25/01/2021, 04:47
(Última modificación: 28/01/2021, 22:50 por Tsukisame Takumi. Editado 1 vez en total.)
La noche cayó sobre el campamento y los shinobis del Remolino comenzaban a reunirse entre ellos en este momento de calma antes de la tormenta. Pero Tsukisame Takumi se encontraba cerca de los límites del campamento, sentado en el suelo con la espalda apoyada sobre el tronco de un árbol que se encontraba en la colina sobre la que se habían asentado. Nunca había sido un chaval muy sociable y en estos momentos no tenía la cabeza para charlar.
Tampoco le habían informado mucho de cual era la razón de partir hacia la capital, normal siendo un genin, pero durante la marcha había escuchado algunas conversaciones entre algunos jōnin y el comandante del ejército, Akimichi Katsudon. Tampoco había escuchado en exceso pero habían llegado a sus oídos cosas como "destituir a Hanabi-sama" o "el traidor del daimyō Shiden", pero no había que ser un lumbreras para saber aproximadamente a lo que iban.
El marionetista estaba puliendo sus kunais para mantenerse entretenido cuando escuchó que unos pasos se acercaban a su posición, con calma.
—Takumi-san... —Una voz sonó a sus espaldas, que reconoció inmediatamente.
—Buenas Shinobu-san, ¿pasa algo?
Sunafū Shinobu, una chica de la misma promoción de Takumi. De las pocas personas con las que llegó a hablar en su etapa en la Academia de las Olas Shinobu había sido con la que más había hablado de todos sus compañeros y fue más por iniciativa de ella, pues tenía gran interés en el País del Viento y sus gentes y costumbres.
La joven dejó su gran abanico apoyado en el mismo árbol sobre el que descansaba el kazejin y se sentó a su lado.
—Nada en especial... La verdad es que te veo algo raro, durante la marcha tenías la mirada perdida... Como en tus primeros días en la Aldea. ¿Estás bien?
—Mmmm... No sé, tengo miedo de lo que pueda pasar, es como si estuviéramos preparados para sitiar Yamiria o incluso asaltarla... Es una sensación extraña.
—¿Tienes miedo de lo que pueda desembocar lo que hagamos hoy? —La kunoichi dio en el clavo.
—Si... Me fui del Viento por su inestabilidad continua, por la pobreza en la que vivíamos, por las constantes guerras civiles culpa de los daimyōs más poderos; y ahora aquí estoy, a punto de participar en un golpe de Estado. Tengo miedo de... —Tragó saliva. —Tener que participar en una guerra civil... Y aun así sé que lo haré si es luchando por una causa justa.
Su compañera le miró apenada con sus ojos púrpuras y posó lentamente su diestra en el hombro del marionetista.
—Hanabi-sama es un buen líder, seguro que él tampoco quiere que haya una guerra en el país. Si ha tomado la decisión de hacer lo que sea que tenga en mente seguro que ha sido pensando en el bien del país y de sus gentes. —Dijo antes de levantarse.
—Esperemos que así sea...
No es que desconfiara de su Uzukage, de hecho le parecía un gran líder y estaba orgulloso de ser uno de sus shinobis; veía en él alguien humilde y preocupado por el bienestar común. Pero en lo más profundo de su ser no podía evitar tener miedo de volver a vivir lo mismo que en su país natal, hermanos matándose entre ellos por el beneficio de los que tenían el poder en aquel momento.
—Ya verás cómo sí. —Respondió más alegremente la joven mientras ajustaba su particular abanico a la espalda. —Yo me voy a ir yendo con Jiro y los demás de nuestra promoción... —Calló unos instantes, dubitativa. —Se que no eres muy dado a ello, pero si necesitas hablar sabes que puedes venir y decirme cuando quieras.
—Muchas gracias Shinobu-san, de verdad. —Una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
—Ya sabes, todo lo que sea por mi kazejin favorito. —Respondió con tono humorístico levantando su pulgar derecho. —Adiós pues.
Takumi quedó solo otra vez, enfrascado en sus pensamientos. Acabó de dar brillo a uno de sus filos y vio su rostro reflejado, el rostro de alguien con miedo y dudas, pero eso no podía seguir siendo así. Él era un shinobi de Uzushiogakure y confiaba en su Uzukage, había sido elegido por su mano derecha para formar parte de esta operación y no podía defraudarles.
