6/04/2022, 13:05
Posiblemente, al General de la División Médica le harían falta varias series de sentadillas, y quizás incluso de dominadas pesadas para sacar espalda; tal y como opinaba Senju Shiten para sus adentros. Pero lo cierto era que, no, no los necesitaba. Porque el poder de un médico no venía de la fuerza de sus músculos. Aquel General no sólo era un tipo regio y muy serio. Sus ojos, profundos, de color aguamarina y sin pupila visible; escrutaban a todos y cada uno de los shinobi con los que se encontraba. Y más de uno podría haber asegurado que esos ojos parecían estar leyendo sus pensamientos. El gesto de su rostro no había cambiado en ningún momento: siempre ceñudo, nunca bajando la guardia. Cualquiera que hubiese intentado sacarle una broma no habría encontrado más que una dura mirada y, probablemente, alguna que otra blasfemia. Tenía el cabello corto, de un color negro azulado; y vestía un largo sobretodo blanco que cubría su cuerpo a modo de bata médica y anudaba en torno a su cintura con un cinturón gris. Bajo este llevaba una camiseta oscura, a juego con sus pantalones y sus botas.
Aotsuki Zetsuo se encontraba ahora junto a una mesa en la que se habían congregado todos los Generales de las diferentes Divisiones y el Mariscal del ejército: Senju Shiten. El Médico no le había quitado el ojo de encima en ningún momento, evaluándolo. Era un anciano, pero aquella imponente altura y esos músculos de acero habrían disuadido a cualquiera de sugerirle siquiera tomar un descanso de la vida shinobi. Otra cosa no se podría decir de la Aldea Oculta entre la Hierba, pero estaba claro que contaban con shinobi potentes.
—Repasemos brevemente el plan general —Seguía hablando el Mariscal y General de la División de Combate de Corto Alcance—. Nuestros espías nos informan que el ejército de Kurama que se aproxima está siendo liderado por Yuki Hakai.
«Yuki... Si de verdad es un descendiente de esa línea genética, probablemente nos estemos enfrentando a un usuario de técnicas de Hyōton.»
Si alguien conocía bien las capacidades de un Yuki, ese era él. Como también sabía lo problemáticas que podían resultar las heridas causadas por el frío. Ventajas y desventajas de tener un hijo nacido con los genes de ese linaje.
—Lo conocemos bien en Kusagakure, está en nuestro Libro Bingo por exiliado. Un patán que, a mi juicio, no sería escogido por Kurama como uno de sus Generales. A no ser que tenga el listón muy bajo. Eso quiere decir que entra dentro de una razonable pero optimista sospecha de que no hay ningún General entre sus tropas. Además, según nuestros ninjas de reconocimiento, contamos con una notable ventaja numérica. Ya son dos datos optimistas y favorables para nosotros. ¿No contaba Kurama con nuestra unión y tremendo despliegue? ¿O nos tiene alguna sorpresa preparada? Las matemáticas nunca fueron lo mío en la Academia, pero apostaría a que por estadística, se trata de lo segundo. ¿Quizá en forma de Gebijūs?
Zetsuo resopló con desdén.
—Joder. No subestime las fuerzas de nuestro enemigo tan pronto, Mariscal Senju —le recriminó, mirándole fijamente—. Estamos hablando de Kurama, nada menos. Me importa una mierda si ese Hakai era un mierdas que apenas sabía hacer la O con un canuto en vuestra aldea. Por lo que a mí respecta, debe tratarse con la misma cautela que si fuera el mismísimo Kyūbi.
"Nunca subestimes a tu enemigo", aquella era una máxima que Aotsuki Zetsuo mantenía a día de hoy y que se había asegurado de pasar a sus hijos. Se tratara de un estudiante de academia o el mismísimo Kage, un enemigo era un enemigo. Y no debía bajarse la guardia bajo ningún concepto.
El Mariscal Shiten siguió explicando el plan a seguir. Si las cosas se torcían, las tropas Uzujines que en ese momento se dirigían en barco hacia la Villa de las Aguas Termales podrían cambiar su rumbo en el último momento y desembarcar en los campamentos que habían levantado en su lugar para pillar al ejército enemigo por la retaguardia. Zetsuo asintió para sí mismo, con los brazos cruzados sobre el pecho. Aquel era un buen plan, pero no podía evitar preguntarse cuánto tardarían las fuerzas de Kurama en darse cuenta de que habían levantado aquel campamento justo al lado de la frontera con el País del Rayo. Shiten procedió a recordar el despliegue de las tropas: la División Médica, a cargo de Aotsuki Zetsuo, estaría repartida entre todas las divisiones, algo esencial si cualquier shinobi requería asistencia, con un centro de operaciones donde se podrían atender a los heridos más graves.
