14/06/2022, 23:59
(Última modificación: 15/06/2022, 00:02 por Tsukiyama Daigo. Editado 2 veces en total.)
— ¿Qué... pasa...? —Le dijo a Ruhara, resollando, aunque sonriendo—. ¿Te da miedo rematarme?
Empezó a toser sangre mientras, con ambas manos, agarró la katana por ambos costados de la hoja para sacarla de su abdomen de forma dolorosa y la dejó caer al suelo. No tenía fuerzas para levantarla. Gritó, dolía demasiado, y Marrow ahora se acercaba a él con frialdad. Si el general lo miraba a los ojos, no vería miedo en ellos, vería resignación. Ya había temido demasiado, ya había huido demasiado, y aún así no podía ser valiente, levantarse, luchar y ganar. Solo podía desafiar la muerte a la cara y... aceptarla.
— ¿Y qué con eso? ¿Eh? —Le respondió burlón al general, con una sangrienta sonrisa—. ¿Se... supone que tengo que dejarte las cosas fáciles?
Empezó a levantarse, poco a poco, pero su cuerpo no se movía. Estaba cansado y malherido y se esforzaba en contener las lágrimas. Se había dado cuenta entonces de que se había mentido a sí mismo... Sí tenía miedo, sí que tenía mucho miedo. No quería morir. ¡No quería! Quería vivir, quería que Yuki le perdonase por lo que fuese que hubiese hecho, quería volver a reír junto a sus amigos en el Acantilado Rompe-Olas, quería regresar a casa para decirle a Kinumi que todo estaba bien, quería crecer, casarse y cuidar de unos niños que probablemente no soportaría, aunque los amaría un montón y tenía miedo. Tenía miedo de perderlo todo.
Bajo el agua, una Uchigatana roja y negra flotaba cargada de chakra...
Empezó a toser sangre mientras, con ambas manos, agarró la katana por ambos costados de la hoja para sacarla de su abdomen de forma dolorosa y la dejó caer al suelo. No tenía fuerzas para levantarla. Gritó, dolía demasiado, y Marrow ahora se acercaba a él con frialdad. Si el general lo miraba a los ojos, no vería miedo en ellos, vería resignación. Ya había temido demasiado, ya había huido demasiado, y aún así no podía ser valiente, levantarse, luchar y ganar. Solo podía desafiar la muerte a la cara y... aceptarla.
— ¿Y qué con eso? ¿Eh? —Le respondió burlón al general, con una sangrienta sonrisa—. ¿Se... supone que tengo que dejarte las cosas fáciles?
Empezó a levantarse, poco a poco, pero su cuerpo no se movía. Estaba cansado y malherido y se esforzaba en contener las lágrimas. Se había dado cuenta entonces de que se había mentido a sí mismo... Sí tenía miedo, sí que tenía mucho miedo. No quería morir. ¡No quería! Quería vivir, quería que Yuki le perdonase por lo que fuese que hubiese hecho, quería volver a reír junto a sus amigos en el Acantilado Rompe-Olas, quería regresar a casa para decirle a Kinumi que todo estaba bien, quería crecer, casarse y cuidar de unos niños que probablemente no soportaría, aunque los amaría un montón y tenía miedo. Tenía miedo de perderlo todo.
Bajo el agua, una Uchigatana roja y negra flotaba cargada de chakra...