5/07/2020, 10:31
(Última modificación: 5/07/2020, 12:25 por Himura Ren. Editado 1 vez en total.)
— H-hay un hombre, Ren-neechan, é-él no es... no es normal, es una bestia. Y-Y Ranko-san está ahí dentro, no-no puedo irme. S-sal, Ren, busca ayuda fuera, por favor. Ren...
Mas ruido del exterior en forma de fuertes estruendos amenazaban con que a fuera tampoco estarían seguros. ¿Que era todo aquello? ¿Quien era ese hombre y que es lo que quería de ellos? ¿Que coño estaba pasando? Quería y necesitaba respuestas. ¿Ranko? Nunca antes había escuchado ese nombre, seguramente se tratase de la chica que momentos antes había alzado aquellos grandes muros; aunque solo hubieran servido para ganar unos escasos segundos contra aquel hombre, o bestia como definió Hana. ¿Pero y ahora qué? ¿Marcharse y dejarla a su suerte, frente a aquella mole imparable? ¿Abandonarla tanto a ella como a la otra chica, que entró a una de las enfermerías?
Quería quedarse allí, no quería dejarla sola ni por un instante; solo era capaz de maldecirse una y otra vez por no ser más fuerte. ¿Pero que iba a aportar ella? ¿Uno o dos segundos más antes de que le aplastara la cabeza contra un muro?
— N-N-No hagas ninguna puta locura; b-buscaré ayuda — respondió entre lagrimas para darle un beso en los labios, mientras sus manos temblaban apoyadas los hombros de la uzujin; después la empujaría a un lado y sin que las lagrimas cesasen, formuló tan rápida y desesperadamente como pudo varios sellos. — ¡Katon: Haijingakure no Jutsu!
Aquella técnica no bastaría para cubrir la totalidad del pasillo, por lo que cuando fue a expulsarla en vez de apuntar hacia el final del pasillo, lo haría a la parte inferior de una de las paredes; girando entonces la nube de polvo sobre si misma, no sería igual de larga que de forma normal, pero con un poco de suerte acabaría taponando todo el pasillo.
Después, correría. Correría con las pocas fuerzas que le quedaban en sus dañadas piernas, sin cesar de llorar al lado contrario de por donde vino. Una de estas le flaquearía pero no llegaría a caer al suelo, gracias a que consiguió mantener el equilibrio; y no cesaría en su empeño hasta poder llegar al final.
«¡Necesito ayuda! ¡Quien sea! ¡Que alguien me ayude por favor!»
Mas ruido del exterior en forma de fuertes estruendos amenazaban con que a fuera tampoco estarían seguros. ¿Que era todo aquello? ¿Quien era ese hombre y que es lo que quería de ellos? ¿Que coño estaba pasando? Quería y necesitaba respuestas. ¿Ranko? Nunca antes había escuchado ese nombre, seguramente se tratase de la chica que momentos antes había alzado aquellos grandes muros; aunque solo hubieran servido para ganar unos escasos segundos contra aquel hombre, o bestia como definió Hana. ¿Pero y ahora qué? ¿Marcharse y dejarla a su suerte, frente a aquella mole imparable? ¿Abandonarla tanto a ella como a la otra chica, que entró a una de las enfermerías?
Carisma de Hana 60 vs Voluntad de Ren 30
Quería quedarse allí, no quería dejarla sola ni por un instante; solo era capaz de maldecirse una y otra vez por no ser más fuerte. ¿Pero que iba a aportar ella? ¿Uno o dos segundos más antes de que le aplastara la cabeza contra un muro?
— N-N-No hagas ninguna puta locura; b-buscaré ayuda — respondió entre lagrimas para darle un beso en los labios, mientras sus manos temblaban apoyadas los hombros de la uzujin; después la empujaría a un lado y sin que las lagrimas cesasen, formuló tan rápida y desesperadamente como pudo varios sellos. — ¡Katon: Haijingakure no Jutsu!
Aquella técnica no bastaría para cubrir la totalidad del pasillo, por lo que cuando fue a expulsarla en vez de apuntar hacia el final del pasillo, lo haría a la parte inferior de una de las paredes; girando entonces la nube de polvo sobre si misma, no sería igual de larga que de forma normal, pero con un poco de suerte acabaría taponando todo el pasillo.
Después, correría. Correría con las pocas fuerzas que le quedaban en sus dañadas piernas, sin cesar de llorar al lado contrario de por donde vino. Una de estas le flaquearía pero no llegaría a caer al suelo, gracias a que consiguió mantener el equilibrio; y no cesaría en su empeño hasta poder llegar al final.
«¡Necesito ayuda! ¡Quien sea! ¡Que alguien me ayude por favor!»