25/05/2022, 17:17
(Última modificación: 25/05/2022, 18:23 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
Su pierna dolía. Mucho. Había dañado al tipo peliblanco, aunque él se había cubierto de ¿Huesos? Y unos muy duros y filosos. Lo curioso es que la pierna se le acalambraba un poco al usar el Shunjukkyaku, así que en realidad le debería de doler más. Ranko apretó los dientes, preparada para recibir la cuchillada ósea del tipo, pero se vio empujada al instante.
"¡No...!"
Nao había tomado su lugar, recibiendo el ataque por ella. Ranko sintió la sangre hervir. Se preguntó por un instante qué era más molesto, si Ranko lanzándose cuando Nao no se lo esperaba, o Nao intentando dialogar cuando era claro que no funcionaría. Pero algo debía de saber, pues era el encargado de la inteligencia.
Ranko apretó los labios de nuevo y sintió su cuerpo quebrarse. Estaba muy débil, y sentía que pronto no podría moverse. Tenía unos instantes más antes de sucumbir al cansancio.
"Lo siento, madre. No pude completar tu entrenamiento a tiempo. Mi señora Morikage, he fallado en una misión suya una vez más. Lyndis, no pude pelear contigo de nuevo. No... No puedo hacer más..."
Porque ¿Qué podía hacer contra alguien que le dañaría si pateaba de nuevo? Sería como golpear con un garrote de cristal. Mas entonces un recuerdo inesperado le dio la respuesta: una mujer alta, pelirroja, cubierta de barro y haciendo...
"¡Doton!"
—¡Chidanryūkan!
Ranko dio un paso atrás y dio una dolorosa patada al suelo, haciendo que tres esferas de tierra húmeda surgieran del arrozal. Luego, con sendos gruñidos, lanzó dos puñetazos y una patada hacia el general, arrojando las esferas hacia él [-20PV cada una]. Si no podía patearlo de nuevo, lo golpearía con tierra, más si Nao lo sujetaba.
Escuchó a Lyndis vociferar detrás de ella. Ranko sonrió, como si la furia de la ogresa le diera energía.
Suspiró pesadamente.
"¡No...!"
Nao había tomado su lugar, recibiendo el ataque por ella. Ranko sintió la sangre hervir. Se preguntó por un instante qué era más molesto, si Ranko lanzándose cuando Nao no se lo esperaba, o Nao intentando dialogar cuando era claro que no funcionaría. Pero algo debía de saber, pues era el encargado de la inteligencia.
Ranko apretó los labios de nuevo y sintió su cuerpo quebrarse. Estaba muy débil, y sentía que pronto no podría moverse. Tenía unos instantes más antes de sucumbir al cansancio.
"Lo siento, madre. No pude completar tu entrenamiento a tiempo. Mi señora Morikage, he fallado en una misión suya una vez más. Lyndis, no pude pelear contigo de nuevo. No... No puedo hacer más..."
Porque ¿Qué podía hacer contra alguien que le dañaría si pateaba de nuevo? Sería como golpear con un garrote de cristal. Mas entonces un recuerdo inesperado le dio la respuesta: una mujer alta, pelirroja, cubierta de barro y haciendo...
"¡Doton!"
—¡Chidanryūkan!
Ranko dio un paso atrás y dio una dolorosa patada al suelo, haciendo que tres esferas de tierra húmeda surgieran del arrozal. Luego, con sendos gruñidos, lanzó dos puñetazos y una patada hacia el general, arrojando las esferas hacia él [-20PV cada una]. Si no podía patearlo de nuevo, lo golpearía con tierra, más si Nao lo sujetaba.
Escuchó a Lyndis vociferar detrás de ella. Ranko sonrió, como si la furia de la ogresa le diera energía.
Suspiró pesadamente.
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