29/04/2022, 20:54
Nao tomó las riendas de la situación. Le explicó a Sakumi que iba a hacer una locura tan peligrosa que mejor saltase del pajaro. La joven médica asintió y saltó cuando el ave estaba lo bastante baja. La zona de alrededor del muñeco aún estaba bastante desierta y pudo escabullirse allí, manteniendose en guardia y a la espera.
Entonces, el artista decidió dar un sermón bastante descortés a las tropas de Kurama, que si bien no tuvo mucho efecto en ellas, sí lo tuvo en las de la Alianza. Algunos de los de Kurama se quedaron intimidados, mirandose entre ellos esperando una señal de su Dios. Y la señal llegó.
________________________________________________________
Ni Hakai ni Ken prestaban atención a nada que no fuesen sus respectivos rivales.
Ranko se lanzó a la ofensiva, esquivando la enorme ola con un movimiento instantaneo y siendo observada con tenaz agudeza visual de Hakai. Ésta volvió a saltar, rompiendo el suelo en mil pedazos e imprimiendo toda su fuerza en esa patada.
El chico, con su pulcro pelo corto y negro y su elegante vestimenta, no dudó en hacer un único sello que lo cubrió en una nube de humo. La pierna de Ranko encontró carne, halló hueso y lo partió por la mitad. Apenas un segundo después, el humo se disiparía y la kunoichi vería que no se trataba de Hakai. Se trataba de un ninja de Kusagakure, o más bien, el cuerpo inerte de uno de ellos.
A varios metros a la izquierda de Ranko, Hakai, que se había cambiado por un cadaver, hizo un sello más. El de la Serpiente. La Hakuto escucharía muy brevemente un sonido siseante. Un sonido conocido. El sonido de un...
Una enorme explosión centrada en el cadaver que Ranko acababa de patear silenció el campo de batalla durante un instante (65 PV + contusion). Instante que Hakai aprovechó para levantar el puño bien alto y decir dos sencillas palabras. Él, en el fondo, era un chico sencillo. No le gustaban los planes enrevesados, le gustaba el poder plano, le gustaba hacer lo que le decían y vivir holgadamente.
— ¡Por Kurama!
Automaticamente, como si de un nuevo viento se tratase, la duda se borró de todos los rostros de los shinobis del copo de nieve. Todos repitieron las palabras de Hakai, en diferentes tempos, a diferentes volumenes, pero no hubo un solo ninja que no lo dijese. En alto o para sí, pero todos compartían un solo dios. Kurama.
El envite de las tropas se vio alimentado por esa nueva energia. Golpearon con más fuerzas que nunca, hicieron retroceder al otro bando con pasmosa facilidad.
Sin embargo, las palabras de Nao no habían caido en saco roto. Una voz, desconocida y atropellada, dijo algo. Algo nimio, algo que dijo para sí, que apenas se oiría por encima del ruido de espadas chocando, de gritos de dolor, de insultos...
— Por Yui.
No se había oído. Nadie lo había oído. Sin embargo, la llama renació. Aunque nadie lo había oído, todos lo habían sentido, en lo más profundo de su ser. La gente recordó por qué peleaban. ¿Por las villas? Claro. Pero solo eso no te lleva al campo de batalla. No te lleva a la guerra en un puto cenagal de arroz. Lo que te lleva a la guerra, es algo mucho más importante. El saber que no estás solo. Que hay gente que se ha sacrificado por ti, para que tú puedas hacerlo por quienes son importantes para ti.
Los padres y madres de todos que hoy no podían luchar, porque habían luchado otro día.
________¡POR YUI!
...............................................................¡POR KENZOU!
________________________________________________________________¡POR SHIONA!
Era realmente confuso intentar saber qué shinobis estaban diciendo qué nombres, pero las tornas se giraron de inmediato. El arrebato de voluntad que había poseido al ejercito de la Alianza consiguió contrarrestar con facilidad el del ejercito de Kurama.
A pesar de todo, estaban bastante parejos en cuando a fuerza bruta se refería. Sin duda, el resultado del combate de sus capitanes tendría una fuerte repercusión, tanto para la moral como para la fuerza del ejercito en general.
Ken por otro lado, solo se crujió los nudillos tras todo el espectaculo de ambos ejercitos.
— Solo quiero un combate entretenido. — afirmó mientras se acercaba a Lyndis formando de nuevo hielo en sus puños.
