17/05/2021, 23:20
Pequeñas variaciones pueden implicar grandes cambios para el futuro, haciendo que la predicción de este sea a corto plazo incierta. De esta forma, puede producirse un efecto bola de nieve en el cual cada uno de los pequeños cambios, bifurque en otros futuros que por culpa de otros pequeños y aparentemente insignificantes, creen otras posibilidades. Una, y otra, y otra vez. Teoría del Caos en su más puro ser, provocado por el aleteo de una mariposa en el otro extremo del mundo posiblemente.
Solo que esta mariposa, era gigante.
Con cada uno de sus grandes aleteos, provocaba vientos de cambio allá por donde surcaba de innumerables formas posibles. Y quien sabe que provocaría en el resto del mundo con tan solo seguir sobrevolando la villa. Fuera lo que provocase el movimiento de sus alas, nadie sería capaz de predecirlo, pero una cosa era clara. Se venían grandes cambios inevitables.
La joven Lyndis se encontró completamente cómoda intentando interceptar a aquellos que podía. Placó incluso a uno en pleno vuelo para revolverse por el suelo y golpearlo un par de veces en la cara. En cuanto uno no podía combatir, dejándolo listo para que fuera arrestados debidamente, pasaba a buscar al siguiente revolucionario que era capaz de reconocer, alimentándose por el frenesí de la batalla mientras gritaba de la emoción; mientras destellos intermitentes recorrían sus brazos desaparecieron y provocando estruendos cada vez que sus puños chocaban.
Solo que esta mariposa, era gigante.
Con cada uno de sus grandes aleteos, provocaba vientos de cambio allá por donde surcaba de innumerables formas posibles. Y quien sabe que provocaría en el resto del mundo con tan solo seguir sobrevolando la villa. Fuera lo que provocase el movimiento de sus alas, nadie sería capaz de predecirlo, pero una cosa era clara. Se venían grandes cambios inevitables.
La joven Lyndis se encontró completamente cómoda intentando interceptar a aquellos que podía. Placó incluso a uno en pleno vuelo para revolverse por el suelo y golpearlo un par de veces en la cara. En cuanto uno no podía combatir, dejándolo listo para que fuera arrestados debidamente, pasaba a buscar al siguiente revolucionario que era capaz de reconocer, alimentándose por el frenesí de la batalla mientras gritaba de la emoción; mientras destellos intermitentes recorrían sus brazos desaparecieron y provocando estruendos cada vez que sus puños chocaban.