2/05/2022, 20:25
Ranko intentó llamar la atención de Hakai, en un vano y perezoso intento de que el ataque de su compañero acertase. Y fue vano porque el mismo Nao había llamado más atención de la necesaria. La de sus hombres, la de los contrarios y la de Hakai.
— No me des la cantinela mientras hay un ejercito a las espaldas de cada uno de nosotros, ¿quieres? Kages, bijuus, no hay tanta diferencia.
Tampoco es que Nao hubiese intentado la sutileza y la discreción en ningún momento, un enorme leon de tinta venía corriendo por tierra mientras él se acercaba por aire. Lidiría con el peligro inminente primero. Cargó chakra en un brazo mientras con el otro sacaba algo de su portaobjetos.
Cuando el animal se lanzó a morder, encontró un poderoso rayo helado que le atravesó de principio a fin, congelandolo en el sitio y rompiendose poco después. Después de eso, lanzó cuatro agujas con su otra mano a Ranko. Parecía que las había lanzado sin el menor pensamiento, pero su precisión era letal (8 PV por aguja). Empezó a retroceder para tener mejor visión tanto de Nao como de Ranko.
_________________________________________
Ken sonrió cuando vio a Lyndis deshacer su técnica a puñetazos. Sí, joder, eso era precisamente lo que quería ver. Su mirada se tornó avizada y concentrada en Lyndis. Ni siquiera Ranko la había mirado nunca con esa intensidad.
— ¡Sí, joder! — gritó cuando la vio concentrar el chakra para saltar.
Él mismo concentró chakra también, pero en sus brazos para bloquearla. La capa de hielo de hace un momento volvió a cubrirle, con las mismas finas agujas sobresaliendo de la misma. Éstas se clavaron en la planta del pie de Lyndis, a través de su calzado incluso.
Tras el golpe, el hielo se deshizo rápidamente. Ken no esperó más señal, fue a por Lyndis fintando un puñetazo con la diestra para entonces soltarle un puñetazo con la diestra. No es que hubiese fintado, sino que imprimía tanta fuerza en cada golpe que parecía que estaba actuando.
— No me des la cantinela mientras hay un ejercito a las espaldas de cada uno de nosotros, ¿quieres? Kages, bijuus, no hay tanta diferencia.
Tampoco es que Nao hubiese intentado la sutileza y la discreción en ningún momento, un enorme leon de tinta venía corriendo por tierra mientras él se acercaba por aire. Lidiría con el peligro inminente primero. Cargó chakra en un brazo mientras con el otro sacaba algo de su portaobjetos.
Cuando el animal se lanzó a morder, encontró un poderoso rayo helado que le atravesó de principio a fin, congelandolo en el sitio y rompiendose poco después. Después de eso, lanzó cuatro agujas con su otra mano a Ranko. Parecía que las había lanzado sin el menor pensamiento, pero su precisión era letal (8 PV por aguja). Empezó a retroceder para tener mejor visión tanto de Nao como de Ranko.
_________________________________________
Ken sonrió cuando vio a Lyndis deshacer su técnica a puñetazos. Sí, joder, eso era precisamente lo que quería ver. Su mirada se tornó avizada y concentrada en Lyndis. Ni siquiera Ranko la había mirado nunca con esa intensidad.
— ¡Sí, joder! — gritó cuando la vio concentrar el chakra para saltar.
Él mismo concentró chakra también, pero en sus brazos para bloquearla. La capa de hielo de hace un momento volvió a cubrirle, con las mismas finas agujas sobresaliendo de la misma. Éstas se clavaron en la planta del pie de Lyndis, a través de su calzado incluso.
Tras el golpe, el hielo se deshizo rápidamente. Ken no esperó más señal, fue a por Lyndis fintando un puñetazo con la diestra para entonces soltarle un puñetazo con la diestra. No es que hubiese fintado, sino que imprimía tanta fuerza en cada golpe que parecía que estaba actuando.