7/05/2022, 15:30
Sakumi asintió, diligente, al comando de Ranko. Redujo la distancia que le separaba de Lyndis en un suspiro y posó las palmas de sus manos en las contusiones y moratones más graves que se apreciaban en el cuerpo de la kunoichi, tras examinarla brevemente. Un chakra color verdoso emanó de sus manos, a medida que los hinchazones, los cardenales y los tejidos en Lyndis se iban reparando (24PV). Poco a poco. Muy lentamente.
A su alrededor, el ejército de la Alianza avanzaba en tropel.
—¡Buen trabajo, chicas! —gritó alguien al pasar al lado.
—¡Estuviste enorme ahí arriba, Nao! —gritó otro, mirándole brevemente antes de seguir avanzando.
Pronto la División de Corto, Medio y Largo Alcance les superaron. Tras sus heroicos actos, destrozando a los Comandantes del Ejército de Kurama, para que luego Shiten se sumase también en la punta de ataque, el avance de la Alianza era imparable. Se oían gritos continuos de retirada del bando contrario, y parecía que a la Alianza tan solo les quedaba deshacerse de los restos.
Quizá todo había pasado más deprisa de lo que se imaginaban, pero la batalla llevaba ya librándose desde hacía algo más de una hora y, aunque había estado reñida, Lyndis, Nao y Ranko habían decantado la balanza definitivamente hacia su favor.
La División de Refuerzos llegó a su altura, y esta vez sí Ranko y compañía tendrían que avanzar si no querían separarse del ejército.
Algo más lejos del fragor de la batalla, donde estaba situada la General de la División de Comunicación, Uzumaki Kaia, junto a un pequeño grupo de Inteligencia, se debatía los próximos pasos a seguir.
—Todavía no tenemos un número claro de bajas, pero… esto ha sido un éxito rotundo —dijo uno de ellos, observando un mapa de los Arrozales del Silencio con distintas figuras encima que representaban los ejércitos—. Deberíamos acabar con ellos para impedir que se refugien en la Villa de las Aguas Termales.
—Estoy de acuerdo. Viendo cómo ha salido todo, podríamos incluso brindar apoyo a la Operación Trombón de Fūjin.
—Estoy de acuerdo. Podría venirles de fábula nuestra ayuda. Si nos damos prisa, llegaríamos allí sobre la una de la madrugada. ¡Apenas una hora más tarde de lo que ellos tienen previsto llegar!
—Voy a comunicárselo al Gran Mariscal, a ver qué decide —dijo Uzumaki Kaia. Por instinto, se llevó una mano al oído, donde tenía puesto el sello de comunicación—. ¡Uzumaki Kaia, reportando! ¡Comuníquele al Señor Presidente que el ejército de la Alianza está haciendo huir al ejército enemigo! ¡Las bajas enemigas son ya incontables! ¡Solicitamos permiso para seguir avanzando hacia la Villa de las Aguas Termales y brindar apoyo a la Operación Trombón de Fūjin!
»Sí. Sí, claro. Espero —iba diciendo mientras una voz resonaba en su oreja derecha. Pasó un largo minuto hasta que la boca de Uzumaki Kaia se ensanchó en una amplia sonrisa. Miró a sus compañeros—. Señoras. Señores. Lo tenemos. Permiso concedido.
»¡Shiten! —exclamó, esta vez posando una mano en su otro oído. Tenía tantos sellos por el cuerpo que era un milagro que no se hubiese confundido ni una vez en todo aquel tiempo. Bueno, no suerte. Lo de ella era otra cosa—. ¡Dale caña y barre con todo! ¡Pronto tendremos un nuevo objetivo!
A su alrededor, el ejército de la Alianza avanzaba en tropel.
—¡Buen trabajo, chicas! —gritó alguien al pasar al lado.
—¡Estuviste enorme ahí arriba, Nao! —gritó otro, mirándole brevemente antes de seguir avanzando.
Pronto la División de Corto, Medio y Largo Alcance les superaron. Tras sus heroicos actos, destrozando a los Comandantes del Ejército de Kurama, para que luego Shiten se sumase también en la punta de ataque, el avance de la Alianza era imparable. Se oían gritos continuos de retirada del bando contrario, y parecía que a la Alianza tan solo les quedaba deshacerse de los restos.
Quizá todo había pasado más deprisa de lo que se imaginaban, pero la batalla llevaba ya librándose desde hacía algo más de una hora y, aunque había estado reñida, Lyndis, Nao y Ranko habían decantado la balanza definitivamente hacia su favor.
La División de Refuerzos llegó a su altura, y esta vez sí Ranko y compañía tendrían que avanzar si no querían separarse del ejército.
19:05 PM
Algo más lejos del fragor de la batalla, donde estaba situada la General de la División de Comunicación, Uzumaki Kaia, junto a un pequeño grupo de Inteligencia, se debatía los próximos pasos a seguir.
—Todavía no tenemos un número claro de bajas, pero… esto ha sido un éxito rotundo —dijo uno de ellos, observando un mapa de los Arrozales del Silencio con distintas figuras encima que representaban los ejércitos—. Deberíamos acabar con ellos para impedir que se refugien en la Villa de las Aguas Termales.
—Estoy de acuerdo. Viendo cómo ha salido todo, podríamos incluso brindar apoyo a la Operación Trombón de Fūjin.
—Estoy de acuerdo. Podría venirles de fábula nuestra ayuda. Si nos damos prisa, llegaríamos allí sobre la una de la madrugada. ¡Apenas una hora más tarde de lo que ellos tienen previsto llegar!
—Voy a comunicárselo al Gran Mariscal, a ver qué decide —dijo Uzumaki Kaia. Por instinto, se llevó una mano al oído, donde tenía puesto el sello de comunicación—. ¡Uzumaki Kaia, reportando! ¡Comuníquele al Señor Presidente que el ejército de la Alianza está haciendo huir al ejército enemigo! ¡Las bajas enemigas son ya incontables! ¡Solicitamos permiso para seguir avanzando hacia la Villa de las Aguas Termales y brindar apoyo a la Operación Trombón de Fūjin!
»Sí. Sí, claro. Espero —iba diciendo mientras una voz resonaba en su oreja derecha. Pasó un largo minuto hasta que la boca de Uzumaki Kaia se ensanchó en una amplia sonrisa. Miró a sus compañeros—. Señoras. Señores. Lo tenemos. Permiso concedido.
»¡Shiten! —exclamó, esta vez posando una mano en su otro oído. Tenía tantos sellos por el cuerpo que era un milagro que no se hubiese confundido ni una vez en todo aquel tiempo. Bueno, no suerte. Lo de ella era otra cosa—. ¡Dale caña y barre con todo! ¡Pronto tendremos un nuevo objetivo!