9/04/2022, 20:01
(Última modificación: 9/04/2022, 20:02 por Aotsuki Ayame.)
—Eso sería algo digno de ver —respondió el Uzukage.
Y Suzaku se encontró ante una oleada de sentimientos encontrados. Vergüenza, ante la idea de que Uchiha Datsue en realidad se estuviese riendo de ella, después de todo no era más que una genin recién graduada. Orgullo, porque si no se estaba riendo de ella, eso significaba que estaba reconociéndola. Arrepentimiento, porque... ¿¡qué demonios hacía ofreciéndose para algo así!? ¡¡Era una genin recién graduada!!
Por aquellos, y mil motivos más, Suzaku no supo bien qué responder. Y se limitó a inclinar la cabeza farfullando un murmullo incomprensible.
—¿Sabes? —Fuera como fuese, el Uzukage siguió hablando—. Que quede entre nosotros, un Kage no debería decir estas cosas, pero… —Se inclinó hacia ella y bajó la voz—. Si existe alguien capaz de patear el trasero a Kurama en un duelo solitario, apostaría un millón de ryōs a que se encuentra entre nuestro clan. No digo que seamos mejores que el resto… Claro que no… Pero… los Uchihas molamos más.
—¡Por supuesto que molamos más! —exclamó la pelirrosa, olvidándose de bajar la voz. ¡Pero es que tenía razón! ¿Qué otras personas que no fuesen Uchiha tenían un dōjutsu tan molón como el suyo?
—Y ya que mencionas a tu hermana... ¿Puedo saber por qué ese... rencor hacia mí? En mi discurso no parecía muy satisfecha con los líderes de la Villa. No quiero ponerte en ningún aprieto por ella. Solo es que... Me gustaría saber si os hemos fallado en algo.
Y aquel fue el momento en el que Suzaku se sintió como si se encontrara sobre un puente colgante a punto de desplomarse sobre un precipicio de cientos de metros de profundidad.
—Eh... —farfulló débilmente, mirando hacia otro lado—. U... Umi no es mala. En realidad... pues... —La muchacha respiró hondo, agobiada. ¿Qué podía decir en una situación así y que no terminara salpicándolas a ambas?—. Creo que hay algo dentro de ella... una especie de sentimiento malo. Creo que está preocupada por la guerra contra el zorro ese. Y al mismo tiempo se preocupa por mí. Mucho.
No podía decirle que Umi no creía en la aldea. Tampoco podía decirle que su hermana no creía que un Kage fuera a ayudarlas en caso de necesidad. Y mucho menos podía decirle que sería capaz de tachar el símbolo de su bandana, como ya le había demostrado en una ilusión. Pero al mismo tiempo, se le estaba presentando una oportunidad de oro: el conocer algo de lo que su hermana nunca hablaría con ella.
—Uzukage-sama... una vez la oí decir que nuestros padres eran unos seguidores de alguien, de un fanático, y que entregaron su vida por su causa. ¿Usted sabe algo de eso?
Y Suzaku se encontró ante una oleada de sentimientos encontrados. Vergüenza, ante la idea de que Uchiha Datsue en realidad se estuviese riendo de ella, después de todo no era más que una genin recién graduada. Orgullo, porque si no se estaba riendo de ella, eso significaba que estaba reconociéndola. Arrepentimiento, porque... ¿¡qué demonios hacía ofreciéndose para algo así!? ¡¡Era una genin recién graduada!!
Por aquellos, y mil motivos más, Suzaku no supo bien qué responder. Y se limitó a inclinar la cabeza farfullando un murmullo incomprensible.
—¿Sabes? —Fuera como fuese, el Uzukage siguió hablando—. Que quede entre nosotros, un Kage no debería decir estas cosas, pero… —Se inclinó hacia ella y bajó la voz—. Si existe alguien capaz de patear el trasero a Kurama en un duelo solitario, apostaría un millón de ryōs a que se encuentra entre nuestro clan. No digo que seamos mejores que el resto… Claro que no… Pero… los Uchihas molamos más.
—¡Por supuesto que molamos más! —exclamó la pelirrosa, olvidándose de bajar la voz. ¡Pero es que tenía razón! ¿Qué otras personas que no fuesen Uchiha tenían un dōjutsu tan molón como el suyo?
—Y ya que mencionas a tu hermana... ¿Puedo saber por qué ese... rencor hacia mí? En mi discurso no parecía muy satisfecha con los líderes de la Villa. No quiero ponerte en ningún aprieto por ella. Solo es que... Me gustaría saber si os hemos fallado en algo.
Y aquel fue el momento en el que Suzaku se sintió como si se encontrara sobre un puente colgante a punto de desplomarse sobre un precipicio de cientos de metros de profundidad.
—Eh... —farfulló débilmente, mirando hacia otro lado—. U... Umi no es mala. En realidad... pues... —La muchacha respiró hondo, agobiada. ¿Qué podía decir en una situación así y que no terminara salpicándolas a ambas?—. Creo que hay algo dentro de ella... una especie de sentimiento malo. Creo que está preocupada por la guerra contra el zorro ese. Y al mismo tiempo se preocupa por mí. Mucho.
No podía decirle que Umi no creía en la aldea. Tampoco podía decirle que su hermana no creía que un Kage fuera a ayudarlas en caso de necesidad. Y mucho menos podía decirle que sería capaz de tachar el símbolo de su bandana, como ya le había demostrado en una ilusión. Pero al mismo tiempo, se le estaba presentando una oportunidad de oro: el conocer algo de lo que su hermana nunca hablaría con ella.
—Uzukage-sama... una vez la oí decir que nuestros padres eran unos seguidores de alguien, de un fanático, y que entregaron su vida por su causa. ¿Usted sabe algo de eso?