que la necesita.”
—Hana-san, no hacia dentro. Hay que salir —Hizo un gesto con la cabeza en dirección contraria al hombre. Si él venía de la plataforma, la dirección opuesta les sacaría del Estadio. Rogaba por que la conmoción estuviese en el interior. Rogaba por que Yondaime Morikage hiciese lo posible por proteger a los Kusajin de arriba, en las gradas —. ¡Sácala! Yo debo sacar a alguien también. Intentaré retrasarlo. ¡Corre!
Se giró hacia el hombre y, con manos temblorosas, hizo algunos sellos. Pateó el suelo.
—La precaución primero.
”Doton: Doryūheki”
Un muro de cuatro metros de ancho surgiría velozmente del suelo y se incrustaría en el techo. Luego, la Kusajin lo repitiría, creando un segundo muro, acoplado detrás, de manera que entre ambos cubriesen el ancho del pasillo. Aquel hombre podría ver la cresta del clan Sagisō grabada en la primera pared: una orquídea garza blanca rodeada de un círculo. ¿Detendría a ese hombre? Muy posiblemente no. Muy posiblemente le haría dar un paso o dos más y ya, ninguna molestia. Pero serían uno o dos pasos más de tiempo para retirarse.
Apenas se alzaran los muros, Ranko regresaría al cruce y, cuidando de no agarrar a Hana con la ruptura de su técnica, flexionaría las piernas y daría un fortísimo salto, agrietando el suelo y llegando a la enfermería.
—¡Etsu-san! ¡Akane-san! ¡Hay que irnos YA! —gritaría al llegar, con un evidente tono alterado de emergencia. En retrospectiva, le parecía que nunca había hablado con tanta claridad sin tartamudear. Esperaba que Hana le hubiese hecho caso y se hubiese largado de allí con su amiga. Y esperaba también que los Inuzuka estuviesen en condición de retirarse.
El cuerpo le dolía y la cabeza le daba vueltas, y apenas y podía concentrarse. No podía desperdiciar más tiempo.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)