24/04/2022, 20:21
Ranko observó la nevada. Nieve sobre campos de arroz. Qué poéticamente apocalíptico suena. Desafortunadamente, acercarse a los enemigos en dos pájaros gigantes significaba cero sigilo, y que sus oponentes estarían preparados cuando llegara el momento.
Así que tendrían que estar contra-preparados.
—¡Sakumi-san, Nao-san! ¡No entren a la nieve todavía! —les indicó Ranko en el aire. Luego le hablaría en voz un poco más baja a la médico — Recuerda, quédate lejos de los enemigos. Contamos contigo, Sakumi-san —No se lo preguntaba, sino que lo afirmaba. Hablar con el Amejin era más difícil debido a la distancia entre las aves, pero aún así lo intentó —. ¡Nao-san! ¡Lyndis y yo iremos a por Hakai y los suyos! ¡Asegúrate que se mantengan ocupados con nosotras! ¡Déjanos por encima, entre él y el muñeco! Y si tienes algo de apoyo ofensivo de largo alcance... Mejor. ¡Lyndis! ¡A con todo!
La castaña suponía que el general se refugiaría en su área nevada, así que intentaría cortarle el paso. Cuando las aves estuviesen en posición, Ranko buscaría un par de cosas dentro de su portaobjetos, y se metería una, su píldora de soldado, a la boca, para sentir sus reservas de chakra comenzar a recuperarse lentamente, luego saltaría, esperando ser seguida por Lyndis. Eran ninjas entrenadas, fuertes, y una caída controlada no les haría daño. Aunque el granizo era otra cosa.
Mientras caía, Ranko hizo algunos sellos, arrojó el segundo objeto, su kemuridama, al suelo justo antes de tocar tierra, y una nube de humo recibió su aterrizaje. Unos instantes después, Ranko surgió de la nube, wakaizashi desenvainada, avanzado dificultosamente entre el granizo, en dirección a donde supuso que Hakai estaría.
2 AO
Así que tendrían que estar contra-preparados.
—¡Sakumi-san, Nao-san! ¡No entren a la nieve todavía! —les indicó Ranko en el aire. Luego le hablaría en voz un poco más baja a la médico — Recuerda, quédate lejos de los enemigos. Contamos contigo, Sakumi-san —No se lo preguntaba, sino que lo afirmaba. Hablar con el Amejin era más difícil debido a la distancia entre las aves, pero aún así lo intentó —. ¡Nao-san! ¡Lyndis y yo iremos a por Hakai y los suyos! ¡Asegúrate que se mantengan ocupados con nosotras! ¡Déjanos por encima, entre él y el muñeco! Y si tienes algo de apoyo ofensivo de largo alcance... Mejor. ¡Lyndis! ¡A con todo!
La castaña suponía que el general se refugiaría en su área nevada, así que intentaría cortarle el paso. Cuando las aves estuviesen en posición, Ranko buscaría un par de cosas dentro de su portaobjetos, y se metería una, su píldora de soldado, a la boca, para sentir sus reservas de chakra comenzar a recuperarse lentamente, luego saltaría, esperando ser seguida por Lyndis. Eran ninjas entrenadas, fuertes, y una caída controlada no les haría daño. Aunque el granizo era otra cosa.
Mientras caía, Ranko hizo algunos sellos, arrojó el segundo objeto, su kemuridama, al suelo justo antes de tocar tierra, y una nube de humo recibió su aterrizaje. Unos instantes después, Ranko surgió de la nube, wakaizashi desenvainada, avanzado dificultosamente entre el granizo, en dirección a donde supuso que Hakai estaría.
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