11/01/2021, 12:49
El sitio por dentro era bastante ostentoso, al contrario que la casa de mis padres, que aunque era grande, por dentro era bastante normalita. Pero claro, aquello era el palacio del señor feudal. Un pirata llenaría sus bolsillos y saciaria su sed de tosoros si abordaba aquel palacio, claro que... ¿Se podia abordar un palacio como si fuese otro barco? Si ¿No?
Dejando de lado mis delirios piratiles... me di cuenta de que la gente del palacio no nos miraba con buenos ojos. A ver, es normal que estuvieran nerviosos ante la presencia de...no de Hanabi no, DEL PEOR PIRATA DE OONINDO. Claro que la gente que trabaja allí tenia miedo, claro que los guardias estaban inquietos. ¿Como no estarlo ante tal eminencia de los mares?
¿Nervioso Reiji? No, claro que no, ni que sus locuras de piratería salieran a la luz cuando estaba hecho un flan por dentro.
No tardamos mucho en llegar hasta la sala de espera, donde nuestro nuevo amigo, gordito y con bigote, nos ofreció esperar por un té. Justo lo que necesitaba para calmar los nervios, té. No, evidentemente no. Y las palabras palabras de Hanbi sobre las cámaras tampoco me ayudaban a calmarme.
Encima, tampoco podia ayudar a Hanabi con lo de espiar al señor feudal. Mis habilidades se centraban en... En hacer armas y en utilizarlas. Así que apoyé mi espalda en una de las paredes y me crucé de brazos, intentando estar atento a lo que nos rodeaba, no se, quizas en la sala de esperaba alguien se había dejado algo de interes que indicase quién habia dentro reunido con el señor feudal. Eso era todo lo que podía hacer.
Mientras Eri y Datsue hablaban de lo del sello espía, algo que parecía que iba a servir para lo que necesitábamos, volvió a aparecer el hombreton con la bandeja de los tés, y entonces... Entonces Datsue le tiró un té encima. Esperaba que fuera resistente, por que un té recién hecho estaba muy caliente. Al menos Eri fue tan amable de sujetarle la bandeja y después me cedió el té.
—Gracias. —Oli un poco el aroma del té. —Vaya, parece que él Excelentísimo tiene un gusto exquisito para el té.
Hice como que pegaba un trago, pero en realidad no bebí nada. Ya estaba lo bastante nervioso como para meterme una buena dosis de té en el cuerpo.
Dejando de lado mis delirios piratiles... me di cuenta de que la gente del palacio no nos miraba con buenos ojos. A ver, es normal que estuvieran nerviosos ante la presencia de...no de Hanabi no, DEL PEOR PIRATA DE OONINDO. Claro que la gente que trabaja allí tenia miedo, claro que los guardias estaban inquietos. ¿Como no estarlo ante tal eminencia de los mares?
¿Nervioso Reiji? No, claro que no, ni que sus locuras de piratería salieran a la luz cuando estaba hecho un flan por dentro.
No tardamos mucho en llegar hasta la sala de espera, donde nuestro nuevo amigo, gordito y con bigote, nos ofreció esperar por un té. Justo lo que necesitaba para calmar los nervios, té. No, evidentemente no. Y las palabras palabras de Hanbi sobre las cámaras tampoco me ayudaban a calmarme.
Encima, tampoco podia ayudar a Hanabi con lo de espiar al señor feudal. Mis habilidades se centraban en... En hacer armas y en utilizarlas. Así que apoyé mi espalda en una de las paredes y me crucé de brazos, intentando estar atento a lo que nos rodeaba, no se, quizas en la sala de esperaba alguien se había dejado algo de interes que indicase quién habia dentro reunido con el señor feudal. Eso era todo lo que podía hacer.
Mientras Eri y Datsue hablaban de lo del sello espía, algo que parecía que iba a servir para lo que necesitábamos, volvió a aparecer el hombreton con la bandeja de los tés, y entonces... Entonces Datsue le tiró un té encima. Esperaba que fuera resistente, por que un té recién hecho estaba muy caliente. Al menos Eri fue tan amable de sujetarle la bandeja y después me cedió el té.
—Gracias. —Oli un poco el aroma del té. —Vaya, parece que él Excelentísimo tiene un gusto exquisito para el té.
Hice como que pegaba un trago, pero en realidad no bebí nada. Ya estaba lo bastante nervioso como para meterme una buena dosis de té en el cuerpo.