A dos metros de ella, se detuvo y lanzó dos puñetazos rápidos al aire. Obviamente, los puñetazos no impactarían a la kusajin, pero el hielo, afilado y duro, salió disparado de sus puños hacia ella (20 PV por puñetazo). Después solo esperó a ver su reacción.
Entonces, el artista decidió dar un sermón bastante descortés a las tropas de Kurama, que si bien no tuvo mucho efecto en ellas, sí lo tuvo en las de la Alianza. Algunos de los de Kurama se quedaron intimidados, mirandose entre ellos esperando una señal de su Dios. Y la señal llegó.
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Ni Hakai ni Ken prestaban atención a nada que no fuesen sus respectivos rivales.
Ranko se lanzó a la ofensiva, esquivando la enorme ola con un movimiento instantaneo y siendo observada con tenaz agudeza visual de Hakai. Ésta volvió a saltar, rompiendo el suelo en mil pedazos e imprimiendo toda su fuerza en esa patada.
El chico, con su pulcro pelo corto y negro y su elegante vestimenta, no dudó en hacer un único sello que lo cubrió en una nube de humo. La pierna de Ranko encontró carne, halló hueso y lo partió por la mitad. Apenas un segundo después, el humo se disiparía y la kunoichi vería que no se trataba de Hakai. Se trataba de un ninja de Kusagakure, o más bien, el cuerpo inerte de uno de ellos.
A varios metros a la izquierda de Ranko, Hakai, que se había cambiado por un cadaver, hizo un sello más. El de la Serpiente. La Hakuto escucharía muy brevemente un sonido siseante. Un sonido conocido. El sonido de un...
¡BOOOOOOOOM!
Una enorme explosión centrada en el cadaver que Ranko acababa de patear silenció el campo de batalla durante un instante (65 PV + contusion). Instante que Hakai aprovechó para levantar el puño bien alto y decir dos sencillas palabras. Él, en el fondo, era un chico sencillo. No le gustaban los planes enrevesados, le gustaba el poder plano, le gustaba hacer lo que le decían y vivir holgadamente.
— ¡Por Kurama!
Automaticamente, como si de un nuevo viento se tratase, la duda se borró de todos los rostros de los shinobis del copo de nieve. Todos repitieron las palabras de Hakai, en diferentes tempos, a diferentes volumenes, pero no hubo un solo ninja que no lo dijese. En alto o para sí, pero todos compartían un solo dios. Kurama.
El envite de las tropas se vio alimentado por esa nueva energia. Golpearon con más fuerzas que nunca, hicieron retroceder al otro bando con pasmosa facilidad.
Sin embargo, las palabras de Nao no habían caido en saco roto. Una voz, desconocida y atropellada, dijo algo. Algo nimio, algo que dijo para sí, que apenas se oiría por encima del ruido de espadas chocando, de gritos de dolor, de insultos...
— Por Yui.
No se había oído. Nadie lo había oído. Sin embargo, la llama renació. Aunque nadie lo había oído, todos lo habían sentido, en lo más profundo de su ser. La gente recordó por qué peleaban. ¿Por las villas? Claro. Pero solo eso no te lleva al campo de batalla. No te lleva a la guerra en un puto cenagal de arroz. Lo que te lleva a la guerra, es algo mucho más importante. El saber que no estás solo. Que hay gente que se ha sacrificado por ti, para que tú puedas hacerlo por quienes son importantes para ti.
Los padres y madres de todos que hoy no podían luchar, porque habían luchado otro día.
________¡POR YUI!
...............................................................¡POR KENZOU!
________________________________________________________________¡POR SHIONA!
Era realmente confuso intentar saber qué shinobis estaban diciendo qué nombres, pero las tornas se giraron de inmediato. El arrebato de voluntad que había poseido al ejercito de la Alianza consiguió contrarrestar con facilidad el del ejercito de Kurama.
A pesar de todo, estaban bastante parejos en cuando a fuerza bruta se refería. Sin duda, el resultado del combate de sus capitanes tendría una fuerte repercusión, tanto para la moral como para la fuerza del ejercito en general.
Ken por otro lado, solo se crujió los nudillos tras todo el espectaculo de ambos ejercitos.
— Solo quiero un combate entretenido. — afirmó mientras se acercaba a Lyndis formando de nuevo hielo en sus puños.
A dos metros de ella, se detuvo y lanzó dos puñetazos rápidos al aire. Obviamente, los puñetazos no impactarían a la kusajin, pero el hielo, afilado y duro, salió disparado de sus puños hacia ella (20 PV por puñetazo). Después solo esperó a ver su reacción.