6/05/2022, 19:00
(Última modificación: 8/05/2022, 22:44 por Zhaoren Lyndis. Editado 1 vez en total.)
Ken estaba tan decidido como ella en llevar esa pelea hasta el final, solo el hecho de que uno de los dos cayera al suelo inconsciente o muerto los detendría. Por parte de Lyndis, no buscaba la intención de matar, pues podría volver a darse de hostias con él en cuanto recuperaran el aliento. Pero lo que hubiera hecho Ken... Únicamente él o sabía.
Sin embargo, había otro factor que hubiera detenido el combate, y de hecho lo hizo. Varios shuriken golpearon los brazos con los que se defendió Ken para evitar que fuera una herida fatal. Ambos miraron en el acto a quien los había lanzado con una mirada asesina, y poco después Ken se retiró entre la multitud usando un sunshin.
— ¡Ni se te ocurra huir, cabrón! — Pero ya era demasiado tarde. Instintivamente por el enfado, Lyndis se volteó hasta recortar la distancia con Ranko, la cual se vería superada tanto en altura como en volumen corporal en el estado que estaba Lyndis. — ¿¡Por qué has hecho eso!? ¡Estaba a punto de...!
Le costó darse cuenta de la situación que la rodeaba, y ahora encima estaba gritándole a viva voz a su pareja por su obsesión por seguir combatiendo. Giró el rostro, gruñendo y mirando hacia donde Ken se había retirado. Comenzó a desinflarse como un globo, aunque este cambiaba de color a uno bronceado y expulsaba algo de vapor de su cuerpo. Lyndis mordía su labio, y estaba visiblemente enfadada. Si hubiera sido otra persona, a saber como hubiera respondido, pero si alguien era capaz de gritarle de vuelta y ponerla en su sitio, esa era o su madre o Ranko.
— ¿Estás bien?
Y un fuerte impacto la hizo callar. Se trataba ni más ni menos que del mariscal Shiten. Todo fue bastante rápido, pero Lyndis fue capaz de ver su destrozada espalda como si no hubiera pasado nada. Era como volver a ver la espalda de Kenzou deteniendo la mayor de las calamidades con sus manos desnudas. Ella estaba destrozada tras su combate uno a uno contra Ken, y Shiten estaba más fresco que una rosa tras haber reventado el solo un flanco entero. Un puto y jodido flanco entero, una única persona. ¿Cómo de lejos estaba él de Kenzou? ¿Y Lyndis de Shiten?
Y de la misma forma que apareció, se fue sin darle apenas tiempo a Kobayashi a responder.
La médica corrió entonces ante las dos kunoichis buscando auxiliarlas.
— Estoy bien, tan solo necesito sentarme un poco y... — Y acto seguido casi se desploma por completo en los brazos de Ranko.
La adrenalina del combate y su enfoque igual a un caballo con orejeras en la lucha, había hecho que su cuerpo ignorase por completo el dolor y las heridas que había acumulado poco a poco; y ahora que se había creado un respiro y se había detenido, el cuerpo le dijo basta.
Sin embargo, había otro factor que hubiera detenido el combate, y de hecho lo hizo. Varios shuriken golpearon los brazos con los que se defendió Ken para evitar que fuera una herida fatal. Ambos miraron en el acto a quien los había lanzado con una mirada asesina, y poco después Ken se retiró entre la multitud usando un sunshin.
— ¡Ni se te ocurra huir, cabrón! — Pero ya era demasiado tarde. Instintivamente por el enfado, Lyndis se volteó hasta recortar la distancia con Ranko, la cual se vería superada tanto en altura como en volumen corporal en el estado que estaba Lyndis. — ¿¡Por qué has hecho eso!? ¡Estaba a punto de...!
Le costó darse cuenta de la situación que la rodeaba, y ahora encima estaba gritándole a viva voz a su pareja por su obsesión por seguir combatiendo. Giró el rostro, gruñendo y mirando hacia donde Ken se había retirado. Comenzó a desinflarse como un globo, aunque este cambiaba de color a uno bronceado y expulsaba algo de vapor de su cuerpo. Lyndis mordía su labio, y estaba visiblemente enfadada. Si hubiera sido otra persona, a saber como hubiera respondido, pero si alguien era capaz de gritarle de vuelta y ponerla en su sitio, esa era o su madre o Ranko.
— ¿Estás bien?
Y un fuerte impacto la hizo callar. Se trataba ni más ni menos que del mariscal Shiten. Todo fue bastante rápido, pero Lyndis fue capaz de ver su destrozada espalda como si no hubiera pasado nada. Era como volver a ver la espalda de Kenzou deteniendo la mayor de las calamidades con sus manos desnudas. Ella estaba destrozada tras su combate uno a uno contra Ken, y Shiten estaba más fresco que una rosa tras haber reventado el solo un flanco entero. Un puto y jodido flanco entero, una única persona. ¿Cómo de lejos estaba él de Kenzou? ¿Y Lyndis de Shiten?
Y de la misma forma que apareció, se fue sin darle apenas tiempo a Kobayashi a responder.
La médica corrió entonces ante las dos kunoichis buscando auxiliarlas.
— Estoy bien, tan solo necesito sentarme un poco y... — Y acto seguido casi se desploma por completo en los brazos de Ranko.
La adrenalina del combate y su enfoque igual a un caballo con orejeras en la lucha, había hecho que su cuerpo ignorase por completo el dolor y las heridas que había acumulado poco a poco; y ahora que se había creado un respiro y se había detenido, el cuerpo le dijo basta.
¡Gracias a Ranko por el avatar!