26/07/2020, 00:33
—¿Hija de quién?
Una mujer había llegado de un salto al lugar. Se agachó frente al grupo y depositó a dos personas en el suelo, uno inconsciente, pero sin muchas heridas, y otro con una herida en la frente que sangraba profusamente, pero que se encontraba despierto. Las había estado cargando a ambas en el hombro izquierdo, pues su brazo derecho estaba ausente. Al erguirse, se pudo ver el semblante totalmente serio y amenazante de la fémina pelirroja. Sus ojos estaban totalmente blancos, su frente estaba adornada con una furiosa vena, y sus músculos estaban más que marcados. La rodeaba un aura de fuerza pura. Vestía un kimono rasgado, aunque había sido ella misma quien se había deshecho de la parte inferior de la vestimenta al comenzar todo para mejorar su agilidad-
Hana y Ren habrían visto venir a la mujer moviéndose a saltos largos, y les había pasado por un lado. Parecía un demonio veloz, un ave rapaz buscando a su presa. O un madre preocupada.
—Repítalo, por favor. ¿HIJA DE QUIÉN? —El miedo se añadió a las razones del hombre para temblar.
—¡Madre! —Ranko olvidó por un momento de su dolor y se levantó para caer en el brazo de su progenitora.
—Oh, Ran-chan —El tono de Sagisō Komachi cambió a uno de alivio total. La abrazó como fuese la primera vez, o la última, que una madre ve a su hija —. Oh, Ran-chan, mi Usagihime. ¿Estás bien? Tu estómago, ¿estás herida?
—Madre. Madre, estoy bien, estoy… Sólo un poco cansada y… adolorida… Madre… Yo... —Ranko comenzó a llorar de nuevo, lentamente, en el seno de Komachi.
—Estás aquí, Usagihime, con vida —Komachi parecía leerle la mente a su hija —. Es lo importante. Y me has mantenido con vida a mí, de paso. —Komachi cerró los ojos y lágrimas de felicidad se escurrieron entre sus párpados —. Tu padre y Kuumi fueron a buscarte al otro lado del estadio, están bien.
Se separaron un momento.
—Logré sacar a Etsu-san y Akane-san a tiempo… N-no parecen muy malheridos, pero… No estoy segura. ¡D-doctor-san! —Le dedicó una reverencia. Ayudada por la presencia de su madre, Ranko ignoró al hermano de la fémina agonizante —. Gracias. P-por sus esfuerzos. S-sólo ocúpese de Etsu-san cuando haya salvado a la chica.
A Ranko no le importaron los insultos del hombre, pues entendía su sentir. Sólo le importaba que su madre estuviese viva. Que su familia estuviese viva. Que sus amigos lo estuviesen. Ranko suspiró con un inmenso alivio.
Una mujer había llegado de un salto al lugar. Se agachó frente al grupo y depositó a dos personas en el suelo, uno inconsciente, pero sin muchas heridas, y otro con una herida en la frente que sangraba profusamente, pero que se encontraba despierto. Las había estado cargando a ambas en el hombro izquierdo, pues su brazo derecho estaba ausente. Al erguirse, se pudo ver el semblante totalmente serio y amenazante de la fémina pelirroja. Sus ojos estaban totalmente blancos, su frente estaba adornada con una furiosa vena, y sus músculos estaban más que marcados. La rodeaba un aura de fuerza pura. Vestía un kimono rasgado, aunque había sido ella misma quien se había deshecho de la parte inferior de la vestimenta al comenzar todo para mejorar su agilidad-
Hana y Ren habrían visto venir a la mujer moviéndose a saltos largos, y les había pasado por un lado. Parecía un demonio veloz, un ave rapaz buscando a su presa. O un madre preocupada.
—Repítalo, por favor. ¿HIJA DE QUIÉN? —El miedo se añadió a las razones del hombre para temblar.
—¡Madre! —Ranko olvidó por un momento de su dolor y se levantó para caer en el brazo de su progenitora.
—Oh, Ran-chan —El tono de Sagisō Komachi cambió a uno de alivio total. La abrazó como fuese la primera vez, o la última, que una madre ve a su hija —. Oh, Ran-chan, mi Usagihime. ¿Estás bien? Tu estómago, ¿estás herida?
—Madre. Madre, estoy bien, estoy… Sólo un poco cansada y… adolorida… Madre… Yo... —Ranko comenzó a llorar de nuevo, lentamente, en el seno de Komachi.
—Estás aquí, Usagihime, con vida —Komachi parecía leerle la mente a su hija —. Es lo importante. Y me has mantenido con vida a mí, de paso. —Komachi cerró los ojos y lágrimas de felicidad se escurrieron entre sus párpados —. Tu padre y Kuumi fueron a buscarte al otro lado del estadio, están bien.
Se separaron un momento.
—Logré sacar a Etsu-san y Akane-san a tiempo… N-no parecen muy malheridos, pero… No estoy segura. ¡D-doctor-san! —Le dedicó una reverencia. Ayudada por la presencia de su madre, Ranko ignoró al hermano de la fémina agonizante —. Gracias. P-por sus esfuerzos. S-sólo ocúpese de Etsu-san cuando haya salvado a la chica.
A Ranko no le importaron los insultos del hombre, pues entendía su sentir. Sólo le importaba que su madre estuviese viva. Que su familia estuviese viva. Que sus amigos lo estuviesen. Ranko suspiró con un inmenso alivio.
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