23/11/2020, 22:23
—Uzukage-sama —La voz de Eri le sorprendió. Caminaba resuelta hacia él desde el interior de la aldea. No parecía cargada con mucho equipaje, cosa poco prudente. A pesar de todo, tenían unos días de camino hasta Yamiria—. ¿Cómo está?
—¡Oh, hola, Eri! —saludó Hanabi—. Nervioso, no te voy a mentir. Pero al mismo tiempo teneros a vosotros conmigo me llena de paz. Es difícil de describir. —Sonrió, juntó las manos e inclinó el cuerpo para saludar a alguien más.
—Hanabi, Eri —saludó Datsue—. Buenos días.
—¡Buenos días, compañero! —Datsue tampoco venía cargado con nada, pero en su caso Hanabi sabía que no haría falta. «Ahora que lo pienso, Eri es Uzumaki. Quizás haya preparado equipamiento también con Fūinjutsu.» Al fin y al cabo, él mismo había preparado algunas cosas. Quizás las suficientes para proveerles a todos. A menos que necesitasen sacos de dormir, claro. Sólo tenía uno—. Uy, ¿y esta formalidad? No es propio de ti. —Datsue venía hecho un ninja de Uzushiogakure de los pies a la cabeza... es decir, vestido con el uniforme oficial. Quizás porque iban a reunirse con el Señor Feudal, pero eso, en opinión de Hanabi, era menos importante que estar cómodo. Y... bien preparado.
—Buenos días, siento ser el último. Espero no llegar tarde. —La voz de Reiji vino de detrás de Datsue. Hanabi se inclinó un poco a la derecha para verle y hacerle una inclinación de cabeza, a la vez que negaba. Reiji no venía tampoco especialmente equipado, nada fuera de lo normal. Pero el equipamiento de Reiji estaba en otro lugar. Con un activo que se había agenciado hacía tiempo, y que ahora demostraría ser harto útil—. Antes de que marcharnos... ¿No creéis que sería buena idea llevarnos el barco? Si se tuercen mucho las cosas, que espero que no, pues... Podemos refugiarnos ahí.
Hanabi dio una palmada.
—¡Es verdad, es verdad! ¡Gracias por recordarlo, Reiji! No se me había ocurrido la idea, vaya. Y nosotros aquí como tontos, yendo a pie. Con el puerto que tiene Yamiria. —Suspiró. Le dio una palmada a Datsue en el hombro, porque era al que tenía más cerca, y echó a caminar de nuevo a través de las puertas de la villa—. En fin, ¡a deshacer el camino! Oye, Reiji, ¿pero has aprendido ya a pilotar ese cacharro? —Hizo una pausa—. ¿Se le dice pilotar? ¿Navegar, quizás? —Rio.
Estaba entre amigos. Si debía morir, que fuera así.
Que fuera así.
—¡Oh, hola, Eri! —saludó Hanabi—. Nervioso, no te voy a mentir. Pero al mismo tiempo teneros a vosotros conmigo me llena de paz. Es difícil de describir. —Sonrió, juntó las manos e inclinó el cuerpo para saludar a alguien más.
—Hanabi, Eri —saludó Datsue—. Buenos días.
—¡Buenos días, compañero! —Datsue tampoco venía cargado con nada, pero en su caso Hanabi sabía que no haría falta. «Ahora que lo pienso, Eri es Uzumaki. Quizás haya preparado equipamiento también con Fūinjutsu.» Al fin y al cabo, él mismo había preparado algunas cosas. Quizás las suficientes para proveerles a todos. A menos que necesitasen sacos de dormir, claro. Sólo tenía uno—. Uy, ¿y esta formalidad? No es propio de ti. —Datsue venía hecho un ninja de Uzushiogakure de los pies a la cabeza... es decir, vestido con el uniforme oficial. Quizás porque iban a reunirse con el Señor Feudal, pero eso, en opinión de Hanabi, era menos importante que estar cómodo. Y... bien preparado.
—Buenos días, siento ser el último. Espero no llegar tarde. —La voz de Reiji vino de detrás de Datsue. Hanabi se inclinó un poco a la derecha para verle y hacerle una inclinación de cabeza, a la vez que negaba. Reiji no venía tampoco especialmente equipado, nada fuera de lo normal. Pero el equipamiento de Reiji estaba en otro lugar. Con un activo que se había agenciado hacía tiempo, y que ahora demostraría ser harto útil—. Antes de que marcharnos... ¿No creéis que sería buena idea llevarnos el barco? Si se tuercen mucho las cosas, que espero que no, pues... Podemos refugiarnos ahí.
Hanabi dio una palmada.
—¡Es verdad, es verdad! ¡Gracias por recordarlo, Reiji! No se me había ocurrido la idea, vaya. Y nosotros aquí como tontos, yendo a pie. Con el puerto que tiene Yamiria. —Suspiró. Le dio una palmada a Datsue en el hombro, porque era al que tenía más cerca, y echó a caminar de nuevo a través de las puertas de la villa—. En fin, ¡a deshacer el camino! Oye, Reiji, ¿pero has aprendido ya a pilotar ese cacharro? —Hizo una pausa—. ¿Se le dice pilotar? ¿Navegar, quizás? —Rio.
Estaba entre amigos. Si debía morir, que fuera así.
Que fuera así.
