29/10/2020, 22:53
Fue a Eri a la primera a quien Hanabi vio. La muchacha le saludó, y Hanabi correspondió con otra reverencia.
—Podría estar peor —sonrió, triste—. Oh, mira, ya vienen Reiji y Yuuna también.
En efecto, allá a lo lejos atisbaba sus siluetas. Los chicos llegaron y saludaron, a lo que Hanabi volvió a corresponder. Fue sorprendido por unos alegres ladridos, y un golpe metálico. ¿Había abierto ese pequeño shiba inu la...?
—¡Vaya, Datsue! No sabía que tenías un perro. ¿Qué pasa, pequeñajo? —le saludó a él también, agachándose para acariciarlo. Luego, se acercó a Datsue y levantó la bolsa frente a él—. ¿Dónde dejo la bebida? —El Uzukage olfateó el aire y echó un vistazo al horno—. Uff. Qué buena pinta. Nunca he probado una de estas.
—Podría estar peor —sonrió, triste—. Oh, mira, ya vienen Reiji y Yuuna también.
En efecto, allá a lo lejos atisbaba sus siluetas. Los chicos llegaron y saludaron, a lo que Hanabi volvió a corresponder. Fue sorprendido por unos alegres ladridos, y un golpe metálico. ¿Había abierto ese pequeño shiba inu la...?
—¡Vaya, Datsue! No sabía que tenías un perro. ¿Qué pasa, pequeñajo? —le saludó a él también, agachándose para acariciarlo. Luego, se acercó a Datsue y levantó la bolsa frente a él—. ¿Dónde dejo la bebida? —El Uzukage olfateó el aire y echó un vistazo al horno—. Uff. Qué buena pinta. Nunca he probado una de estas.
