31/10/2020, 19:54
Mientras todos nos saludábamos en la entrada de Datsue, presuponiendo que el primero que habia llegado había llamado al timbre, se escucho la puerta abrirse. Había sido obra del pequeño shiba inu que tenia Datsue por mascota.
Saludé a Datsue y deje las bolsas con las cosas donde nos indicó.
—No te cortes con el queso, he traído de sobra para que te pases. —Con las bolsas en su sitio y las manos libres, me agache a darle unas caricias en el lomo al perro. —Cuanto tiempo chiquitín ¿Como has estado? Bien ¿Verdad que si?
Me levanté y fui a lavarme las manos, puede que el perro estuviera limpio, pero por si acaso, antes de tocar la comida, mejor curarse en salud. Luego, metí la mano en una de las bolsas que habia traido y saque unas bandejas de cartón.
—He traido unas gyozas y unos takoyaki para picar, estan recién hechos, los he comprado de camino.
No había una, si no tres raciones bien cargadas de takoyaki con diferentes salsas por encima y una ración de gyozas. Algunos nos dejábamos llevar por las preferencias, pero... ¿A quien no le gustaban las bolas de pulpo? En esta vida habia dos opciones, o te gustaba el takoyaki o vivías muy equivocado.
—Ni te molestes Datsue, ya le dije yo que uno era suficiente, pero a veces es muy cabezón...
—Nunca hay suficiente Takoyaki, ademas no llenan.
—¿Lo ves?
Cogí una de esas maravillosas y suculentas bolas de pulpo, el mejor alimento que se había inventado jamás, y me la comí.
—¿Te importa si me hago un té? —Le pregunté a Datsue, aunque no esperé a que respondiera. —¿Alguien más quiere?
»Por cierto, Datsue, tengo que enseñarte algo.
Saludé a Datsue y deje las bolsas con las cosas donde nos indicó.
—No te cortes con el queso, he traído de sobra para que te pases. —Con las bolsas en su sitio y las manos libres, me agache a darle unas caricias en el lomo al perro. —Cuanto tiempo chiquitín ¿Como has estado? Bien ¿Verdad que si?
Me levanté y fui a lavarme las manos, puede que el perro estuviera limpio, pero por si acaso, antes de tocar la comida, mejor curarse en salud. Luego, metí la mano en una de las bolsas que habia traido y saque unas bandejas de cartón.
—He traido unas gyozas y unos takoyaki para picar, estan recién hechos, los he comprado de camino.
No había una, si no tres raciones bien cargadas de takoyaki con diferentes salsas por encima y una ración de gyozas. Algunos nos dejábamos llevar por las preferencias, pero... ¿A quien no le gustaban las bolas de pulpo? En esta vida habia dos opciones, o te gustaba el takoyaki o vivías muy equivocado.
—Ni te molestes Datsue, ya le dije yo que uno era suficiente, pero a veces es muy cabezón...
—Nunca hay suficiente Takoyaki, ademas no llenan.
—¿Lo ves?
Cogí una de esas maravillosas y suculentas bolas de pulpo, el mejor alimento que se había inventado jamás, y me la comí.
—¿Te importa si me hago un té? —Le pregunté a Datsue, aunque no esperé a que respondiera. —¿Alguien más quiere?
»Por cierto, Datsue, tengo que enseñarte algo.
