21/01/2021, 14:32
Que injusticia.
Uno había estado tratando de comportarse del modo más diplomático posible, tratando de solucionar las cosas sin muertes y con la mínima sangre derramada posible. Básicamente por que me habían dicho que tuviera cuidado, que íbamos a presentarnos ante el señor feudal. Y de repente se encuentra con que atacan a su Kage, y tiene que protegerlo, pero teniendo cuidado.
Y de repente, cuando parecía que íbamos por el buen camino, una explosión de humo lo cubrió todo y un calor abrasador inundo la sala de estar. Al disiparse el humo, Hanabi volvía a estar "bien", y sostenía un arma ensangrentada en la mano, mientras que el gordinflón había muerto y su cadáver, aún sangre, estaba a los pies del Uzukage.
Que injusticia. Si hubiera sabído que no habia problema, yo mismo me hubiera encargado de enseñarle a cualquiera que intentase asesinar a Hanabi la buena calidad de las armas de los Sasaki. Pero noooo, había que comportarse. Claro, muchos dirán:"Él puede por que es Kage, cuando seas Kage..." Si. Cuando seas Kage tendrás un monton de desagradables responsabilidades, no gracias.
En fin, ya era tarde para lamentarse por haberme contenido. Hanabi, dejando tras de si un rastro de llamas, ya se dirigía al despacho del señor feudal, donde dos guardias intentaron pararle los pies sin éxito. Tras quedarse toda la diversión para él, y con una mirada que daba bastante miedo se giró para dirigirnos unas palabras.
¿Seguirle o detenerle? Para mí la respuesta estaba clara. No tenía ni que haberme preguntado. Durante la cena en casa de Datsue había preguntado si, pasara lo que pasara, le seguiríamos hasta él final. Mi respuesta había sido un rotundo sí, y aunque ahora daba un poco de miedo, mi respuesta seguía siendo la misma. Le seguiría hasta el final.
Pensado y hecho, le seguí hasta el despacho del "Excelentísimo", que no tardo en caer muerto, tras una pequeña charla, con aquella preciosa arma que habia construido para Hanabi. Eficaz y eficiente, como cualquier arma que saliera de mi forja, que no por nada era la mejor. Era imposible que aquellos discos fallaran en su cometido.
—Lo siento, chicos. No hemos venido a hablar. Hemos venido a dar un golpe de estado.
»QUEDA INAUGURADA LA REPÚBLICA DE LA ESPIRAL.
Al igual que hicieron mis dos compañeros, hinqué la rodilla en el suelo, dejando a Datsue entre Eri y yo.
—¡Larga vida a la republica de la espiral!
Y yo haría lo posible por que fuera muy larga. Hanabi y Datsue habían confiado en mí cuando yo no podía hacerlo. Gracias a ellos, aquel Reiji había quedado atrapado en el pasado y yo habia podido avanzar. Por eso, yo me encargaría de proteger su legado, incluso si algún día faltaba Hanabi, por que se había jubilado e ido de vacaciones, hasta que me tocara el turno a mí de descansar.
Y en otro orden de cosas, aún arrodillado frente a Hanabi...
—¿Que debemos hacer con la, ahora ya no, ""nueva uzukage""? Si acaba de salir de aquí no deberia estar muy lejos. ¿Cuales son sus ordenes, Hanabi-sama?
Uno había estado tratando de comportarse del modo más diplomático posible, tratando de solucionar las cosas sin muertes y con la mínima sangre derramada posible. Básicamente por que me habían dicho que tuviera cuidado, que íbamos a presentarnos ante el señor feudal. Y de repente se encuentra con que atacan a su Kage, y tiene que protegerlo, pero teniendo cuidado.
Y de repente, cuando parecía que íbamos por el buen camino, una explosión de humo lo cubrió todo y un calor abrasador inundo la sala de estar. Al disiparse el humo, Hanabi volvía a estar "bien", y sostenía un arma ensangrentada en la mano, mientras que el gordinflón había muerto y su cadáver, aún sangre, estaba a los pies del Uzukage.
Que injusticia. Si hubiera sabído que no habia problema, yo mismo me hubiera encargado de enseñarle a cualquiera que intentase asesinar a Hanabi la buena calidad de las armas de los Sasaki. Pero noooo, había que comportarse. Claro, muchos dirán:"Él puede por que es Kage, cuando seas Kage..." Si. Cuando seas Kage tendrás un monton de desagradables responsabilidades, no gracias.
En fin, ya era tarde para lamentarse por haberme contenido. Hanabi, dejando tras de si un rastro de llamas, ya se dirigía al despacho del señor feudal, donde dos guardias intentaron pararle los pies sin éxito. Tras quedarse toda la diversión para él, y con una mirada que daba bastante miedo se giró para dirigirnos unas palabras.
¿Seguirle o detenerle? Para mí la respuesta estaba clara. No tenía ni que haberme preguntado. Durante la cena en casa de Datsue había preguntado si, pasara lo que pasara, le seguiríamos hasta él final. Mi respuesta había sido un rotundo sí, y aunque ahora daba un poco de miedo, mi respuesta seguía siendo la misma. Le seguiría hasta el final.
Pensado y hecho, le seguí hasta el despacho del "Excelentísimo", que no tardo en caer muerto, tras una pequeña charla, con aquella preciosa arma que habia construido para Hanabi. Eficaz y eficiente, como cualquier arma que saliera de mi forja, que no por nada era la mejor. Era imposible que aquellos discos fallaran en su cometido.
—Lo siento, chicos. No hemos venido a hablar. Hemos venido a dar un golpe de estado.
»QUEDA INAUGURADA LA REPÚBLICA DE LA ESPIRAL.
Al igual que hicieron mis dos compañeros, hinqué la rodilla en el suelo, dejando a Datsue entre Eri y yo.
—¡Larga vida a la republica de la espiral!
Y yo haría lo posible por que fuera muy larga. Hanabi y Datsue habían confiado en mí cuando yo no podía hacerlo. Gracias a ellos, aquel Reiji había quedado atrapado en el pasado y yo habia podido avanzar. Por eso, yo me encargaría de proteger su legado, incluso si algún día faltaba Hanabi, por que se había jubilado e ido de vacaciones, hasta que me tocara el turno a mí de descansar.
Y en otro orden de cosas, aún arrodillado frente a Hanabi...
—¿Que debemos hacer con la, ahora ya no, ""nueva uzukage""? Si acaba de salir de aquí no deberia estar muy lejos. ¿Cuales son sus ordenes, Hanabi-sama?
