26/03/2022, 02:52
Ichibi habló de nuevo, señalando lo pomposo de su discurso. Hubiese saltado a decirle algo, como que lo sentía o que no era su intención soltar un discurso, que había sido sin querer, pero estaba completamente centrada en Datsue, en cual sería su respuesta. ¿Tendría que volver a la academia de verdad? ¿Le diría ahora lo decepcionado que estaba? Era un sinvivir.
—La bandana está bien dónde está. Y, si te sirve de consuelo, mi yo del pasado hubiese sido el primero en huir al ver a Ryū. Escucha… Probablemente pienses que lo digo por consolarte. Quizá hayas oído historias de mis inicios. Datsue el Intrépido, me llamaban.
Asintió levemente y volvió a coger la bandana en silencio, prestando toda la atención del mundo a las palabras de su kage. A pesar de que eran palabras de Datsue, eran en contra del mismo Datsue, lo cual hacía que Hana estuviese conflictiva. No acababa de creerse lo que le estaba diciendo. ¿Datsue huyendo de una pelea? Era dificil de creer.
—Lo cierto es que solo era intrépido cuando mis amigos estaban cerca. En el fondo, los usaba de escudo. El gallito al hablar, pero luego siempre me ponía detrás de ellos cuando las cosas se ponían realmente feas.
La mirada de Hana ya estaba completamente fuera del rango de ojos llorosos, en su mirada solo quedaba una clara confusión. Incredulidad, sobre todo.
— Pero en algún punto, me encontré con Shukaku y… Supongo que encontré una razón para ser valiente. Para convertirme en lo que soy ahora. Veo que tú también la has encontrado.
Empezó a ruborizarse con la última frase de Datsue, y entonces su kage fue a rematar.
»Y por eso, quiero que lo sepas. Si algún día nos vemos obligados a luchar codo con codo en la guerra que se avecina….
»Te confiaría mi vida. Te confiaría mi vida con los ojos cerrados.
Se sonrojó violentamente. El nerviosismo de duda pasó de cabeza a nerviosismo de pura vergüenza. Datsue estaba diciendole que le confiaría su vida. Con total confianza, con total seguridad. Se sintió increiblemente importante, sintió energias renovadas, se había inflado de una confianza que parecía no tener fin. Sin embargo, estaba demasiado nerviosa para articular palabra alguna, confianza sin fin y ninguna forma de canalizarla.
— Yo... eh... um... sí... pu-puedes confiar en mí, Datsue... Y-yo... me esforzaré... p-para que no te arrepientas...
El calor en sus mejillas solo parecía ir a más. Como le había pasado en las noches anteriores, las palabras de Datsue resonaban con fuerza en su interior. No podía parar de escuchar cómo le confiaría su vida, a ella. No podía traicionar esa confianza. Y no podía parar de bajar la mirada al escritorio y subirla a Datsue, una y otra vez, mientras jugueteaba con sus mechones delanteros.
—La bandana está bien dónde está. Y, si te sirve de consuelo, mi yo del pasado hubiese sido el primero en huir al ver a Ryū. Escucha… Probablemente pienses que lo digo por consolarte. Quizá hayas oído historias de mis inicios. Datsue el Intrépido, me llamaban.
Asintió levemente y volvió a coger la bandana en silencio, prestando toda la atención del mundo a las palabras de su kage. A pesar de que eran palabras de Datsue, eran en contra del mismo Datsue, lo cual hacía que Hana estuviese conflictiva. No acababa de creerse lo que le estaba diciendo. ¿Datsue huyendo de una pelea? Era dificil de creer.
—Lo cierto es que solo era intrépido cuando mis amigos estaban cerca. En el fondo, los usaba de escudo. El gallito al hablar, pero luego siempre me ponía detrás de ellos cuando las cosas se ponían realmente feas.
La mirada de Hana ya estaba completamente fuera del rango de ojos llorosos, en su mirada solo quedaba una clara confusión. Incredulidad, sobre todo.
— Pero en algún punto, me encontré con Shukaku y… Supongo que encontré una razón para ser valiente. Para convertirme en lo que soy ahora. Veo que tú también la has encontrado.
Empezó a ruborizarse con la última frase de Datsue, y entonces su kage fue a rematar.
»Y por eso, quiero que lo sepas. Si algún día nos vemos obligados a luchar codo con codo en la guerra que se avecina….
»Te confiaría mi vida. Te confiaría mi vida con los ojos cerrados.
Se sonrojó violentamente. El nerviosismo de duda pasó de cabeza a nerviosismo de pura vergüenza. Datsue estaba diciendole que le confiaría su vida. Con total confianza, con total seguridad. Se sintió increiblemente importante, sintió energias renovadas, se había inflado de una confianza que parecía no tener fin. Sin embargo, estaba demasiado nerviosa para articular palabra alguna, confianza sin fin y ninguna forma de canalizarla.
— Yo... eh... um... sí... pu-puedes confiar en mí, Datsue... Y-yo... me esforzaré... p-para que no te arrepientas...
El calor en sus mejillas solo parecía ir a más. Como le había pasado en las noches anteriores, las palabras de Datsue resonaban con fuerza en su interior. No podía parar de escuchar cómo le confiaría su vida, a ella. No podía traicionar esa confianza. Y no podía parar de bajar la mirada al escritorio y subirla a Datsue, una y otra vez, mientras jugueteaba con sus mechones delanteros.