No podía defraudar a sus compañeros. No podía defraudar a los habitantes de la Villa que le habían ayudado y acogido. No podía defraudar a Airi y... a Itona. Eso no iba a pasar.
«¿Estamos haciendo lo correcto?»
Tampoco le habían informado mucho de cual era la razón de partir hacia la capital, normal siendo un genin, pero durante la marcha había escuchado algunas conversaciones entre algunos jōnin y el comandante del ejército, Akimichi Katsudon. Tampoco había escuchado en exceso pero habían llegado a sus oídos cosas como "destituir a Hanabi-sama" o "el traidor del daimyō Shiden", pero no había que ser un lumbreras para saber aproximadamente a lo que iban.
El marionetista estaba puliendo sus kunais para mantenerse entretenido cuando escuchó que unos pasos se acercaban a su posición, con calma.
—Takumi-san... —Una voz sonó a sus espaldas, que reconoció inmediatamente.
—Buenas Shinobu-san, ¿pasa algo?
Sunafū Shinobu, una chica de la misma promoción de Takumi. De las pocas personas con las que llegó a hablar en su etapa en la Academia de las Olas Shinobu había sido con la que más había hablado de todos sus compañeros y fue más por iniciativa de ella, pues tenía gran interés en el País del Viento y sus gentes y costumbres.
La joven dejó su gran abanico apoyado en el mismo árbol sobre el que descansaba el kazejin y se sentó a su lado.
—Nada en especial... La verdad es que te veo algo raro, durante la marcha tenías la mirada perdida... Como en tus primeros días en la Aldea. ¿Estás bien?
—Mmmm... No sé, tengo miedo de lo que pueda pasar, es como si estuviéramos preparados para sitiar Yamiria o incluso asaltarla... Es una sensación extraña.
—¿Tienes miedo de lo que pueda desembocar lo que hagamos hoy? —La kunoichi dio en el clavo.
—Si... Me fui del Viento por su inestabilidad continua, por la pobreza en la que vivíamos, por las constantes guerras civiles culpa de los daimyōs más poderos; y ahora aquí estoy, a punto de participar en un golpe de Estado. Tengo miedo de... —Tragó saliva. —Tener que participar en una guerra civil... Y aun así sé que lo haré si es luchando por una causa justa.
Su compañera le miró apenada con sus ojos púrpuras y posó lentamente su diestra en el hombro del marionetista.
—Hanabi-sama es un buen líder, seguro que él tampoco quiere que haya una guerra en el país. Si ha tomado la decisión de hacer lo que sea que tenga en mente seguro que ha sido pensando en el bien del país y de sus gentes. —Dijo antes de levantarse.
—Esperemos que así sea...
No es que desconfiara de su Uzukage, de hecho le parecía un gran líder y estaba orgulloso de ser uno de sus shinobis; veía en él alguien humilde y preocupado por el bienestar común. Pero en lo más profundo de su ser no podía evitar tener miedo de volver a vivir lo mismo que en su país natal, hermanos matándose entre ellos por el beneficio de los que tenían el poder en aquel momento.
—Ya verás cómo sí. —Respondió más alegremente la joven mientras ajustaba su particular abanico a la espalda. —Yo me voy a ir yendo con Jiro y los demás de nuestra promoción... —Calló unos instantes, dubitativa. —Se que no eres muy dado a ello, pero si necesitas hablar sabes que puedes venir y decirme cuando quieras.
—Muchas gracias Shinobu-san, de verdad. —Una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
—Ya sabes, todo lo que sea por mi kazejin favorito. —Respondió con tono humorístico levantando su pulgar derecho. —Adiós pues.
Takumi quedó solo otra vez, enfrascado en sus pensamientos. Acabó de dar brillo a uno de sus filos y vio su rostro reflejado, el rostro de alguien con miedo y dudas, pero eso no podía seguir siendo así. Él era un shinobi de Uzushiogakure y confiaba en su Uzukage, había sido elegido por su mano derecha para formar parte de esta operación y no podía defraudarles.
No podía defraudar a sus compañeros. No podía defraudar a los habitantes de la Villa que le habían ayudado y acogido. No podía defraudar a Airi y... a Itona. Eso no iba a pasar.
«No os defraudaré, lo prometo.»
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