26/07/2020, 18:45
—¿Hija de quién?
—¡Hija de puta!
—Repítalo, por favor. ¿HIJA DE QUIÉN?
—¡UNA HIJA DE PUTA! —repitió él, sin siquiera verla por el mar de lágrimas que cegaban sus ojos. Estaba enajenado. Fuera de sí. Sin nada que perder en aquellos momentos. O eso creía él, ahora que solo sentía dolor, pena y angustia imaginándose una vida sin su hermana pequeña. ¿Por qué había insistido tanto en ir a ver aquel torneo de mierda? ¿Por qué había convencido a sus padres para que dejasen ir a su hermana con él, tan lejos de casa?
Era su culpa…
Su culpa…
Su culpa.
Hubo una gran bocanada de aire. Alguien respirando. Una exclamación.
—¡Vamos!
El doctor posó las manos sobre el pecho de la joven y, en vez de seguir haciendo comprensiones, sus manos emitieron una tenue luz esmeralda. El chico se tiró sobre la mano de su hermana y empezó a sollozar sobre ella, repentinamente aliviado.
—No te preocupes, chico. No te preocupes. Vivirá. —Sus ojos se desviaron fugazmente hacia el cuerpo inconsciente que le habían traído, así como a otro más que sangraba profusamente por la frente. No parecían graves. Tampoco el amigo de la kunoichi, que le colgaba baba de la boca y tenía los ojos idos. Claramente estaba…—. Tu amigo está en estado de shock.
Algo muy serio, pero no moriría de ello. Desvió su atención de nuevo hacia la chica que todavía estaba curando y que de milagro había traído de vuelta a la vida.
—¡Hija de puta!
—Repítalo, por favor. ¿HIJA DE QUIÉN?
—¡UNA HIJA DE PUTA! —repitió él, sin siquiera verla por el mar de lágrimas que cegaban sus ojos. Estaba enajenado. Fuera de sí. Sin nada que perder en aquellos momentos. O eso creía él, ahora que solo sentía dolor, pena y angustia imaginándose una vida sin su hermana pequeña. ¿Por qué había insistido tanto en ir a ver aquel torneo de mierda? ¿Por qué había convencido a sus padres para que dejasen ir a su hermana con él, tan lejos de casa?
Era su culpa…
Su culpa…
Su culpa.
Hubo una gran bocanada de aire. Alguien respirando. Una exclamación.
—¡Vamos!
El doctor posó las manos sobre el pecho de la joven y, en vez de seguir haciendo comprensiones, sus manos emitieron una tenue luz esmeralda. El chico se tiró sobre la mano de su hermana y empezó a sollozar sobre ella, repentinamente aliviado.
—No te preocupes, chico. No te preocupes. Vivirá. —Sus ojos se desviaron fugazmente hacia el cuerpo inconsciente que le habían traído, así como a otro más que sangraba profusamente por la frente. No parecían graves. Tampoco el amigo de la kunoichi, que le colgaba baba de la boca y tenía los ojos idos. Claramente estaba…—. Tu amigo está en estado de shock.
Algo muy serio, pero no moriría de ello. Desvió su atención de nuevo hacia la chica que todavía estaba curando y que de milagro había traído de vuelta a la vida.
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