22/09/2022, 01:16
El joven herrero se había quedado callado durante unos largos segundos de silencio mientras probaban su acero. Usualmente confiaba plenamente en él, pues había usado la técnica que le había enseñado su difunto padre, como siempre, pero cuando tu vida dependía de la calidad de tus armas... uno empezaba a dudar. Solo al final, se permitió sonreír. Lo había conseguido, aunque solo era el primer paso.
— Libertad. —Respondió—. La de mis compañeros. ¿A cuántos de nosotros habéis capturado? Puedo hacer... cincuenta armas y cincuenta armaduras por cada diez de nosotros. Empezando por los de menor prioridad y... terminando por mí.
Negociar no era su fuerte, realmente, ese solía ser el de su padre, pero creía tener una muy buena oferta.
— Libertad. —Respondió—. La de mis compañeros. ¿A cuántos de nosotros habéis capturado? Puedo hacer... cincuenta armas y cincuenta armaduras por cada diez de nosotros. Empezando por los de menor prioridad y... terminando por mí.
Negociar no era su fuerte, realmente, ese solía ser el de su padre, pero creía tener una muy buena oferta.