9/12/2020, 21:55
—Tengo un sello... No sé si podría resultar útil, Hanabi-sama, pero se llama sello del espía: puedo escuchar todo lo que hay alrededor de ese sello si lo activo y está bien colocado para que no sea visible del todo... No sé si valdrá de algo, pero es uno de los que tengo a mano...
Hanabi asintió.
—Se me antoja que podría ser útil durante la misión, depende de las circunstancias, aunque no para colocarlo en nosotros, para eso ya tenemos el de la Hermandad —indicó.
—Muy bien. Sugiero ponernos el canal número ocho. Id pensando donde queréis que os lo coloquemos —accedió Datsue. Hanabi se señaló tras la oreja derecha—.. Por mi parte no creo tener nada que pueda resultarnos útil en equipo. Ya conocéis todos mi sello de rastreo, pero aparte de eso…
—A mí se me ocurre uno —intervino Hanabi—, pero parece que Reiji quiere hablar. ¿Sí, Reiji?
Sasaki sugirió afilar las armas de todos. Hanabi asintió y le indicó que más tarde le dejaría todo preparado. El muchacho señaló que su Kage tenía una actitud poco positiva hacia la reunión, y habló de cómo podrían llegar a ser enemigos del País. Hanabi, inmediatamente, negó con la cabeza y le mostró la palma de la mano.
—De acuerdo, escucharé lo que tengas que decir, pero debéis saber que todos nosotros, incluído yo, nunca seremos enemigos del País de la Espiral. Nunca. Esa es nuestra verdadera autoridad. El País y su gente. No lo olvidéis. —La voz de Hanabi sonó poderosa, regia. Como solía sonar cuando apenas podía contener su poder y todo el mundo se sentía embriagado y paralizado a partes iguales. Pero esa vez no.
Y Hanabi sudó. ¿Quizás estaba esforzándose por no liberarse? ¿Ahorrando fuerzas?
»No obstante, déjame decirle algo a Datsue y luego me cuentas. Datsue, creo recordar que disponías de un sello... especial. Uno que podría... ¿traerme de vuelta del otro mundo? —El Uzukage sonrió, mortecino—. ¿Crees que podrías...?
Hanabi asintió.
—Se me antoja que podría ser útil durante la misión, depende de las circunstancias, aunque no para colocarlo en nosotros, para eso ya tenemos el de la Hermandad —indicó.
—Muy bien. Sugiero ponernos el canal número ocho. Id pensando donde queréis que os lo coloquemos —accedió Datsue. Hanabi se señaló tras la oreja derecha—.. Por mi parte no creo tener nada que pueda resultarnos útil en equipo. Ya conocéis todos mi sello de rastreo, pero aparte de eso…
—A mí se me ocurre uno —intervino Hanabi—, pero parece que Reiji quiere hablar. ¿Sí, Reiji?
Sasaki sugirió afilar las armas de todos. Hanabi asintió y le indicó que más tarde le dejaría todo preparado. El muchacho señaló que su Kage tenía una actitud poco positiva hacia la reunión, y habló de cómo podrían llegar a ser enemigos del País. Hanabi, inmediatamente, negó con la cabeza y le mostró la palma de la mano.
—De acuerdo, escucharé lo que tengas que decir, pero debéis saber que todos nosotros, incluído yo, nunca seremos enemigos del País de la Espiral. Nunca. Esa es nuestra verdadera autoridad. El País y su gente. No lo olvidéis. —La voz de Hanabi sonó poderosa, regia. Como solía sonar cuando apenas podía contener su poder y todo el mundo se sentía embriagado y paralizado a partes iguales. Pero esa vez no.
Y Hanabi sudó. ¿Quizás estaba esforzándose por no liberarse? ¿Ahorrando fuerzas?
»No obstante, déjame decirle algo a Datsue y luego me cuentas. Datsue, creo recordar que disponías de un sello... especial. Uno que podría... ¿traerme de vuelta del otro mundo? —El Uzukage sonrió, mortecino—. ¿Crees que podrías...?
