25/05/2022, 21:58
(Última modificación: 27/05/2022, 19:56 por Zhaoren Lyndis. Editado 2 veces en total.)
Ruhara consiguió evadirla replicando la misma técnica, y cuando Lyndis reaccionó para mirar a su espalda, esta ya tenía el punto de mira sobre Ranko. Hizo un único sello, y la mirada que le devolvió a la kusajin lo decía absolutamente todo. La suerte estaba echada, y si alguien debía desaparecer de allí, era la que tenía el sueño entre los presentes más estúpido y sin sentido posible; la misma que debía de haberse retirado y ser más prudente durante la batalla, pero su ciega ansia de lucha así como su orgullo le impedían abandonar cualquier campo de batalla.
Corrió con las pocas fuerzas que le quedaban hasta Ranko, tropezando momentáneamente con el terreno. Cada metro que estaba recorriendo, cada centímetro se estaba haciendo eterno para ella. Era como si el tiempo se estuviera ralentizando ante su visión. Pero podía llegar, podía salvar a Ranko de aquel fatídico destino, aunque a cambio le costará su propia vida.
Su brazo alcanzó a la chica de la larga trenza, empujándola a un lado antes de que pudiera llegar a impactar aquella enorme masa de agua. Sin embargo, Lyndis no podría cambiar su dirección, pues todas sus fuerzas y velocidad fueron en una única dirección.
El contundente torbellino la golpeó de lleno arrancando un ahogado grito de dolor mientras le provocaba escupir una gran cantidad de sangre. Aquel momento también fue percibido muy lento para ella, y también se movía al mismo ritmo en una dirección recta, cayendo un par de metros en el suelo.
Quedó tendida en el suelo, mirando al cielo. ¿Estaba despejado con un brillante azul? ¿O tal vez estaba ennegrecido por nubes naturales o artificiales por el despliegue militar de técnicas? Ladeó el rostro, a la vez que poco a poco su color rojizo pasaba a su bronceado natural. Le faltaba el aire, sentía un horrible dolor por todo su torso que no cesaba de sangrar, lo cual seguramente potenciaba la hemorragia por el agua de los arrozales.
Se retorció sobre sí misma, e intentó respirar por la boca lo que fuera posible, solo para pronunciar lo que seguramente serían sus últimas palabras.
— Más os vale... Que no me vuelva a levantar... Más os vale que este sea mi fin... Si no es así... — jadeaba, tosía y la sangre caía por la comisura de sus labios. No hablaba en un tono alto, pero no llegaba a ser un susurro, aunque podría ser fácilmente ignorado por el fragor del combate —. Si me vuelvo a levantar... No seré una Diosa benevolente...
Os arrancaré las extremidades...
Os destrozaré la columna...
Os partiré el cráneo...
Os trincharé el alma...
Os extirparé la voluntad de vivir...
Una... Y otra... Y otra vez...
Corrió con las pocas fuerzas que le quedaban hasta Ranko, tropezando momentáneamente con el terreno. Cada metro que estaba recorriendo, cada centímetro se estaba haciendo eterno para ella. Era como si el tiempo se estuviera ralentizando ante su visión. Pero podía llegar, podía salvar a Ranko de aquel fatídico destino, aunque a cambio le costará su propia vida.
Su brazo alcanzó a la chica de la larga trenza, empujándola a un lado antes de que pudiera llegar a impactar aquella enorme masa de agua. Sin embargo, Lyndis no podría cambiar su dirección, pues todas sus fuerzas y velocidad fueron en una única dirección.
El contundente torbellino la golpeó de lleno arrancando un ahogado grito de dolor mientras le provocaba escupir una gran cantidad de sangre. Aquel momento también fue percibido muy lento para ella, y también se movía al mismo ritmo en una dirección recta, cayendo un par de metros en el suelo.
Quedó tendida en el suelo, mirando al cielo. ¿Estaba despejado con un brillante azul? ¿O tal vez estaba ennegrecido por nubes naturales o artificiales por el despliegue militar de técnicas? Ladeó el rostro, a la vez que poco a poco su color rojizo pasaba a su bronceado natural. Le faltaba el aire, sentía un horrible dolor por todo su torso que no cesaba de sangrar, lo cual seguramente potenciaba la hemorragia por el agua de los arrozales.
Se retorció sobre sí misma, e intentó respirar por la boca lo que fuera posible, solo para pronunciar lo que seguramente serían sus últimas palabras.
— Más os vale... Que no me vuelva a levantar... Más os vale que este sea mi fin... Si no es así... — jadeaba, tosía y la sangre caía por la comisura de sus labios. No hablaba en un tono alto, pero no llegaba a ser un susurro, aunque podría ser fácilmente ignorado por el fragor del combate —. Si me vuelvo a levantar... No seré una Diosa benevolente...
Os arrancaré las extremidades...
Os destrozaré la columna...
Os partiré el cráneo...
Os trincharé el alma...
Os extirparé la voluntad de vivir...
Una... Y otra... Y otra vez...
¡Gracias a Ranko por el avatar!