28/04/2022, 11:22
(Última modificación: 28/04/2022, 14:21 por Zhaoren Lyndis. Editado 2 veces en total.)
Ken no tardó en salir del agujero y eliminar con facilidad al clon de Ranko, cubierto de una capa afilada de hielo. Aquello fue a partes iguales una alegría por el hecho de las ganas que tenía de combatirlo, pero a la vez una decepción general por no haber eliminado a otro combatiente, reafirmando la capacidad combativa de estos. Hakai lanzó un par de perlas azuladas, que rápidamente se convirtieron en una gran ola que buscó arrollarlas. La gran distancia que los separaba, hizo que Lyndis pudiera reaccionar a tiempo. Salto hacia un lado, e igualmente necesito algo de carrerilla para terminar de evadirlo por completo o hubiera sido arrastrada por ese falso mar. Y casi al unísono, otro fuerte ruido hizo acto de presencia en la parte posterior, en el origen de la tormenta.
Nao había conseguido deshacerse con relativa facilidad de aquel enorme golem helado. Poco a poco la temperatura pareció volver a su estado natural para aquella época y lugar, y los copos de nieve cesaban de caer de la misma forma que el gran hombre de nieve se deshacía por momentos. También, el cuerpo de la oni se sentía más ligero. Puede que hubiera sido el hecho de que la nieve y la baja temperatura por fin cesara, pero sintió como sus músculos algo agarrotados cesaban esa desagradable tensión.
El amejin volvió a aparecer, ofreciendo nueva asistencia y renovados ánimos, mostrando que no pensaba dar su brazo a torcer tras dirigirles unas bonitas palabras a todos los presentes.
— Bien, bien... Ahora que ya no tenemos esta estúpida nieve molestándonos, podemos pelear en condiciones — giró el cuello lentamente, haciéndoselo crujir para encorvarse posteriormente hacia delante en posición de recepción—. ¡Yo me ocupo de este, que no se os escape Hakai!
Nao había conseguido deshacerse con relativa facilidad de aquel enorme golem helado. Poco a poco la temperatura pareció volver a su estado natural para aquella época y lugar, y los copos de nieve cesaban de caer de la misma forma que el gran hombre de nieve se deshacía por momentos. También, el cuerpo de la oni se sentía más ligero. Puede que hubiera sido el hecho de que la nieve y la baja temperatura por fin cesara, pero sintió como sus músculos algo agarrotados cesaban esa desagradable tensión.
El amejin volvió a aparecer, ofreciendo nueva asistencia y renovados ánimos, mostrando que no pensaba dar su brazo a torcer tras dirigirles unas bonitas palabras a todos los presentes.
— Bien, bien... Ahora que ya no tenemos esta estúpida nieve molestándonos, podemos pelear en condiciones — giró el cuello lentamente, haciéndoselo crujir para encorvarse posteriormente hacia delante en posición de recepción—. ¡Yo me ocupo de este, que no se os escape Hakai!
¡Gracias a Ranko por el avatar!