25/07/2020, 19:53
Una. Dos. Tres. Cuatro… Diez… Veinte… Treinta comprensiones torácicas. Mano apretando la nariz, otra al mentón, boca con boca e insuflar aire. Y a repetir el proceso. El médico era metódico y profesional. Su rostro estaba contraído por la tensión, pero sus manos bajaban y subían lo justo y necesario, en un continuo intento por reanimar a la pobre chica.
En un momento dado, otra joven se le acercó y empezó a hablar.
—¿Eh…? —preguntó el médico, desconcertado, mientras se esforzaba en continuar con la reanimación.
El chico que estaba al lado parpadeó varias veces, intentando enfocar su vista empañada por las lágrimas en Ranko. Abrió la boca, incrédulo.
—¡¡Pero no ves que está ocupado, HIJA DE LA GRAN PUTA!! —chilló, rabioso, sin ser capaz de dejar de llorar. Temblaba de rabia e impotencia—. ¿Suficientemente bien? ¡Al menos respira! ¡MI HERMANA SE ESTÁ MURIENDO! ¿¡PERO ES QUE NO LO VES!?
—¡T-te ayudaré en cuanto pueda! —gritó el doctor, sin dirigirle la mirada, en un intento por calmar las aguas.
En un momento dado, otra joven se le acercó y empezó a hablar.
—¿Eh…? —preguntó el médico, desconcertado, mientras se esforzaba en continuar con la reanimación.
El chico que estaba al lado parpadeó varias veces, intentando enfocar su vista empañada por las lágrimas en Ranko. Abrió la boca, incrédulo.
—¡¡Pero no ves que está ocupado, HIJA DE LA GRAN PUTA!! —chilló, rabioso, sin ser capaz de dejar de llorar. Temblaba de rabia e impotencia—. ¿Suficientemente bien? ¡Al menos respira! ¡MI HERMANA SE ESTÁ MURIENDO! ¿¡PERO ES QUE NO LO VES!?
—¡T-te ayudaré en cuanto pueda! —gritó el doctor, sin dirigirle la mirada, en un intento por calmar las aguas.
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