—¿Alguna duda, sugerencia o queja? Hablad ahora, o callad para siempre. Porque no quiero oír ningún lamento ni reproche cuando todo esto acabe.
—Cristalino. Me encargaré de la organización de la División Médica y me mantendré en el Centro de Operaciones. Necesitaréis mi bisturí para los casos más... problemáticos.
Y esperaba que fueran los menos necesarios.
Aotsuki Zetsuo se encontraba ahora junto a una mesa en la que se habían congregado todos los Generales de las diferentes Divisiones y el Mariscal del ejército: Senju Shiten. El Médico no le había quitado el ojo de encima en ningún momento, evaluándolo. Era un anciano, pero aquella imponente altura y esos músculos de acero habrían disuadido a cualquiera de sugerirle siquiera tomar un descanso de la vida shinobi. Otra cosa no se podría decir de la Aldea Oculta entre la Hierba, pero estaba claro que contaban con shinobi potentes.
—Repasemos brevemente el plan general —Seguía hablando el Mariscal y General de la División de Combate de Corto Alcance—. Nuestros espías nos informan que el ejército de Kurama que se aproxima está siendo liderado por Yuki Hakai.
«Yuki... Si de verdad es un descendiente de esa línea genética, probablemente nos estemos enfrentando a un usuario de técnicas de Hyōton.»
Si alguien conocía bien las capacidades de un Yuki, ese era él. Como también sabía lo problemáticas que podían resultar las heridas causadas por el frío. Ventajas y desventajas de tener un hijo nacido con los genes de ese linaje.
—Lo conocemos bien en Kusagakure, está en nuestro Libro Bingo por exiliado. Un patán que, a mi juicio, no sería escogido por Kurama como uno de sus Generales. A no ser que tenga el listón muy bajo. Eso quiere decir que entra dentro de una razonable pero optimista sospecha de que no hay ningún General entre sus tropas. Además, según nuestros ninjas de reconocimiento, contamos con una notable ventaja numérica. Ya son dos datos optimistas y favorables para nosotros. ¿No contaba Kurama con nuestra unión y tremendo despliegue? ¿O nos tiene alguna sorpresa preparada? Las matemáticas nunca fueron lo mío en la Academia, pero apostaría a que por estadística, se trata de lo segundo. ¿Quizá en forma de Gebijūs?
Zetsuo resopló con desdén.
—Joder. No subestime las fuerzas de nuestro enemigo tan pronto, Mariscal Senju —le recriminó, mirándole fijamente—. Estamos hablando de Kurama, nada menos. Me importa una mierda si ese Hakai era un mierdas que apenas sabía hacer la O con un canuto en vuestra aldea. Por lo que a mí respecta, debe tratarse con la misma cautela que si fuera el mismísimo Kyūbi.
"Nunca subestimes a tu enemigo", aquella era una máxima que Aotsuki Zetsuo mantenía a día de hoy y que se había asegurado de pasar a sus hijos. Se tratara de un estudiante de academia o el mismísimo Kage, un enemigo era un enemigo. Y no debía bajarse la guardia bajo ningún concepto.
El Mariscal Shiten siguió explicando el plan a seguir. Si las cosas se torcían, las tropas Uzujines que en ese momento se dirigían en barco hacia la Villa de las Aguas Termales podrían cambiar su rumbo en el último momento y desembarcar en los campamentos que habían levantado en su lugar para pillar al ejército enemigo por la retaguardia. Zetsuo asintió para sí mismo, con los brazos cruzados sobre el pecho. Aquel era un buen plan, pero no podía evitar preguntarse cuánto tardarían las fuerzas de Kurama en darse cuenta de que habían levantado aquel campamento justo al lado de la frontera con el País del Rayo. Shiten procedió a recordar el despliegue de las tropas: la División Médica, a cargo de Aotsuki Zetsuo, estaría repartida entre todas las divisiones, algo esencial si cualquier shinobi requería asistencia, con un centro de operaciones donde se podrían atender a los heridos más graves.
—¿Alguna duda, sugerencia o queja? Hablad ahora, o callad para siempre. Porque no quiero oír ningún lamento ni reproche cuando todo esto acabe.
—Cristalino. Me encargaré de la organización de la División Médica y me mantendré en el Centro de Operaciones. Necesitaréis mi bisturí para los casos más... problemáticos.
Y esperaba que fueran los menos necesarios.