8/02/2021, 21:50
(Última modificación: 8/02/2021, 21:52 por Yasuyori Hayato. Editado 1 vez en total.)
La adrenalina fluía por su cuerpo de manera intensa. Correr con el general Akimichi al frente, y todos los demás shinobi del campamento a su al rededor, gritando en medio de la carga, le habían dado ánimos como nunca pensó que lograría sentir.
"Tenma habría adorado esto" Pensó en su hermano, mientras corria, manteniendose en la retaguardia. Cláusula segunda: Ningún ninja médico se colocará en las primeras filas de batalla. Estas palabras resonaron en su mente.
Corria tras el general y sus dos compañeros de su recién formado escuadrón, sin embargo, el robusto ninja se perdió tras una esquina y los genin se vieron enfrentados por dos guardias, acusando a los jovenes de traición. Cláusula tercera: Ningún ninja médico morirá hasta ser el último de su equipo. Estas palabras también aparecieron en su mente así que posó su mano izquierda en la empuñadura del kodachi en su cinto y esperó, protegiendo la retaguardia de los otros dos genin.
-No creo que la mejor opción sea la amenaza...- Dijo en voz baja a Tsukisame. Aferró su mano izquierda a la empuñadura de su arma y cerró su mano derecha en un puño, preparándolo para lanzarlo como solo los iryo-nin sabían hacerlo.
"Tenma habría adorado esto" Pensó en su hermano, mientras corria, manteniendose en la retaguardia. Cláusula segunda: Ningún ninja médico se colocará en las primeras filas de batalla. Estas palabras resonaron en su mente.
Corria tras el general y sus dos compañeros de su recién formado escuadrón, sin embargo, el robusto ninja se perdió tras una esquina y los genin se vieron enfrentados por dos guardias, acusando a los jovenes de traición. Cláusula tercera: Ningún ninja médico morirá hasta ser el último de su equipo. Estas palabras también aparecieron en su mente así que posó su mano izquierda en la empuñadura del kodachi en su cinto y esperó, protegiendo la retaguardia de los otros dos genin.
-No creo que la mejor opción sea la amenaza...- Dijo en voz baja a Tsukisame. Aferró su mano izquierda a la empuñadura de su arma y cerró su mano derecha en un puño, preparándolo para lanzarlo como solo los iryo-nin sabían hacerlo.