12/11/2020, 22:42
—"Lo que venga después", ¿eh...? —Hanabi se dio la vuelta y cruzó los brazos tras la parte baja de la espalda—. Lo que venga después. —Repitió, como embobado.
Tardó unos segundos en escupirlo.
»Uzumaki Shiden. El hijo de Rasen. Es el nuevo Señor Feudal. Apoyaba a Zoku abiertamente, en contra del buen razocinio de su padre. —Suspiró y se dio la vuelta, encarándoles—. Rasen y yo sospechábamos que urdía una trama para matarle y tomar el poder. Íbamos a enviar un escuadrón de élite para investigar, pero las cosas se han... adelantado.
»Ese hombre ha solicitado que acuda a una reunión con él en Aliento Nevado, en su palacio. ¿El motivo? No lo sé, pero me estoy temiendo que quiera... destituirme.
»Había pensado en llevarme algo de protección, por si acaso la cosa fuera más allá. No obstante, de nuevo, quisiera saber... si estaríais dispuesto a arriesgar vuestra vida por mí. O vuestra bandana. Legalmente, el Daimyo es vuestra máxima autoridad. Pero... ¿en vuestro corazón? ¿A quién sois leales? —Hanabi pasó sus ojos naranjas, apasionados, por Yuuna, por Reiji, por Eri. Y finalmente, y por más tiempo... por Datsue. El más perspicaz, y quien más conocía de todos a Hanabi, notó algo en aquellos ojos. Algo que ardía. Algo que Hanabi conseguía mantener a raya por puro milagro, pero que arrasaba. Una voluntad. Una resolución. Una decisión.
¿Qué...?
Hanabi apartó la mirada y se dio la vuelta.
»¿Sacamos las bebidas, nos olvidamos de esto y disfrutamos de esta agradable velada?
Tardó unos segundos en escupirlo.
»Uzumaki Shiden. El hijo de Rasen. Es el nuevo Señor Feudal. Apoyaba a Zoku abiertamente, en contra del buen razocinio de su padre. —Suspiró y se dio la vuelta, encarándoles—. Rasen y yo sospechábamos que urdía una trama para matarle y tomar el poder. Íbamos a enviar un escuadrón de élite para investigar, pero las cosas se han... adelantado.
»Ese hombre ha solicitado que acuda a una reunión con él en Aliento Nevado, en su palacio. ¿El motivo? No lo sé, pero me estoy temiendo que quiera... destituirme.
»Había pensado en llevarme algo de protección, por si acaso la cosa fuera más allá. No obstante, de nuevo, quisiera saber... si estaríais dispuesto a arriesgar vuestra vida por mí. O vuestra bandana. Legalmente, el Daimyo es vuestra máxima autoridad. Pero... ¿en vuestro corazón? ¿A quién sois leales? —Hanabi pasó sus ojos naranjas, apasionados, por Yuuna, por Reiji, por Eri. Y finalmente, y por más tiempo... por Datsue. El más perspicaz, y quien más conocía de todos a Hanabi, notó algo en aquellos ojos. Algo que ardía. Algo que Hanabi conseguía mantener a raya por puro milagro, pero que arrasaba. Una voluntad. Una resolución. Una decisión.
¿Qué...?
Hanabi apartó la mirada y se dio la vuelta.
»¿Sacamos las bebidas, nos olvidamos de esto y disfrutamos de esta agradable velada?
