31/07/2020, 03:20
(Última modificación: 31/07/2020, 19:52 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
La marcha fue cansada, pero constante. Al final llegaron al dojo, donde un hombre mayor parecía dirigir el lugar, a pesar de no ser médico. Komachi llevaría a Etsu junto con otros heridos y el clon de Ranko le acompañaría con Akane a hombro. Depositarían en el suelo a los Inuzuka con sumo cuidado.
—Éstos dos están en shock —indicaría la mujer en voz alta —. Sí, el perro también es de los nuestros. No parecen tener nada más grave —Luego se dirigiría al hombre al mando para responderle—. Un caos, por supuesto. Parece que los atacantes se retiraron ya, y Morikage-sama y Uzukage-sama están heridos. Había médicos en las inmediaciones, pero no parecen darse abasto. No sé mucho más.
Tal parecía que las Himuras conocían a aquel Oda, y la rubia preguntó por médicos para tratar a su hermana y a Ranko.
—Oh, n-no, no es necesario. E-estoy más que nada… cansada. Mis heridas habían s-sido tratadas anteriormente y… y… sólo estoy exhausta —No quería dárselas de ruda, pues era cierto: su vientre, si bien le dolía bastante, no sangraba, y la mella física venía del esfuerzo principalmente. Una larga siesta y un buen festín y estaría fresca como una rosa —. No sé si Ren-san… ¡Oh, disculpa! Sagisō Ranko, u-un gusto…
La de la trenza le dedicó una pequeña y levemente dolorosa reverencia a la Amejin. Se le había hecho un poco maleducado no haberse presentado ante ella previamente, aunque conociese a Hana.
—Ran-chan, cariño, no creo que sea tiempo para… Ahm… ¿Ran-chan? ¿Me prestas un hombro?
La mujer se había interrumpido para dar dos pasos veloces hacia Ranko. Luego suspiró con pesar. Su cuerpo perdió firmeza y sus músculos se encogieron levemente. Su rostro se tornó mucho muy cansado y su frente perdió aquella agresiva vena. Parecía un metal ardiente al que le hubiesen echado agua fría de repente. Ranko se apresuró para atrapar a su madre y evitar que cayera al suelo. Los ojos de la mujer habían regresado a su castaño normal.
—Gracias. A-ahora déjame… Déjame descansar un rato…
Ranko asintió y acompañó a su madre, antes imponente, ahora reducida por el uso de las Puertas Internas. Afortunadamente no había abierto más de un par, aunque su cuerpo estuviese resentido de tal técnica. Le ayudaría a sentarse con la espalda contra la pared.
”No veo… No veo a Kuu-chan ni a padre aquí…” pensó después de un angustiado vistazo a la estancia.
—Éstos dos están en shock —indicaría la mujer en voz alta —. Sí, el perro también es de los nuestros. No parecen tener nada más grave —Luego se dirigiría al hombre al mando para responderle—. Un caos, por supuesto. Parece que los atacantes se retiraron ya, y Morikage-sama y Uzukage-sama están heridos. Había médicos en las inmediaciones, pero no parecen darse abasto. No sé mucho más.
Tal parecía que las Himuras conocían a aquel Oda, y la rubia preguntó por médicos para tratar a su hermana y a Ranko.
—Oh, n-no, no es necesario. E-estoy más que nada… cansada. Mis heridas habían s-sido tratadas anteriormente y… y… sólo estoy exhausta —No quería dárselas de ruda, pues era cierto: su vientre, si bien le dolía bastante, no sangraba, y la mella física venía del esfuerzo principalmente. Una larga siesta y un buen festín y estaría fresca como una rosa —. No sé si Ren-san… ¡Oh, disculpa! Sagisō Ranko, u-un gusto…
La de la trenza le dedicó una pequeña y levemente dolorosa reverencia a la Amejin. Se le había hecho un poco maleducado no haberse presentado ante ella previamente, aunque conociese a Hana.
—Ran-chan, cariño, no creo que sea tiempo para… Ahm… ¿Ran-chan? ¿Me prestas un hombro?
La mujer se había interrumpido para dar dos pasos veloces hacia Ranko. Luego suspiró con pesar. Su cuerpo perdió firmeza y sus músculos se encogieron levemente. Su rostro se tornó mucho muy cansado y su frente perdió aquella agresiva vena. Parecía un metal ardiente al que le hubiesen echado agua fría de repente. Ranko se apresuró para atrapar a su madre y evitar que cayera al suelo. Los ojos de la mujer habían regresado a su castaño normal.
—Gracias. A-ahora déjame… Déjame descansar un rato…
Ranko asintió y acompañó a su madre, antes imponente, ahora reducida por el uso de las Puertas Internas. Afortunadamente no había abierto más de un par, aunque su cuerpo estuviese resentido de tal técnica. Le ayudaría a sentarse con la espalda contra la pared.
”No veo… No veo a Kuu-chan ni a padre aquí…” pensó después de un angustiado vistazo a la estancia.
Pensamientos (Plum) ✧ Diálogos (PaleVioletRed)