2/06/2022, 18:59
Marrow era una persona calmada y serena. Mucho más que la mayoría de generales. Algunos consideraban eso una falta de fuerza. Su falta de agresividad hacía que algunos de sus hombres incluso dudasen de que fuese un general de Kurama. Además, hasta aquel día, no había una persona en la faz de la Tierra que le hubiese visto usar los poderes de su Dios.
Se podría pensar que era esa calma lo que le hacía usar menos el poder de Kurama, pero nada tenía que ver. Marrow respetaba a Kurama por encima de todas las cosas. Usar su poder si no era estrictamente necesario sería una falta de respeto de proporciones biblicas. Por ello, hasta ahora había confiado en sus propias habilidades.
De hecho, había sido el propio Kurama a través de él quien había hecho uso de su poder, así que se podía decir en alto que Marrow jamás había hecho uso del poder de Kurama.
Hasta ahora.
En cuanto fue paralizado intentó liberarse, pero no pudo. No tardó ni un segundo en juzgar la situación. El pajaro descendía velozmente sobre Ruhara, trayendo refuerzos. Ese perro rastrero de Amejin seguiría apoyando a pesar de estar herido y la kusajin también iba tras Ruhara. Estaban en una amplia inferioridad numerica y escasos de energías. Si se quedaba paralizado, acabarían con su subordinada en sus propias narices, incluso con él.
No podría cumplir las ordenes de Kurama-sama.
El viento empezó a temblar de forma instantanea. El cuerpo de Marrow empezó a expulsar una cantidad notable de chakra anaranjado y antes de que pudiesen siquiera entender qué estaban viendo, ya estaba moviendose en dirección a Nao. Era más rápido, más brillante y más agresivo. Una capa de chakra se había asentado alrededor de su figura, dandole un brillo anaranjado, orejas de zorro y una cola.
— ¡Se acabó!
Correría hasta alcanzar al amejin, en el camino varias dagas de hueso saldrían de sus extremidades, una en la diestra, otra en el codo izquierdo y una última en la rodilla derecha. Más que un ataque, fue un extraño baile en el que intentó hacerle un corte con cada una de ellas, aunque esa no era toda la amenaza. Simplemente por tocarle, ya le provocaría una quemadura por aquel chakra en ebullición que le cubría y que parecía incluso más agresivo que el propio Marrow.
Nao, en la cercanía, podría ver los ojos dorados del general teñidos de rojo y con una pupila rasgada en el centro. Le habían acorralado y habían llamado a la bestia que intentaba mantener a raya.
Se podría pensar que era esa calma lo que le hacía usar menos el poder de Kurama, pero nada tenía que ver. Marrow respetaba a Kurama por encima de todas las cosas. Usar su poder si no era estrictamente necesario sería una falta de respeto de proporciones biblicas. Por ello, hasta ahora había confiado en sus propias habilidades.
De hecho, había sido el propio Kurama a través de él quien había hecho uso de su poder, así que se podía decir en alto que Marrow jamás había hecho uso del poder de Kurama.
Hasta ahora.
En cuanto fue paralizado intentó liberarse, pero no pudo. No tardó ni un segundo en juzgar la situación. El pajaro descendía velozmente sobre Ruhara, trayendo refuerzos. Ese perro rastrero de Amejin seguiría apoyando a pesar de estar herido y la kusajin también iba tras Ruhara. Estaban en una amplia inferioridad numerica y escasos de energías. Si se quedaba paralizado, acabarían con su subordinada en sus propias narices, incluso con él.
No podría cumplir las ordenes de Kurama-sama.
El viento empezó a temblar de forma instantanea. El cuerpo de Marrow empezó a expulsar una cantidad notable de chakra anaranjado y antes de que pudiesen siquiera entender qué estaban viendo, ya estaba moviendose en dirección a Nao. Era más rápido, más brillante y más agresivo. Una capa de chakra se había asentado alrededor de su figura, dandole un brillo anaranjado, orejas de zorro y una cola.
— ¡Se acabó!
Correría hasta alcanzar al amejin, en el camino varias dagas de hueso saldrían de sus extremidades, una en la diestra, otra en el codo izquierdo y una última en la rodilla derecha. Más que un ataque, fue un extraño baile en el que intentó hacerle un corte con cada una de ellas, aunque esa no era toda la amenaza. Simplemente por tocarle, ya le provocaría una quemadura por aquel chakra en ebullición que le cubría y que parecía incluso más agresivo que el propio Marrow.
Nao, en la cercanía, podría ver los ojos dorados del general teñidos de rojo y con una pupila rasgada en el centro. Le habían acorralado y habían llamado a la bestia que intentaba mantener a raya.