9/10/2022, 16:14
Tras sus breves pero intensas conversaciones lo único que les quedó fue el silencio con alguna interrupción casual de rafagas de viento agitando la tela que cubría la tienda. Pasarían minutos, después horas y no habría una luz ni una fuente de calor. No pasarían a darles agua ni comida. Cuando se empezó a colar la luz del sol por los bajos de la tienda también empezó a haber alboroto por todo el campamento.
— El barco ya ha llegado. Justo a tiempo. El general ha dicho que transportemos a los prisioneros primero y después nos encarguemos de desmontarlo todo. Busca a otro par y que nos ayuden con ellos, algunos no pueden ni andar por sí mismos.
Ruhara informó al guardia de la entrada, que soltó un gruñido y un bostezo mientras acataba las ordenes. La mujer que entró por la puerta de la tienda no parecía la misma que había salido horas antes. Estaba claramente airada y cansada. Tal vez ambas cosas tuviesen relación.
— Os desataré de los pilares y os pondreis de pie y en fila. ¡Una sola tonteria o contestación y la cuerda no será lo único que corte. — sacó una daga y esperó a que le contestasen para empezar a liberarlos de los pilares para que pudiesen levantarse.
Sedientos y hambrientos, podían incluso tener menos fuerzas que antes. Algunos de ellos también necesitaban un cambio de vendas y puede que de ropas, pero nada de eso parecía preocuparle ya lo más mínimo a la mujer.
— El barco ya ha llegado. Justo a tiempo. El general ha dicho que transportemos a los prisioneros primero y después nos encarguemos de desmontarlo todo. Busca a otro par y que nos ayuden con ellos, algunos no pueden ni andar por sí mismos.
Ruhara informó al guardia de la entrada, que soltó un gruñido y un bostezo mientras acataba las ordenes. La mujer que entró por la puerta de la tienda no parecía la misma que había salido horas antes. Estaba claramente airada y cansada. Tal vez ambas cosas tuviesen relación.
— Os desataré de los pilares y os pondreis de pie y en fila. ¡Una sola tonteria o contestación y la cuerda no será lo único que corte. — sacó una daga y esperó a que le contestasen para empezar a liberarlos de los pilares para que pudiesen levantarse.
Sedientos y hambrientos, podían incluso tener menos fuerzas que antes. Algunos de ellos también necesitaban un cambio de vendas y puede que de ropas, pero nada de eso parecía preocuparle ya lo más mínimo a la mujer.