24/03/2022, 13:03
—Entiendo… Por favor, toma asiento . Y trátame de Datsue, oh, que somos colegas . Los dojos… ¿Perdiste a alguien importante allí?
Hana se puso en marcha en cuanto le dio la señal de salida. Anduvo los pasos justos y necesarios para llegar hasta el asiento y se sentó, claramente tensa todavía. Encima ahora Datsue le había hecho la pregunta. Que si bien no era directamente la pregunta sí que estaba preguntandole por qué demonios se había puesto tan tonta con lo de los dojos. Abrió la boca y la cerró varias veces en pocos segundos, hasta que finalmente se clavó las uñas en las manos y se dio el valor para explicarse.
— No, bueno, verás, yo... Salí huyendo. En cuanto apareció Ryu y mató a un guardia en un parpadeo, yo solo pensé en huir. Sagiso Ranko se quedó a detenerle para darme tiempo y que pudiese sacar a Himura Ren y... y salimos todas sanas y salvas pero... — se apretó las manos con fuerza. — Pero yo huí. Era una kunoichi, y dejé a Ranko sola, con más heridos y... y cuando después supimos lo que había pasado... me desmoroné.
Tenía los ojos llorosos, clavados en el hermoso escritorio del Uzukage. Estaba apretando sus puños y sus dientes con toda su fuerza para no romper a llorar. No delante de Datsue, no cuando estaba decidida a ser más fuerte, más valiente. Tenía que resistir, guardarse sus miedos.
Hana se puso en marcha en cuanto le dio la señal de salida. Anduvo los pasos justos y necesarios para llegar hasta el asiento y se sentó, claramente tensa todavía. Encima ahora Datsue le había hecho la pregunta. Que si bien no era directamente la pregunta sí que estaba preguntandole por qué demonios se había puesto tan tonta con lo de los dojos. Abrió la boca y la cerró varias veces en pocos segundos, hasta que finalmente se clavó las uñas en las manos y se dio el valor para explicarse.
— No, bueno, verás, yo... Salí huyendo. En cuanto apareció Ryu y mató a un guardia en un parpadeo, yo solo pensé en huir. Sagiso Ranko se quedó a detenerle para darme tiempo y que pudiese sacar a Himura Ren y... y salimos todas sanas y salvas pero... — se apretó las manos con fuerza. — Pero yo huí. Era una kunoichi, y dejé a Ranko sola, con más heridos y... y cuando después supimos lo que había pasado... me desmoroné.
Tenía los ojos llorosos, clavados en el hermoso escritorio del Uzukage. Estaba apretando sus puños y sus dientes con toda su fuerza para no romper a llorar. No delante de Datsue, no cuando estaba decidida a ser más fuerte, más valiente. Tenía que resistir, guardarse sus miedos.