3/06/2022, 00:27
Tssss.
Ranko viró los ojos en dirección al sonido mientras dejaba caer su sai y hacía un único sello. Podía hacerlo. Podía seguirla y estamparle el sello explosivo en la cara. Podía clavarle a Higanbana en la espalda. Podía aplastarle el cráneo de una patada. Ranko no lo pensó, sólo sintió su instinto diciéndole que podía. Pero luego la escuchó.
"Ranko"
El ave de Nao golpeó contra uno de los cuerpos cortados y a medio congelar de un ninja de Amegakure, y Ranko apareció a un par de metros de allí, habiendo cambiado en el último instante. Ranko, resollando, se apresuró de nuevo a acudir al lado de Lyndis.
"Ran-chan"
"Ran-chan"
"Onee-sama"
Ranko lloraba mientras recordaba las maniobras de reanimación en Lyndis.
"Conejita"
—¡L-lo siento! —lloriqueó —. ¡N-no quería dejarte! ¡M-me dejé llevar! ¡Respira, Waai-chan! ¡Le-levántate y regáñame! ¡Hazme saber que sigues ahí! ¡Waai! ¡Vamos!
Las voces por quienes peleaba le habían devuelto la calma, y su corazón se estrujaba conteniendo la culpa de abandonar a su pareja, aunque hubiese regresado. Si Lyndis no sobrevivía, caería un peso incalculable sobre los hombros de Ranko, pues sería ella quien la habría condenado a tal destino. Debía de actuar rápido, ¿Y qué había hecho? Entregarse a la pelea, cegarse por la ira irracional. Lyndis habría reído, curiosamente.
—¡¡Sakumi-san!! —gritó. No sabía dónde estaba la kunoichi en ese momento —. ¡¡Algún médico, alguien!!
Sí, habían llegado refuerzos, y tal vez podían salir victoriosos de aquel encuentro. Pero ahora que la furia instantánea de Ranko había amainado, se preocupaba más porque Lyndis no perdiera.
Ranko viró los ojos en dirección al sonido mientras dejaba caer su sai y hacía un único sello. Podía hacerlo. Podía seguirla y estamparle el sello explosivo en la cara. Podía clavarle a Higanbana en la espalda. Podía aplastarle el cráneo de una patada. Ranko no lo pensó, sólo sintió su instinto diciéndole que podía. Pero luego la escuchó.
"Ranko"
El ave de Nao golpeó contra uno de los cuerpos cortados y a medio congelar de un ninja de Amegakure, y Ranko apareció a un par de metros de allí, habiendo cambiado en el último instante. Ranko, resollando, se apresuró de nuevo a acudir al lado de Lyndis.
"Ran-chan"
"Ran-chan"
"Onee-sama"
Ranko lloraba mientras recordaba las maniobras de reanimación en Lyndis.
"Conejita"
—¡L-lo siento! —lloriqueó —. ¡N-no quería dejarte! ¡M-me dejé llevar! ¡Respira, Waai-chan! ¡Le-levántate y regáñame! ¡Hazme saber que sigues ahí! ¡Waai! ¡Vamos!
Las voces por quienes peleaba le habían devuelto la calma, y su corazón se estrujaba conteniendo la culpa de abandonar a su pareja, aunque hubiese regresado. Si Lyndis no sobrevivía, caería un peso incalculable sobre los hombros de Ranko, pues sería ella quien la habría condenado a tal destino. Debía de actuar rápido, ¿Y qué había hecho? Entregarse a la pelea, cegarse por la ira irracional. Lyndis habría reído, curiosamente.
—¡¡Sakumi-san!! —gritó. No sabía dónde estaba la kunoichi en ese momento —. ¡¡Algún médico, alguien!!
Sí, habían llegado refuerzos, y tal vez podían salir victoriosos de aquel encuentro. Pero ahora que la furia instantánea de Ranko había amainado, se preocupaba más porque Lyndis no perdiera.
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