31/07/2020, 13:26
(Última modificación: 31/07/2020, 13:26 por Himura Ren.)
Oda no tardó un instante en ayudar a descargar los cuerpos de Etsu y Akane; el primero en una silla cercana y el canino con delicadeza en el suelo.
—La respiración parece normal; tal vez sea solo cansancio, por todo esto, o por los combates... — pronunció examinando el pulso de estos; Oda carecía de conocimientos médicos, pero lo compensaba con una abismal experiencia y extensos conocimientos en diversos campos. No pudo evitar mirar de reojo a todos los presentes, en especial aquella que irradiaba con tanta fuerza la potencia de Las Puertas. Y en el momento que dos agitados miembros del dojo pasaran por su lado, les haría un suave gesto para pedirles que los cargasen y acompañasen.
—. No sé si Ren-san… ¡Oh, disculpa! Sagisō Ranko, u-un gusto…
— N-No te preocupes, Ranko. Es un placer — dijo cogiéndola de una mano y sonriendo tímidamente tras su reverencia. — Solo deseo que este día acabe ya.. — Y esta, se entristeció con suavidad.
—Ran-chan, cariño, no creo que sea tiempo para… Ahm… ¿Ran-chan? ¿Me prestas un hombro? — Y lo inevitable sucedió; como un globo que se desinflaba lentamente, sus músculos encogieron y sus fuerzas mermaron a una velocidad vertiginosa. —Gracias. A-ahora déjame… Déjame descansar un rato…
Al lado contrario por el que Ranko la sostuvo, el grisáceo amejin pasó el brazo de ella por encima de su nuca, levantándola más, y negandole a Ranko su ayuda.
—Dejámela a mí, todavía quedan camas y estamos consiguiendo liberar todas las posibles. — comenzaría a andar con el cuerpo de la madre de Ranko, acompañándose del resto. — Salvo algún caso suelto, todos están colaborando; los más graves los estamos trasladando a los dojos más interiores, y los que están recuperados los estamos evacuando por un túnel subterráneo. — soltó entonces un bufido. — Para que luego vengan cuatro imbéciles que son tan solo rocas y tierra.
Tras una breve caminata por los pasillos, correría una de las puertas laterales y cruzaría el marco de esta. Sobre el tatami tradicional, había varios fuutones, algunas sillas para sentarse e incluso una cama con buena estructura; donde dejó reposar a la madre de Ranko.
— En fin, descansad lo que podáis; cuando llegasteis, uno mis cuervos afirmó que el enemigo se había retirado, pero no podemos estar seguros. Si me necesitáis, estaré en uno de los patios traseros — y después de que aquellos acompañantes dejaran el cuerpo de Etsu dentro de uno de los futon con Akane a su lado, los tres se marcharían con prisa.
—La respiración parece normal; tal vez sea solo cansancio, por todo esto, o por los combates... — pronunció examinando el pulso de estos; Oda carecía de conocimientos médicos, pero lo compensaba con una abismal experiencia y extensos conocimientos en diversos campos. No pudo evitar mirar de reojo a todos los presentes, en especial aquella que irradiaba con tanta fuerza la potencia de Las Puertas. Y en el momento que dos agitados miembros del dojo pasaran por su lado, les haría un suave gesto para pedirles que los cargasen y acompañasen.
—. No sé si Ren-san… ¡Oh, disculpa! Sagisō Ranko, u-un gusto…
— N-No te preocupes, Ranko. Es un placer — dijo cogiéndola de una mano y sonriendo tímidamente tras su reverencia. — Solo deseo que este día acabe ya.. — Y esta, se entristeció con suavidad.
—Ran-chan, cariño, no creo que sea tiempo para… Ahm… ¿Ran-chan? ¿Me prestas un hombro? — Y lo inevitable sucedió; como un globo que se desinflaba lentamente, sus músculos encogieron y sus fuerzas mermaron a una velocidad vertiginosa. —Gracias. A-ahora déjame… Déjame descansar un rato…
Al lado contrario por el que Ranko la sostuvo, el grisáceo amejin pasó el brazo de ella por encima de su nuca, levantándola más, y negandole a Ranko su ayuda.
—Dejámela a mí, todavía quedan camas y estamos consiguiendo liberar todas las posibles. — comenzaría a andar con el cuerpo de la madre de Ranko, acompañándose del resto. — Salvo algún caso suelto, todos están colaborando; los más graves los estamos trasladando a los dojos más interiores, y los que están recuperados los estamos evacuando por un túnel subterráneo. — soltó entonces un bufido. — Para que luego vengan cuatro imbéciles que son tan solo rocas y tierra.
Tras una breve caminata por los pasillos, correría una de las puertas laterales y cruzaría el marco de esta. Sobre el tatami tradicional, había varios fuutones, algunas sillas para sentarse e incluso una cama con buena estructura; donde dejó reposar a la madre de Ranko.
— En fin, descansad lo que podáis; cuando llegasteis, uno mis cuervos afirmó que el enemigo se había retirado, pero no podemos estar seguros. Si me necesitáis, estaré en uno de los patios traseros — y después de que aquellos acompañantes dejaran el cuerpo de Etsu dentro de uno de los futon con Akane a su lado, los tres se marcharían con prisa.