14/05/2022, 06:55
"Ay, Ranko. Tanto leer y escribir poesía y las palabras fallan en el momento preciso..." se burló de sí misma con amargura. Su idea de "no irse aún" había sido entendida como "hay que avanzar y pelear", aunque lo que quería decir era "levántense y agrúpense antes de movernos".
"Pues debiste haber dicho eso, tonta Ranko." Ya tenía algo de tiempo que no se llamaba así así misma.
¿Era su voz? ¿Eran sus palabras? Tanto tiempo soñó con estar al frente, justo antes de volverse leyenda. Pero parecía que tenía razón con lo que pensó aquella vez en la reunión de los kages.
"No soy un pincel de shōdo. Soy un garrote, sirvo para pegar. Sirvo para apartar. Sirvo para aporrear. Soy Hakuto."
Ranko suspiró mientras negaba con la cabeza. Volteó hacia el ejército de Kurama, a lo lejos, y dio varios pasos hacia adelante. Se golpeó la sien varias veces con el dorso del puño.
—El siguiente paso —le contestó a Lyndis sin voltear a verle —. Es hacer lo que dice Nao. Protege a Sakumi-san. Cuida a los que se levantan. Si algún enemigo intenta alcanzarlos, lo detienes.
Pero Ranko no se movió. Se quedó allí, de pie, al frente, cara al enemigo, esperando que todos los que pudieran irse se fueran. No pensaba mucho, sólo respiraba profundamente. Estaba herida, pero sus energías regresaban. Se sentía melancólica, decepcionada de sí misma. Culpable tres veces. Aunque en calma y en silencio, su mente se decía mil cosas al mismo tiempo.
—Hakuto es un nombre tan tonto. —murmuró de manera que sólo ella oyó.
"Pues debiste haber dicho eso, tonta Ranko." Ya tenía algo de tiempo que no se llamaba así así misma.
¿Era su voz? ¿Eran sus palabras? Tanto tiempo soñó con estar al frente, justo antes de volverse leyenda. Pero parecía que tenía razón con lo que pensó aquella vez en la reunión de los kages.
"No soy un pincel de shōdo. Soy un garrote, sirvo para pegar. Sirvo para apartar. Sirvo para aporrear. Soy Hakuto."
Ranko suspiró mientras negaba con la cabeza. Volteó hacia el ejército de Kurama, a lo lejos, y dio varios pasos hacia adelante. Se golpeó la sien varias veces con el dorso del puño.
—El siguiente paso —le contestó a Lyndis sin voltear a verle —. Es hacer lo que dice Nao. Protege a Sakumi-san. Cuida a los que se levantan. Si algún enemigo intenta alcanzarlos, lo detienes.
Pero Ranko no se movió. Se quedó allí, de pie, al frente, cara al enemigo, esperando que todos los que pudieran irse se fueran. No pensaba mucho, sólo respiraba profundamente. Estaba herida, pero sus energías regresaban. Se sentía melancólica, decepcionada de sí misma. Culpable tres veces. Aunque en calma y en silencio, su mente se decía mil cosas al mismo tiempo.
—Hakuto es un nombre tan tonto. —murmuró de manera que sólo ella oyó.
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